•.𝐃𝐃𝐂.• | ¿Que tanta probabilidad hay de que el chico del que estuviste enamorada toda tu adolescencia, ahora sea tu vecino? O ¿Quizá haya algo más que eso?
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Me levanté un poco tarde, pero aún así, me fui a bañar y alistarme.
El día de hoy tendré un día algo ocupadito, pues acompañaré a mi chica a su boutique porque tenía que checar algunas cosas.
Ayer en la noche fui a su casa para platicar, me contó lo que había pasado con Hassan y todo eso, pero de favor me dijo que si la acompañaba allá y pues le dije que si, sin problemas.
Llegué a su casa y toque, digo tampoco es que de que viva bien lejos, verdad.
- María: Buenos días, amor - dijo ella al abrir la puerta.
- Cornelio: ¿Cómo sabías que era yo? - nos adentramos a la casa.
- María: Nunca te diré mi secreto - dijo y reímos.
- Cornelio: Está bien, buenos días, ahora sí - dije.
- María: ¿Ya comiste? - tomo un vaso de agua.
- Cornelio: No, todavía no, y la verdad es que ahora sí tengo mucha hambre - dije.
- María: Pues ahora no te hice nada, pero antes de irnos a la boutique vamos a comer, te invito - dijo.
- Cornelio: Ya está pues, vámonos - dije, aunque sabía que no la dejaría pagar.
Ya nos íbamos, cuando María agarro su bolso, y la abracé, en eso sale Gabito.
- Gabito: ¿A dónde llegas a mi hermana, cabron? - preguntó medio dormido.
- María: ¡Que tienes, Gabriel! - le regaño.
- Gabito: No voy dejar que te la lleves, no te pertenece - me saco de onda el plebe.
- María: Gabriel, es Cornelio, ve como andas, ¿A que hora llegaron ayer? - preguntó.
- Nata: Ya tiene, como a las 8 de la mañana - respondió.
«literalmente hace una hora y media»
- María: Se pasan plebes, vayanse a dormir otro rato, porque más tarde los quiero activos, ya nos vamos - cerramos la puerta.
Subimos a la camioneta y tomamos camino a un restaurante que nos quedaba cerca de la boutique.
Nos adentramos al lugar, pedimos mesa, nos atendieron, y mientras llegaba la comida nos pusimos a hablar de diferentes temas.
- María: Estoy triste - dijo.
- Cornelio: ¿Y eso porque, ma? - pregunté.
- María: Porque ya te va a cambiar de casa y ya no nos veremos tan seguido - confesó.
- Cornelio: Vente a vivir conmigo, pues - solté sin pensar.
- María: Ay, como crees, además yo ya tengo mi casa - dijo.
- Cornelio: Se la dejas a los plebes y cuando hagamos fiesta que no queremos ir hasta el rancho pues ahí las hacemos - sugerí.