EL VESTIDO PERFECTO - II

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Estaba por empezar la mañana viendo televisión cuando Antón me pidió salir, pero tampoco podía negarme así que mientras caminábamos recorriendo bonitos lugares además de tomarnos foto juntos, algo obligada pues decía que no teníamos fotos de pareja.

Almorzamos con su familia para luego todos juntos visitamos una feria y acabar viendo una película en blanco y negro, sentados en el jardín, me sentía algo incomoda ya que en todo momento Antón me abrazaba y en momentos colocaba su cabeza en mi hombro, acaso se olvidaba que este matrimonio no era por año, cada vez que intentaba huir besaba mi mejilla por lo que decidí quedarme quieta.

Aquella misma noche tomamos un avión pues muchos iniciaríamos un lunes super ajetreados, por mi parte tenia clases y turno en el club por la tarde.

Desperté nuevamente en una cama super suave pero teniendo un aroma varonil y no a flores como mi habitación, al abrir los ojos observe la claridad del cielo, me asusto a tal punto que me levente de golpe encontrando a un Antón aun dormido.

Ya me encontraba lista para irme a clases, ya iba tarde pero mientras llegara a la practica era posible, pero un hombre somnoliento apareció como si recién empezara su mañana.

Nos encontrábamos en camino, el aun en pijama manejando a una velocidad prudente mientras yo lo observaba por momentos sin saber si reír, llorar o preocuparme.

Tuve la suerte de poder ingresar al aula, aunque me encontraba en el grupo de tardones con una amonestación, preferí no quejarme como lo hicieron algunos, di mi prueba, como siempre la mejor nota por ello estaba feliz.

Camine a la salida pues quería comer algo antes de ir a trabajar pero grande fue mi sorpresa al encontrar a Antón estacionado fuera de la universidad escribiendo en su teléfono, para que luego vibrara mi teléfono.

Tenia el tiempo suficiente como para llegar al trabajo esperaba que me dejara ir al final, por ahora no fuimos a un lugar tan elegante para un almuerzo e incluimos un postre.

Como tenia algo de trabajo acumulado por lo que nos despedimos luego de almorzar, yo me encamine al club en donde me encontré con Harry quien me comento que ya tenia todo listo para la pequeña celebración casi como una despedida pero hecha fiesta.

Llegar a una casa aparentemente vacía donde nadie te reciba ya era costumbre para mí, solo esperaba poder tener una mascota cuando tenga mi propia independencia.

Si mi cuerpo no tocaba un sofá o cama para descansar luego del largo día juro que me desmayaría del cansancio, estas dos semanas eran una fatalidad entre exámenes escritos, practicas y el trabajo, solo esperaba dormir por dos semanas hasta el día de la boda.

Mi dulce sueño fue interrumpido por un incesante sonido de mi trabajo, aun me sentía cansada y no creía que tan rápido paso la hora para que sonara la alarma pero al tomar mi teléfono me sorprendí al notar que eran cerca de la una de la madrugada.

Estaba por desmayarme del cansancio, odiaba que aquel odiosos hombre se le ocurriera hacer este tipo de actividades, acaso no tenia a sus amigo para que le ayudaran, justo ahora ni los llama.

Dios este hombre pesaba horrores, tenia ganas de dejarlo tirado en el piso, pero tampoco quería acabar odiada, lo malo es que tenía una sola habitación, lo deje en su cama, retire sus zapatos y lo tape con la manta para luego yo dormir en el sofá y sí que lo necesitaba.

Mi adorado sueño fue interrumpido por un Antón que parecía no haber estado tomando el día anterior ni con resaca, tenia buena resistencia, juro que tenía la intención de saludarlo pero aun moría de sueño así que solo me volvía a acurrucar en el sofá.

Desperté en un lugar suave y cómodo que no era el sofá y resulto que me encontraba en su habitación sola por suerte.

Al salir a la sala, lo encontré trabajando en su computador muy concentrado, salude, para luego buscar mis zapatos e irme a casa, ya no tenia que practicar por la vacaciones aunque aún seguiría trabajando pero no los fines de semana por ahora.

EL DIA DE MI BODA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora