Las palabras que emanaron de los labios de la joven llenaron de alegría a Lena. Para ella, la promesa de una eternidad juntas era un bálsamo para su soledad, un destello de esperanza que les permitiría disfrutar de la vida, viendo pasar las generaciones futuras. Lena, de cabellos oscuros como la noche, abrazó a la rubia con una felicidad desbordante, consciente de que, contra todo pronóstico, no había sido juzgada. Sin embargo, la petición que estaba a punto de hacer la dejó completamente sorprendida.
Kara: Deseo verte en tu verdadera forma, anhelo que me reveles cómo seré realmente después de que lo hagas.
Lena: ¿Qué seguridad tengo de que no tomarás tus talones y huirás cuando eso ocurra?
Kara: Mi señora, he estado a tu lado durante casi veintitrés años, y te he contemplado cada amanecer desde entonces. No hay surcos del tiempo en tu piel, no hay manchas en tus manos, tus uñas permanecen inalteradas, tu cabello conserva su color original, tus ojos mantienen su brillo innato, tus labios siguen siendo de un rojo intenso y tu sonrisa sigue siendo la única capaz de hacer palpitar mi corazón con fuerza, incluso cuando la ofreces sin saber si estás irritada o contenta. Podría haber tomado mis bártulos y huido cuando me percaté en aquel viaje de que nunca envejecerías. Podría haberlo hecho mucho antes, cuando mis progenitores se enfurecían conmigo y tú eludías mis preguntas sobre por qué no envejecías como ellos. Si hubiera deseado huir, lo habría intentado mucho antes. No uses esa excusa ahora y cumple con lo que te solicito.
Lena una dama de una belleza deslumbrante, que evoca los ideales románticos de la época. Su estatura, que se eleva majestuosamente hasta alcanzar los 1.68 metros, la coloca en un pedestal de gracia y elegancia, cautivando a todos aquellos que tienen el privilegio de contemplarla.
Su cabello, de un negro azabache como la noche, cae en cascadas de rizos perfectamente definidos, enmarcando su rostro con una delicadeza propia de una obra de arte renacentista. Con cada movimiento, sus mechones oscuros parecen danzar en armonía, emulando los suaves movimientos de una melodía romántica.
Sus ojos, de un verde intenso y penetrante, son como esmeraldas que destellan con misterio y pasión. Son las ventanas de su alma, revelando una profundidad emocional que solo los poetas más sensibles podrían capturar en versos eternos. Cada mirada suya es un destello de encanto y seducción, capaz de derretir los corazones más fríos.
Su piel, de un tono pálido y suave como el mármol, es una obra maestra de la perfección. Cada poro está impregnado de una delicadeza exquisita, como si fuera una fina porcelana que solo puede ser apreciada por aquellos que saben valorar la belleza en su forma más pura. Sus pómulos altos, delicadamente esculpidos, añaden un toque de elegancia aristocrática a su rostro angelical.
Pero es su sonrisa encantadora la que ilumina su rostro como un rayo de sol en un día nublado. Sus labios, de un rosa suave y seductor, se curvan con gracia y ternura, revelando una dentadura perfecta que parece haber sido esculpida por los dioses del amor. Cada vez que sonríe, el mundo se detiene por un instante, y todo aquel que tiene el privilegio de presenciarlo queda cautivado por su encanto irresistible.
En simples palabras, Lena personifica la belleza y la elegancia de la época de una manera cautivadora. Su presencia es como un cuadro viviente, una obra maestra que trasciende el tiempo y deja una huella imborrable en los corazones de aquellos que tienen el honor de cruzar su camino.
Aún con toda esa belleza privilegiada que poseía aceptó el pedido de quien ahora era su esposa, Lena, una vez transformada en un ser de la noche, adquirió características aún más monstruosas y aterradoras de la que se espero Kara. Su apariencia se volvió grotesca y perturbadora, generando miedo y repulsión en aquella que la veían.
Su cabello negro azabache se convirtió en una maraña retorcida y enredada, lleno de espinas afiladas que se movían de forma inquietante. Sus ojos verdes intensos se volvieron completamente negros, sin pupilas ni iris, emanando una mirada vacía y siniestra. Su piel pálida adquirió una textura escamosa y áspera, con venas oscuras que se retorcían por todo su cuerpo.
Su boca, ahora llena de colmillos afilados y desiguales, se abría en una sonrisa malévola llena de baba y saliva viscosa. Su rostro se deformó aún más, con protuberancias y tumores que se asomaban por su piel desgarrada. Su figura esbelta y elegante se distorsionó, con extremidades alargadas y retorcidas que parecían salir de su cuerpo de manera antinatural.
La transformación de Lena la convirtió en un ser monstruoso y aterrador. Su apariencia se volvió una pesadilla viviente, reflejando su conexión con el mundo de las criaturas de la oscuridad y su sed insaciable de sangre.
Lena: Lo que contemplas es el precio de la inmortalidad.
Kara: - Se acerca a ella y toca su piel con cautela. - Eres un ser monstruoso.
Lena: Sin embargo, te amo más que a cualquier otra cosa en este mundo.
Kara: Vuelve a tu forma original. - Lena asiente y gira con gracia, recuperando su apariencia de mujer hermosa. - ¿Me permitirías admirar tus labios?
Lena: No deberías hacer tal solicitud luego de…
Kara: - Besa sus labios con ternura, una pasión conocida se enciende en el acto. Lena, con su fuerza sobrenatural, retira con brusquedad la ropa de Kara. - La cama. - Indica la joven, pero Lena, en cambio, la carga en dirección opuesta hacia el sofá cercano al ventanal. Allí, la joven dama se entrega nuevamente a su esposa una y otra vez, satisfaciendo todos sus deseos, hasta que la luz del sol anuncia un nuevo día y en suaves gemidos, Kara susurra su deseo. - Muerdeme, mi señora.
Lena desliza su lengua por el cuello de su amada esposa, y justo en el momento en que los rayos del sol se hacen presentes, hunde sus afilados colmillos en su suave piel. Saborea el dulce sabor de su sangre, pero pronto se da cuenta de que algo ha salido mal. Su cuerpo comienza a debilitarse y su corazón late con menor fuerza. La preocupación se refleja en los ojos verdes de Lena, que brillan con intensidad. Tomando a la joven en sus brazos, la lleva con delicadeza hasta la cama, donde su figura desnuda es lo único que los suaves dedos de Lena pueden tocar en este momento de incertidumbre.
Kara: Mi señora...
Lena: Aguanta, mi amor. No permitiré que me abandones. - Muerde su piel y gotas de sangre se deslizan hasta los labios de su amada. - Vivirás mi amor, debes vivir.
ESTÁS LEYENDO
Dulce inocencia
FanfictionLena, miembro de la distinguida aristocracia vampírica de Inglaterra, regresó a su majestuosa morada y accedió a prestar su ayuda a Zor-el, uno de los íntimos amigos de su difunto padre. Sin embargo, en un giro inesperado del destino, encontró en su...