5. ¡El coche!

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capitulo cinco

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capitulo cinco

EL FINAL DEL verano llegó más rápido de lo que Rose habría querido. Estaba deseando volver a Hogwarts, pero por otro lado, el mes que había pasado en La Madriguera había sido el más feliz de su vida. Le resultaba difícil no sentir envidia de Ron.

La última noche, la señora Weasley hizo aparecer, por medio de un conjuro, una cena suntuosa que incluía todos los manjares favoritos de Rose y Harry y que terminó con un suculento pudín de melaza. Fred y George
redondearon la noche con una exhibición de las bengalas del doctor Filibuster, y llenaron la cocina con chispas azules y rojas que rebotaban del techo a las paredes durante al menos media hora. Después de esto, llegó el
momento de tomar una última taza de chocolate caliente e ir a la cama.

A la mañana siguiente, les llevó mucho rato ponerse en marcha. Se levantaron con el canto del gallo, pero parecía que quedaban muchas cosas por preparar.

—Oh, Ginny, déjame dormír más por favor —suplicó Rose somnolienta.

—Tendrías que dormir más temprano si quieres dormir más —aconsejó Ginny mientras peinaba su llamativo cabello.

Rose se paró con los ojos todavía entre cerrados y buscando su ropa en su valija.
Hermione y Zoe eran quien más sabían que Rose tenía menos ropa de la que podía usar y durante el verano le envío paquetes con ropa el día de su cumpleaños, Rose los recibió gustosa sin siquiera prestarle atención a los interrogatorios de sus compañeras del orfanato, pero se sentía algo mal por el día que debió haber gastado sus mejores amigas.

Ginny le ofreció un cepillo de pelo a Rose mientras está subía la cremallera de su campera roja.

—¿Estoy muy despeinada? —preguntó Rose aceptando el cepillo y lo pasaba por su cabello.

—Nada nuevo, si te tranquiliza —dijo la menor de los Weasley —. Baja cuando no estés lista, antes de que Ronald devore todo.

—¡No te tropiezes si ves a Harry! —gritó Rose con diversión.

Segundos después se encontraba bajando las escaleras chocando con Arthur que bajaba el baúl de Ginny al auto, después con Fred y George bajando semi vestidos.

Para su sorpresa no había nadie desayunando en la mesa, es más, había un aire de desastre. La señora Weasley, de mal humor, iba de aquí para allá como una exhalación de cansancio, buscando tan pronto unos calcetines como una pluma, o simplemente viendo que ninguno de sus hijos se olvide nada.

—¡Rose querida! —exclamo Molly mirando con dulzura a Rose—. Tu y Ginny se levantaron algo tarde. ¿Ya estás lista cielo? Puedes ir afuera a ayudar Harry y Arthur.

Dijo y le dió una tostada untada en mermelada de calabaza. Rose a veces no comprendía cómo Molly la podía tratar como si fuera una más de su gran familia, era tan dulce con alguien que no conocía hace mucho, que no era nada suyo, solo era la amiga de su hijo, a Rose le hacía pensar que tanto ella como Arthur la veían con pena por ser huérfana al igual que Harry. Era algo abrumante saber que todos sus amigos sentían algo de lastima por ella.

ROSE Y LA CÁMARA SECRETA, Harry Potter [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora