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Los días para Lee Félix eran... raros, por darles una descripción, no sabía cómo superar una ruptura con esas condiciones, entonces lo único que hizo fue aprender a vivir con eso.

Los meses pasaron mucho más lento de lo que quería, sintió cada uno de esos días pasando segundo por segundo, pero por fin logró llegar al final de su carrera, una carrera que con el tiempo cada vez iba despreciando más, pero podía darse el mérito de haberla acabado, casi exitosamente, casi porque sus notas bajaron exponencialmente ese último semestre al igual que tenía muchísimas faltas a clases por motivos injustificados, pero para su suerte, gracias a su excelencia académica por tantos años pudo pasar sin siquiera tocar el mínimo para graduarse, era eso o los muchos contactos de su madre que movió para que él saliera así de limpio, no podía hacer nada contra eso, pero se seguía sintiendo injusto.

Últimamente había salido con su madre a comprar un traje, ya que no tenía ninguno y ella se lo ofreció a comprarlo como regalo de graduación, no era su regalo soñado, pero él no era nadie para negarse a las peticiones de esa señora. Al final, como era previsto, la señora Lee terminó escogiendo el que ella quería sin siquiera preguntar una opinión del que se lo iba a poner.

La mujer tocaba las telas de los trajes negros con sus largas uñas rojas para comprobar la calidad de ellos. — Oye Hijo... — llamó con una sonrisa en su boca.

— ¿Ah? ¿Qué pasa? — aparte de que estaba casi dormido por el incontable tiempo que pasó en esa elegante tienda, él tampoco era de hablar mucho con su progenitora.

— ¿Por qué no viniste con Hwang Hyunjin? Yo pensé que ustedes...

— ¡Mamá! Tú... solo no hables sobre él, tú sabes perfectamente lo que pasó y aun así sigues preguntando e insistiendo. — la señora rio bajito, pero con ese típico tono sínico que la caracterizaba.

— El amor es complicado niño, me gustaría haber conocido a ese chico. — sabía perfectamente con lo que estaba jugando, entre sus hobbies favoritos está: molestar a su hijo.

— ¡Es suficiente! Terminamos hace dos meses, Hyunjin y yo ya no tenemos nada que ver. — sorpresivamente, esas palabras se sintieron como un cuchillo siendo clavado en su pecho.

La señora decidió no seguir hablando después de eso, molestar a su hijo ya no era divertido cuando se ponía de moralista.

Félix se miraba al espejo, ese sencillo y aburrido traje había costado un poco más de 700 dólares, para él eso era todo un desperdicio de dinero, qué más da, él no pagó ni un centavo para eso.

(...)

Una vez más en su casa, la sala de estar era el lugar donde más pasaba y el más desordenado de todos, tenía una televisión, un sillón y lo más importante, el ventanal, ese lugar lo ayudó a despejarse tantas veces, los días siguientes a la ruptura los pasó prácticamente ahí, viendo a las microscópicas personas caminando de un lado al otro y en la noche las cargadoras luces neones de los autos, estos le recordaban a las dos escasas veces que fue a un pub, ambas por alguna razón relacionada con Hwang, no mentiría, de cierto modo extrañaba ir a esos sitios, pero no se atrevía a ir a ninguno, por miedo o nostalgia, realmente no lo sabía y prefería no pensarlo mucho.

Habían pasado dos meses desde que Hyunjin y Félix se hablaron por última vez, Hyunjin seguía sin bloquear a Félix, pero no contestaba ninguno de los mensajes que le llegaban, al principio eran muchísimos al día, pero mientras el tiempo pasaba se iban reduciendo hasta que ya no recibía ninguno.

Claro que no se rindió, solo comprendió que de esa forma no le iba a funcionar nada, algo con lo que persistió hasta el final fueron cartas, escribía tantas cartas como su mano y cerebro podían, él no tenía mente de poeta, para nada, pero el contacto que tuvo con Hyunjin le enseñó a ver la vida de una forma más bella y eso intentaba reflejar en sus cartas, no pedía que volvieran, en la mayoría solo agradecía por todo lo que pasaron juntos y pedía perdón por cualquier inconveniente que pudiera haber causado.

Guilty [Hyunlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora