3. Callejón Knockturn.

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capitulo tres

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capitulo tres

LA vida en La Madriguera no se parecía en nada a la del orfanato, dónde todo era común y aburrido, en la casa Weasley había sorpresas y cosas sorprendentes todos los días. Rose se llevó un buen susto la primera vez que se miró en el espejo que había sobre la chimenea de la cocina, y el espejo le gritó: «¡Pero que encantadora! pero arréglate ese cabello, encanto.»

El espíritu del ático aullaba y golpeaba las tuberías cada vez que le parecía que reinaba demasiada tranquilidad en la casa. Y las explosiones en el cuarto de Fred y George se consideraban completamente normales. Lo que Rose encontraba más raro en casa de Ron, sin embargo, no era el espejo parlante
ni el espíritu que hacía ruidos, sino el hecho de que allí, al parecer, todos le querían, a nadie le molestaba su presencia ni esperaba el momento para deshacerse de ella.

La señora Weasley se preocupaba por el estado de sus calcetines e intentaba hacerle comer cuatro raciones en cada comida. Al señor Weasley le gustaba contarle historias de su trabajo (historias que sus hijos ya había escuchado mil veces) pero Rose disfrutaba de escuchar.

Ginny era particularmente divertida, claro mientras que Harry no estuviera a tres metros a la redonda, aún así la convivencia en su cuarto era buena. Ha de decir que le molestaba su torpeza y más a la hora del almuerzo cuando algo se le caí, al principio le daba risa y luego cuando derramó jugo de naranja sobre su blusa favorita, y ahí fue cuando le dejo de dar risa.

Algo molesto que le había ocurrido fue que le llegó una carta del ministerio de magia, más exactamente del departamento de Uso De Magia Indebida, por la noche en la que uso un hechizo encontrá del tío de Harry, pero no sé preocupo mucho, no tenía pensado volver hacer magia fuera de Hogwarts.

Aunque ella no lo considero necesario, la señora Weasley le obligó a escribir una carta al Orfanato para decir que estaba todo bien y que iba a pasar las vacaciones en casa de un amigo. Rose no se molesto en no ser breve pues la carta era para Rachel y le iba a dejar a ella el trabajo de explicar su ausencia en el Orfanato del cual solo extrañaba bajar al pueblo y tirarle piedras a las casa cerca, y meterse en problemas por romper una que otra ventana.

Una mañana soleada, cuando llevaba más o menos una semana en La Madriguera, Rose desayunaba con el señor, la señora Weasley y con Ginny a la mesa de la cocina. Al ver a Harry, Ginny dio sin querer un golpe al cuenco de las gachas y éste se cayó al suelo con gran estrépito.

Ginny solía tirar las cosas cada vez que Harry entraba en la habitación donde ella estaba. Se metió debajo de la mesa para recoger el cuenco y se levantó con la cara tan colorada y brillante como un tomate. Haciendo como que no lo había visto, Harry se sentó y cogió la tostada que le pasaba la señora Weasley.

-Han llegado cartas del colegio -dijo el señor Weasley, entregando a Harry y a Ron dos sobres idénticos de pergamino amarillento, con la dirección escrita en tinta verde-. Dumbledore ya sabe que estan aqui; a ése no se le escapa una. También han llegado cartas para ustedes dos -añadió, al ver entrar tranquilamente a Fred y George, todavía en pijama.

ROSE Y LA CÁMARA SECRETA, Harry Potter [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora