Mi pequeño mundo

Capítulo |21

Las manecillas del reloj
~Lucas~

Había recibido un par de llamadas de un número desconocido. No tenía ni la menor idea de quién era, así que contesté a la tercer llamada. Porque comenzaba a sentirme ansioso.

—Diga —respondí en automático.

—¡Por fin! Lucas, hijo. Soy Danesse —soltó apresuradamente—. ¿Chloe está contigo? Llevo toda la tarde llamándola y no responde.

Sentí que me paralizaba al escuchar sus palabras y un nudo comenzaba a formarse dentro de mi garganta. Lo cual me dificultaba decir algo.

Me sentía culpable porque había desaparecido repentinamente toda una semana, incluso después de haberle dicho que ella era mi hilo rojo.
Pero era lo que yo necesitaba, alejarme.

—No, no. No la he visto —dije aclarándome la garganta, mientras estacionaba el jeep cerca de una pizzería—. Pero ahora mismo iré a buscarla. Le prometo que si sé algo o la encuentro le avisaré inmediatamente.

⋆

Había recorrido todos los lugares posibles en donde pudiera estar. Pero no la había encontrado. Llegue hasta el mirador con la esperanza de que pudiera estar ahí. Y solo encontré a una pareja besándose, así que me alejé. Metiéndome en el jeep y dándole un golpe de frustración al volante.

Eran las diez cincuenta, ya casi serían las once y no sabía en dónde más buscarla. No, o solamente había un lugar en donde no había buscado aún.

Llevaba tres minutos manejando cuando llegue por fin. Bajé del jeep con mi chaqueta negra, y emprendí mi camino hacia la entrada. Solo había una lámpara con una luz tenue, casi inexistente, lo cual no proyectaba vida alguna.

Pero extrañamente las gotas de agua que caían sobre mí me tranquilizaron. Iba por la mitad del cementerio cuando vi un cabello rubio empapado, era ella.
Mi rubia, estaba de rodillas frente a tres tumbas y temblaba. Estaba empapada, así que me acerqué cuidadosamente hasta estar a su lado.

—Chloe —pronuncie sigilosamente, mientras tomaba mi chaqueta y la ponía sobre sus hombros. Al mismo tiempo que su mirada recaía en mi, sus hermosas motas cafés estaban tan apagadas que me aterrorizó decir algo más.

Sus ojos estaban tan hinchados y llenos de lágrimas que se me rompió el corazón, ahí justo delante de ella un pedazo de mi alma se impregnó en ese momento.

—Y-yo, tenía que despedirme de ellos Lucas —habló mientras agachaba la mirada—. Sabes, es-esto no es fácil. Yo debería de estar en su lugar. Mi pequeño Cal debería de estar jugando con los niños de su edad, yo no merezco estar aquí. No mientras ellos se encuentran a tres metros bajo tierra. Hechos polvo.

Escuchaba como decía cada palabra, y cada una tenía un motivo. Jamás había escuchado tanto dolor proveniente de una persona. Y no sabía a dónde quería llegar diciéndome todo eso.
Simplemente escucharía deseando valer la pena.

—Lucas, yo debía de haberte dicho esto antes. Pero estaba convencida de que aún había tiempo y aquella vez no pude decir nada. Sé que me quieres porque yo también lo hago. Y por ello pienso que no te merezcas esto, y-yo estoy rota y no creo que pueda pegar todas las piezas ahora. Simplemente desearía poder haberte conocido en otro momento —dijo mientras su voz se rasgaba con cada sollozo—. Eres alguien muy especial en mi vida y en mi corazón. Es solo que...

Me encontraba en shock, tratando de analizar cada una de sus palabras. Se sentía como si hubiera océanos entre ella y yo otra vez. Y me está demoliendo saber a dónde llegarán sus palabras.

—¿Es sólo qué, Chloe? —musité al aclararme la garganta.

—Me iré.

Y al pronunciar esas dos palabras el aire de mis pulmones desapareció.
Ahí en ese instante en el que el reloj de la torre hacía sonar su campana, mientras marcaba las 11:10 pm. Y la lluvia cubría nuestros cuerpos mi corazón se rompió un poco más.
Ella nunca lo sabría pero se estaba llevando una parte de mi, algo que era solo de ella.
La quería y siempre lo haría.