Capítulo 1:La Dama De Negro.

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Las sombras se cierran sobre mí en un conjunto de pasos sigilosos. Mi cuerpo está paralizado, quiero moverme, gritar e intentar escapar, llamar a alguien pero solo resuena el eco de mi propia respiración, una sensación de opresión me invade el pecho robándome el aliento cuando aquel dúo de sombras se posa frente a mi y...

—¡Ann! —mis ojos se abren de golpe, sorprendida por la voz de mi esposo. Inhalo profundamente y me levanto sin mencionar una sola palabra, llevándome una mano al pecho.

—Ya sabes lo que es, Ann... —Bruce comenta a mi espalda mientras entro al baño y comienzo a prepararme para el día. Ignoro sus palabras, estoy consciente de la dirección de esta conversación y sinceramente me cansa.

—Ese niño nos está causando problemas, Annie, abre los putos ojos.

—¡¿Y qué esperas que haga, Bruce?! —me pongo frente a frente con él. —¿Devolverlo al orfanato de dos años?

—¿Por qué no? Aún no alcanza la mayoría de edad, apenas tiene diecisiete...

—Eres increíblemente insensible, Whitman. No te importa ni siquiera mencionar la idea de devolverlo. —niego con la cabeza en desacuerdo.

—No, no me importa... —me acorrala contra el Lavamanos. —porque él no es mi hijo, Annie. No comparte mi sangre y solo está aquí porque así lo quisiste tú. Si dependiera de mi, Ciel nunca se habría ido de ese orfana...

Estampo mi mano abierta en su cara dándole una fuerte cachetada que le gira la cara, no me mira y sus dedos apenas rozan la mejilla.

—Nunca... —le impido agarrarme las manos, apartándolas de las suyas. —repitas la maldita mención de devolverlo, ¡No me toques!

—¡No me golpees! —responde.

—¡No vuelvas a comentar esas cosas sobre mi hijo! Tú no lo consideras parte de la familia...¡Yo si! Velaré por él y por el bienestar de sus hermanos, y eso es definitivo.

Lo aparto, desplazándolo hacia un lado, pero continúa siguiéndome hasta el armario. Abro este de par en par, adentrándome en la pequeña habitación repleta de vestimenta variada:vestidos, pantalones, camisas, trajes y zapatos. En un rápido vistazo al área de los vestidos, elijo y me meto en un vestido negro de hombros caídos y escote recto que no muestra, pero si realza mi busto y le da un buen estilo a mis piernas con un escote en la zona de el muslo izquierdo, luego meto mis pies en unos tacones negros de aguja y sin pensar mucho, mi cabello lo recojo en una coleta de caballo alta.

Salgo de la habitación y desciendo por las escaleras y alcanzo el primer piso, dónde tengo una vista clara de el comedor donde se encuentran los cuatro, los gemelos, Logan y Louis, junto a Mavis y Ciel, disfrutan de un desayuno animado con conversaciones alegres. Los gemelos se levantan de inmediato para abrazarme y besar mis mejillas, Louis aparta una silla para que me siente, Mavis y Ciel se acercan a abrazarme y beso la frente de cada uno antes de sentarme a desayunar, sonriendo.

—Estaba pensando... —empieza Mavis. —un día perdido de clases no hace daño, ¿Verdad? ¿Y si te acompaño a tu sesión de fotos, mami?

—Perdiste tres días, Mavis. No me gusta que faltes tanto. —empiezo a desayunar.

—La siguen molestando en el instituto. —añade Ciel, y giro la cabeza hacia Mavis, apretando los puños. —eso no me lo cuentas.

—¡Miente! —afirma ella y Ciel rueda los ojos para seguir con su desayuno. Mi hija se queda callada cuando Bruce sale y se sienta en la cabeza de la mesa, lejos de mi (la mesa de comedor es realmente enorme)

—Buenos días, padre. —saluda Ciel a Bruce, pero este ni siquiera se digna a verlo. —hola padre. —hablan los gemelos en unísono pero callan en su saludo cuando el los ignora y Mavis no se molesta en saludar ya que siempre es la más afectada por la falta de reconocimiento de ese ser.

Cautiva De Dos Sombras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora