Tercer año

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Freen debería de estar feliz. Se acercaban las vacaciones de verano por lo que pronto podría dormir hasta tarde y encerrarse en su habitación para jugar videojuegos con su hermano o leer aquellos libros que su padre solía llevarle. Sin embargo, era difícil sentirse contenta si tenía que asistir a un paseo con toda su clase.
Irían de camping para celebrar el haber terminado los exámenes, y varios padres se habían unido al paseo para cuidar de sus pequeños. El bus rebosaba de risas y conversaciónes amenas por todas partes, mientras que ella miraba con tristeza el asiento vacío junto a suyo. Ninguno de sus padres había podido acompañarla y ni siquiera tenía una amiga para compartir la hora de viaje. Suspiró, resignada, mirando por la ventana el lindo paisaje allá afuera, incluso los animalitos que encontraba permanecían a un grupo y ella se sentía tonta por tener nueve años y no haber hecho ningúna amiga aún.

- Estás mirando a Freen de nuevo - Irin comía una barra de chocolate mientras observaba a su mejor amiga, quien no dejaba de mirar en dirección a la morena.

- ¿Crees que ella se sienta sola? - la rubia se encogió de hombros - ¿Debería sentarme con ella?, ¿Te molestarías si me hago compañía?

- Me da igual - admitió - Pero, Beca, Freen siempre te corre cuando te acercas, ¿Crees que ahora sería diferente? - un puchero se formó en el labio inferior de la castaña mientras se hundía en su asiento. Era cierto, ella siempre era rechazada, ¿por qué sería diferente ahora?

La zona donde se desarrollaba el camping era bastante extensa, llena de juegos. Los niños correteaban de un lugar a otro mientras los adultos se encargaban de hacer el almuerzo. Freen pudo ver a un grupito llevar consigo una pelota de fútbol para comenzar un juego y estuvo tentada de pedirles participar, pero terminó por retroceder al recordar que probablemente le dirían que no.
Todos sabían cuan competitiva era y lo extrañamente talentosa que era para los deportes, así que hace mucho habían dejado de integrarla en los juegos porque simplemente se habían aburrido de perder contra ella.

Se sentó en uno de los columpios y miro a sus compañeros jugar, preguntándose si de verdad había ido a parar al lugar correcto. Esperaba llegar pronto a la secundaria, con la esperanza de hacer amigos, porque no sabía si aguantaria una adolescencia sin tener con quién hablar.
Rebeca la observo suspirar por enésima vez en el día y también suspiró, sentido los pesares de aquella niña como si fueran propios.

Para cuando la hora de almuerzo llegó, todos los niños estaban dispersos en grupos mientras disfrutaban de su comida. Freen camino a través de ellos buscando algún lugar disponible, esperando que a ninguno le molestará incluirla por un momento, pero desistió de la idea cuando todos le dieron la espalda, haciendo como si no existiera.
Terminó por sentarse bajo la sombra de un solitario árbol, bastante apartada de todos y sintió sus ojos picar debido al deseo de llorar. Ella no quería estar ahí, su madre no debió haberle obligado a asistir.

- Freen está sola de nuevo - escucho Rebeca decir a un niño de su grupo, provocando que por reflejo alzará su cabeza en busca de la menor.

- Es porque nadie la quiere en su grupo - decía otra niña mientras comía - Es normal, es pesada - y el resto no tardó en darle la razón.

Irin no hablo, comenzaba a sentirse incómoda. El resto de los niños de la clase no eran realmente desagradables, pero de vez en cuando podían hacer comentarios bastante hirientes, sin siquiera ser conscientes de ello. Observó a su mejor amiga, quien seguía mirando a Freen, y sonrió suavemente antes de propinarle un pequeño empujón.

- Ve con ella - la animo, Rebeca la miro - Está acostumbrada a ti.

No se hizo del rogar, no contrapuso, simplemente se levantó bajo las mismas consternadas de todos y camino con un sentimiento apremiante en dirección a Freen, mas todo el miedo se disipó al instante de botar que aquella niña estaba llorando silenciosamente mientras comía. Freen había intentado contener su llanto, incluso ahora apartaba sus lágrimas con insistencia, pero era difícil ignorar el dolor punzante de su corazón. ¿Qué había hecho mal?, ¿Acaso en su vida pasada había sido una persona horrible y por eso tenía que pagar ahora por sus malas acciones?

Rebeca se sentó a su lado, pasando completamente inadvertida, y Freen de sobresalto cuando vio a alguien dejar un trozo gelatina en su plato.

- Te gusta mucho la gelatina, ¿cierto? - Becky sonreía dulcemente para ella - Puedes comerla si quieres - la ánimo.

- ¿Qué haces aquí?- el llanto por fin se había detenido, ella solo quería comprender en que momento aquella niña había llegado.

- Quería estar contigo, ¿no puedo? - Freen habría querido decir que no, pues ella no la quería ahí. No obstante, estaba demasiada agradecida con su compañía como para ser desagradable.

Comieron en un silencio particularmente cómodo, Rebeca estaba feliz con simplemente estar a su lado. El resto de la tarde paso con tranquilidad; Freen no se animaba a jugar con Becky, pero está no había dejado de seguirla en todas las direcciones y resultaba un poco cómica la manera que ni siquiera disimula el haberse convertido en su sombra.

Para cuando la hora de regreso llegó, Freen volvió a estar sola en su asiento, pero un sentimiento de paz abordaba ahora su pecho y estaba segura de poder dormir un rato en el viaje de regreso.

- ¿Puedo sentarme aquí? - escucho la voz de Freen a su lado y sus mejillas se llenaron de rubor al encontrarse con sus ojos.

- ¿Q-quieres sentarte conmigo?

- Si tú me dejas...- la pequeña estuvo a punto de aceptar, demasiada feliz por la compañía, más de inmediato se repuso y frunció el ceño, recordando lo esencial en su vida; ella y Rebeca no congeniaban.

- ¿Por qué preguntas?- desvío la mirada hacia la ventana, disfrazado su felicidad - Los asientos no llevan nombre, tonta.

Rebeca sonrió, demasiada acostumbrada a su actitud. Sabía en el fondo que Freen era lo más cercano a un dulce y esponjoso malvavisco, por lo que era graciosa la manera en que intentaba ocultar su linda personalidad. Se sentó a su lado, sin agregar más, y no dudó en apreciarla durante el trayecto mientras la contraria caía rendida por el cansancio.
Su cabeza chocaba constantemente contra la ventana y Rebeca mordió su lengua, un poco enternecida, mucho más divertida, y ni siquiera vaciló en rodear el cuerpo de su compañera y atraerlo a su para que descansará su cabeza en su hombro.

- Eres tan linda...- murmuró acariciando sus cabellos, agradeciendo que aquella niña tuviera el sueño pesado - Vas aceptar ser mi novia algún día, ¿cierto? - susurró bajito, separándose lo suficiente para ver su expresión pacífica mientras dormía.

Sonrió, queriendo verla así de tranquila por siempre, y depósito un pequeño beso en su rostro antes de finalmente decidir dormir un rato junto a ella.

ALL THIS YEARS [FREENBECK] 🌷🦦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora