07: To Recover the Table

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07: A Recuperar la Tabla 

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07: A Recuperar la Tabla 


Cada una de las exhibiciones obedecieron y fueron a sus puestos correspondidos. El guerrero llamado Atila y sus hombres se separaron de los demás para poder encontrar a los otros guardias, quedando solo Larry, sus hijos y Ahkmenrah.

Ellos estuvieron corriendo por el museo dispuestos a llegar a la camioneta donde los ladrones iban a huir. Al pasar por un pasillo Larry se detuvo mirando impresionado a un costado suyo.

Mara al mirar se quedó impresionada y sonrió satisfecha al ver cómo tanto los soldados de la guerra civil como los neandertales habían atrapado a dos de los guardias, atándolos a una de las banquetas.

-¡De eso estoy hablando!- exclamó -¡Así se hace, caballeros!

Los soldados y neandertales gritaron victoriosos levantando sus armas.

Bien atraparon a dos, ahora solo nos falta uno, el señor Cecil, dedujo Mara siguiendo a los tres hombres a la parte de atrás del museo.

Al entrar a la sala vieron el portón abierto que conectaba al exterior abierto y sin rastro de la camioneta.

-Desapareció- dijo el faraón, bastante alarmado -¿Cómo vamos a encontrarlo?

Hubo un silencio por unos segundos.

-Nos puede ayudar una amiga ¡Vengan!- su padre hizo un ademán con la mano para que lo siguieran.

Con rapidez corrieron por los pasillos, la chica reconoció el camino dándose cuenta que era el mismo que había dado con Cecil en su visita hace unos días.

Sus sospechas se hicieron ciertas cuando llegaron al área del antiguo Estados Unidos. Al ver al frente vio la exhibición de la expedición de Lewis y Clark, donde las figuras estaban en los mismos lugares pero moviéndose.

Su padre tomó una bala de cañón que había cerca.

-¡Cuidado!- le gritó a las figuras que estaban encerrados y con fuerza tiró la bala, rompiendo el vidrio protector.

Mara al escuchar aquel fuerte ruido del cristal rompiéndose se tapó los oídos con las manos. No soportaba escuchar ruidos fuertes.

Al romperse el cristal, la mujer indígena se acercó extrañada, mientras que los otros dos hombres seguían en la misma posición con las cabezas abajo.

-¡Oye, sacagawia! o wea...- llamó su padre acercándose a la mujer -Necesito un favor.

Al estar cerca de la mujer, la agarró de la mano ayudando a que bajara y no se lastimara con los cristales rotos.

DANCING QUEEN/Night at the MuseumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora