Capítulo |19

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El día en que la Tierra se alejó del sol
~Lucas~

Hoy era ese día, martes 11 de junio. No podía recordarla pero al mismo tiempo quería hacerlo y era algo que me quemaba, los ojos me escocían. Así que me pasaba las mangas de la sudadera por encima de las ojeras.

No podía dormir, llevaba dos noches con insomnio. Igual que hace un año. Hoy era su cumpleaños y me encontraba de nuevo enfrente de su tumba como cada año.

—Lo-lo siento April —hable rompiéndome. Dejándome caer contra el pasto, al mismo tiempo en el que el pequeño ramo de flores caía a un costado.

April Jones, un alma de llena de luz  que se perdió entre las estrellas. Era la frase que su familia había escogido y que se podía leer a simple vista.

Ella fue mi mejor amiga y la perdí hace cuatro años por cancer. Fue toda una luchadora, jamás me avergoncé de ser su amigo. Para mí era todo un privilegio, nada me hacía más feliz que estar a su lado.

Hoy como cada año viaje a Cold spring, el lugar de donde vengo.

Antes de que mi padre tuviera más trabajo y viajáramos constantemente vivíamos aquí. A mi siempre me ha parecido mi hogar.

Antes de que me alejara, solía salir a jugar con April y sus hermanos a un pequeño valle a unos pocos kilómetros de la zona en donde vivíamos. Ambos éramos de familias bien posicionadas económicamente. Nada nos faltaba. Y todo a la vez.


Un par de horas después me encontraba bajando de mi jeep. Mientras emprendía mi camino hacia la gran entrada de mi casa. Sabía que era lo que me esperaba y aún así estaba harto.

Abrí la puerta de madera oscura para adentrarme al gran salón, lleno de cuadros antiguos. Un candelabro brilloso y mi madre sentada en uno de los sillones beiges.

—¿En dónde demonios estabas Lucas? —soltó a máxima velocidad. Con su revista apuntándome cual arma letal. Y esa mirada llena de desprecio que he recibido todo este tiempo—. Tu padre lleva toda la mañana buscándote. De verdad que no eres más que una pérdida de tiempo.

—Estaba el cementerio —musité cortando su parloteo.

No me atrevía a decir algo más. Estaba muy enojado y no habría manera de controlarme. Siempre era lo mismo, trataba de herirme con sus palabras pero estaba tan acostumbrado que ya no me hacían daño como antes.

Me di media vuelta y subí las escaleras, lo más rápido que mi cuerpo me lo permitía. No quería que nadie me viera a punto de sufrir un ataque. Nunca se han dado cuenta y esperaba mantenerlo así siempre.

Aún cuando lo único que desearía este día es gritar. Hoy me encontraba solo, tan solo que el cuerpo me pesaba y pedía a gritos caer en un sueño profundo.

Mi pequeño mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora