Capítulo 17

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Un golpe en la puerta los sobresaltó. 

El Cocinero tenía claro quién era: Fred. Pero no entendía por qué llamaba a la puerta de su propia casa. El hombre se acercó y extendió su brazo hacia el pomo de madera. La mano le temblaba un poco, y tenía miedo de ver lo que había detrás. 

Por un lado, podía ser que Fred hubiese encontrado a Alice, que, en vez de una, hubiese dos personas esperando a poder entrar. Y, por otro, podía ser que no, que allí solo estuviera el pobre hombre con todo el peso de no haberla encontrado encima. 

-¿Abro yo? -Dusk lo observaba unos pasos más atrás, con la mirada en su compañero. El otro hombre negó y decidió abrir sin pensarlo más. No le sorprendió encontrarse con la figura de Fred, y no con la de Alice. Escuchó el suspiro fingido de Dusk, a su espalda, y observó la cara de Fred, claramente entristecido. Al ver al Cocinero, el hombre sacudió la cabeza para dejar claro que no había habido suerte. Entró, apartando a su paso al Cocinero: él también estaba afectado. 

-No hablaba mucho con Alice -Dijo mientras se tiraba al sofá. -, pero me caía bien. -¿Que le caía bien? ¿Eso era todo lo que podía decir sobre ella?

-¿Dónde has buscado? -Preguntó el Cocinero mientras se acercaba al lugar donde estaba el hombre. Se colocó justo delante de él y lo miró a los ojos. -Voy a buscarla yo. -Dusk se pasó una mano por la cara y caminó hasta llegar al lado de su compañero. 

-¿No te das cuenta de lo que estás diciendo? Fred la ha buscado, y, si no la ha encontrado, es porque no está. Quizá no quería estar más con nosotros y simplemente... se ha ido. Tenemos que dejarla en paz. 

-No se ha ido...

-Yo creo que sí...

-¡Eso tú no lo sabes, joder! -Gritó mientras apartaba de un empujón a Dusk. -¡Voy a encontrarla, me da igual si vienes o no! ¿De acuerdo? -Dusk tropezó y se apoyó en el respaldo del sofá para no caer. Observó al Cocinero, desconcertado y lleno de furia.

-Te estás volviendo loco... -Murmuró para sí mismo. El otro hombre lo escuchó, pero aun así decidió ignorarlo. -Acabarás muerto. -Dijo, justo cuando la puerta se cerró con fuerza. Fred miró a Dusk con las cejas levantadas y mordiéndose un labio. Dusk giró la cara para mirarlo, pero nadie dijo nada. 


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Sentía que estaba corriendo más rápido de lo que había corrido en toda su vida. Más, incluso que cuando huyó después de cometer algunos crímenes. Cuando conoció a Alice, nunca pensó que acabaría haciendo eso. Y lo cierto es que aún no podía creerlo. 

Ignoró las miradas poco desapercibidas que le lanzaban las personas en la calle y siguió adelante, fijando su mirada en cada coche. 

La luz del sol había salido e iluminaba cada rincón de la calle, por lo que robar uno de esos vehículos no era una opción, pues todo el mundo podría verle hacerlo. Miró a ambos lados para ver si había algún callejón, pero era un barrio bien cuidado y sin calles estrechas y lúgubres. 

Un lugar acogedor para muchas familias. Un infierno para él en su situación. 

-¡Eh! -Un grito se escuchó desde la distancia. La voz provenía de detrás de él, pero no giró la cabeza. Sabía quién era de sobra, y le daba igual tener o no tener compañía. Se sentía tan impotente, que todo a su alrededor parecía no tener importancia alguna. Por eso, cuando Dusk se colocó a su lado mirando a un lugar perdido, no se sorprendió. -Te ayudaré. 

Una sombra se acercó por el lado contrario y pudo ver a Fred parado junto a él. Tenía los brazos cruzados. Le dedicó una mirada rápida de apoyo y esperó órdenes, igual que Dusk. 

El cocinero asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora