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Me desperté después de descansar de nuestros 3 rounds de orgasmos. Él seguía dormido, yo me levanté y me fui a la terraza. Llevaba una bata únicamente, corría aire helado, cuando menos lo pensé ya estábamos en Diciembre. Ya casi era Navidad y realmente seguía sin creer que sería madre. Se me antojó un café, así que bajé sin despertar a Arthur; encontré la cocina, la casa era casi similar en la organización a la de Canadá. Puse agua a hervir en la calentadera, estaba a punto de chillar cuando escuché un ruido proveniente detrás de mí, tomé el cuchillo enfrente de mí y me volteé. No había nadie, pegué el grito de mi vida, cuándo escuché el chirrido de la calentadera, me hubiera dado tremendamente igual si alguien más estaba, si únicamente me fuera atentar a mí, pero yo cargaba con mis dos seres más preciados en mi vientre, ahora las circunstancias eran diferentes. Apagué el agua, y volví a escuchar ruido y tomé el cuchillo otra vez, pero eran los chicos entrando a la cocina y me calmé.

- ¿Qué pasó? - me preguntó Arthur asustado, Edel buscaba si había algo o alguien pero nada.

- Nada, sólo me asusté con la calentadera, me estaba quedando dormida y el sonido me tomó por sorpresa. - Ninguno de los dos se tragó la historia pero no dijeron nada.

Tomé una taza, le eché una cucharada de café y dos de azúcar, le eché agua hasta la mitad...

- ¿Hay leche?

- Aquí está amor - me la dió.

- Gracias - le llené y lo revolví.

- Sabes que eso no es café cierto - me dijo Edel y lo miré mal.

- Así me gusta a mí, ¿algún problema? Tus sobrinos así lo quieren.

Se rieron los dos. Yo tomé mi café agusto.

- Vamos a desayunar, ¿qué te parece? - Arthur andaba muy emocionado de nuevo, como cuando me dijo aquella vez en alemán y no supe que era.

- Está bien, ustedes conocen aquí, aquí crecieron, escojan el lugar - dije yo.

Se me empezaban a antojar unos waffles con fresa y lechera, y jugo de naranja con zanahoria, que delicia. Se me hacía agua la boca.

- Que rico - susurré.

- ¿Quién? ¿Yo? Siempre - dijo mi querido Arthur.

- No hablaba de ti - me reí y Edel también.

Me fui a cambiar, dijeron que elegante. Así que escogí una blusa blanca manga larga, una falda beige, medias negras, saco beige igual que la falda y bufanda, bolsa y tacones negros. Iría con el pelo suelto, no tenía ganas de peinarlo, sólo lo desenrede. Me bañé y cambié; yo ya estaba lista, y me bajé mientras los chicos terminaban de alistarse.

- Te ves preciosa mi amor - llegó Arthur por detrás mío, ese perfume me gustaba mucho.

- Hueles rico - sonrió.

- ¿No te provoca náuseas? - preguntaba un tanto preocupado. Negué. Era tan lindo ver como se preocupaba.

- Vámonos - llegó Edel - Bereit? «Listo»

- Stets - le respondió mi querido Arthur. No entendí pero supuse que era cosa de hermanos, era más que obvio que ahora estaban más unidos y eso me alegraba.

Fuimos a un restaurante no muy lejos pero se veía caro y precioso. Dieron el carro en el valet parking, Arthur me ayudó a bajar.

- Wow, se ve muy bueno.

- Lo está - me aseguró.

Entramos y parecía un palacio, nos sentamos cerca de un ventanal, aunque por donde entramos se veía lleno y aquí sólo estábamos nosotros tres. Me imagino que reservaron a pesar de ser de un día para otro.

ARIA [TERMINADA +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora