SR JEON #2 +21

1-¿Presentimientos?

La mañana estaba fría, a pesar que el sol parecía muy caliente afuera.

Y yo sabía perfectamente a qué se debía.

El no había dormido a mi lado.

Porqué en mi mente algo no estaba bien y mi corazón latía muy rápido, ¿Por qué me sentía así si el mismo dijo que era su prima?

Una prima que no conocía.
Una prima de la que nunca me habló.

Es como si tuviera fuertes presentimientos con respecto al tema, con respecto a esa mujer...

Pero sobre todo, porqué cuando llegue a casa, el se veía tan afligido como cuando descubres la travesura de un niño.

¿Me estás ocultando algo Jeon?

Los golpes en la puerta me hicieron salir de mis pensamientos y también de la gruesa cobija con la que me habia tapado de pies a cabeza.

- ¿Amor? - Su voz gruesa y ronca resonaba detrás de la puerta.- Amor baja a desayunar, Minsook y yo te esperamos.

Minsook.

¿Cómo habia olvidado a mi hijo? A él no le gustaba que yo estuviera molesto o triste y mucho menos que discutiera con su padre.

Mi dulce niño.

Por eso salí de la cama directamente al baño para alistarme, había pasado toda la noche despierto, pero obviamente no le demostraria a Jeon que me había tenido en vela sumergido en pensamientos para nada favorables.

Ya no quería darle lastima, ya no era un niño buscando su atención.

Salí de la habitación escuchando la contagiosa risa de mi hijo provenir del comedor y mi corazón se agitó con fuerza.

En medio de cualquier tormenta mi amor por Minsook me hacia sentir protegido y acompañado, el era la persona más importante en mi vida.

- Entonces el Tío Yoon enloqueció cuando el Tío Tae mostro su auto nuevo.- Relataba entre risas.

- Buenos días.- Dije interrumpiendo dicha conversación, me acerque dejando un beso en la cabeza de mi hijo y me senté en mi lado de la mesa.

- ¡Papa! Me enteré que le compraste un auto al tío ¿Me compras uno a mi? - Su sonrisa de conejo ablanda mi corazón, pero se que no puedo ceder siempre que pida algo.

- No, seguirás teniendo a Chris como chófer hasta que seas mayor de edad.

Escucho el bufido de mi hijo, pero aún más fuerte era la mirada de mi esposo, mi cuerpo seguia reaccionando a el, seguia teniendo esas incontenibles ganas de arrodillarme y pedirle que hiciera de mi lo que quisiera.

- ¿Amor crees que podamos hablar?

Pero no.

- Tengo trabajo que hacer.

- Bueno... Pasaré por ti cuando termines e iremos a cenar ¿Te parece bien?

- Quiero cenar con mi hijo.

- ¡Por mi no hay problema en que cenes con papá! Pediré pizza para mí...

Maldito traidor

- ¿Entonces... Si?

Solté un bufido.

- Si

¿Por qué estás tan asustado? Tu mirada dice demasiado, pero no sé descifrar que exactamente, siento que tratas de apaciguar una tormenta que aun no empieza.

Mire a mi hijo comer a penas su desayuno.

- Te comes todo Min.

- ¡Papa está desabrido! ¿Puedo comer un cereal?