4. El señor Roudtre

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capitulo cuatro

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capitulo cuatro

El corazón de Rose dio un brinco, y la bruja también, con lo que se le cayeron al suelo casi todas las uñas que llevaba en la bandeja, y le echó una maldición mientras la mole de Hagrid, el guardián de Hogwarts, se acercaba
con paso decidido y sus ojos de un negro azabache destellaban sobre la hirsuta barba.

—¡Hagrid! —dijo Harry, con la voz ronca por la emoción—. Nos perdimos…, y los polvos flu…

Hagrid tomo a Harry por el pescuezo con
Rose puesta detrás del gran hombre y le separó de la bruja, con lo que consiguió que a ésta le cayera la bandeja definitivamente al suelo. Los gritos de la bruja les siguieron a lo largo del retorcido callejón hasta que llegaron a un lugar iluminado por la luz del sol. Rose vio en la distancia un edificio que le resultaba conocido, de mármol blanco como la nieve: era el banco de Gringotts. Hagrid los había conducido hasta el callejón Diagon.

—¡No tienen remedio! —le dijo Hagrid de mala uva, sacudiéndole el hollín con tanto ímpetu que casi lo tira contra un barril de excrementos de dragón que había a la entrada de una farmacia—. Merodeando por el
callejón Knockturn… No sé, es un mal sitio… Será mejor que nadie los vea por allí.

—Ya me di cuenta —dijo Harry, agachándose cuando Hagrid hizo ademán de volver a sacudirle el hollín y después hacerlo lo mismo con Rose.

—¿Que hacías ahí, Hagrid? —quiso saber Rose peinando con sus manos su rojo cabello.

—Buscaba un repelente contra las babosas carnívoras —gruñó Hagrid—. Están echando a perder las berzas. ¿Estan solos?

—Hemos venido con los Weasley, pero nos hemos separado —explicó Harry—. Tenemos que buscarlos…

—Molly debe estar preocupada —afirmo Rose.

Bajaron juntos por la calle.

—¿Por qué no has respondido a ninguna de mis cartas? —preguntó a Harry, que se veía obligado a trotar a su lado (tenian que dar tres pasos por cada zancada que Hagrid daba con sus grandes botas). Harry se lo explicó todo sobre Dobby y los Dursley.

»¡Condenados muggles! —gruñó Hagrid—. Si hubiera sabido…

—¡Blair! ¡Harry! ¡Aquí!

Rose vio a Hermione Granger en lo alto de las escaleras de Gringotts y a su lado Zoe Roudtre, sus mejores amiga. Corrió hacia ellas con los brazos abiertos.

—¿Te encuentras bien? ¿que rayos hiciste para que te llegue esa carta? —acuso Zoe refiriéndose a la carta del ministerio.

—Oh, bueno, es larga historia, pero no te preocupes...¿cómo sabías?

—Mi papá trabaja en el ministerio de magia, en el mismo departamento del que te llegó esa carta por usar magia contra un muggle —contestó Zoe, cruzándose de brazos.

ROSE Y LA CÁMARA SECRETA, Harry Potter [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora