Capítulo 17:Mmm, Chile Picante.

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⚠️||***advertencia***||⚠️

Contenido sexual altamente gráfico, descriptivo, etiquetado como +21 por temas que pueden ser considerados tabú (acciones sexuales orales y utilización de Chile picante en juego sexual, tríos, maltratos en el acto sexual aceptado por las tres personas partícipes). Escenas narradas mayormente por los personajes masculinos.

Discreción, por favor.

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Los Hills aman los juegos en todos los sentidos, hasta en los más candentes.

Annie

Observé con una sonrisa serena cómo las manos de Stefano Hills se deslizan con maestría sobre las teclas del piano. Cada nota parecía fluir de sus dedos con una naturalidad que me dejaba sinceramente hipnotizada.

Me acomodé mejor en el sofá, envolviéndome en una manta de lana que me proporcionaba una sensación de calidez. Cerré los ojos por un momento, dejando que la música me envolviera por completo, hasta que sentí una mano rodear mi cadera. Aquel agarre me hizo morder mi labio inferior mientras me giraba hacia Said, quien me entregaba un trago.

El vaso era elegante, con un borde decorado con una mezcla de sal y chile en polvo que brillaba bajo las luces del bar. El líquido en su interior era de un amarillo pálido, casi dorado, con rodajas de jalapeño verde flotando y añadiendo un toque de color vibrante.

Centré la vista en Stefano, alzando las cejas con curiosidad. Él me dedicó una lenta sonrisa, tan sensual que advertía peligro.

-¿Qué es? -pregunté, pasando mis dedos por el vaso y observando con curiosidad el trago amarillento.

-Una Margarita Picante -respondió Said con un tono que prometía una sorpresa, mientras sentía el tacto de sus dedos tomar mis caderas y apretarlas.

La melodía cambió a una pieza más animada, y no pude evitar sonreír con una amplitud lenta. Stefano levantó la vista y me devolvió la sonrisa, sus ojos brillaban con una complicidad silenciosa.

-¿Ustedes tocaban siempre con Ciel? -pregunté.

-La mayor parte del tiempo libre lo dedicábamos a hacer lo que a él le gustaba, sea pasear por el laberinto de la mansión rusa, leer o tocar piano -alegó Said.

-El amor al piano nos lo adoctrinó nuestra madre, y luego nosotros le inculcamos ese amor a mi hijo -confesó Stefano centrando su atención en mi, mientras sentía cómo su hermano apartaba mi cabello del cuello para dejar deliciosos y húmedos besos en la zona.

Una sirvienta empuja la puerta con suavidad, sosteniendo una bandeja repleta de chiles picantes. Sus pasos son sigilosos, casi inaudibles sobre el suelo de baldosas. El aroma penetrante de los chiles se mezcla con el aire mientras ella coloca la bandeja sobre la mesa, asegurándose de no hacer ruido. Con un último vistazo alrededor, se retira tan discretamente como entró, dejando tras de sí el picante eco de los chiles.

Observo estos con una mueca, los gemelos son quiénes toman cada una su Margarita picante y muerden un trozo de Chile antes de beber de su trago, Stefano fija la vista en mi y se coloca el trozo de Chile que le queda en la boca para acercarse a mi rostro y entregarlo en la mía, dándome beber de su trago y haciéndome cerrar los ojos con fuerza por el ardor intenso de el Chile y la Margarita.

-Просто взглянув на меня с таким лицом, ты меня остановишь, Vzryvnoy.

Cautiva De Dos Sombras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora