•|Shelter|•

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— ¿Cómo que me suba a tu espalda? ¿Estás demente acaso?— Mi sorpresa fue demasiado notoria y al parecer, un poco exagerada. Chan-Young se rio levemente antes de negar con la cabeza.

— Olvídalo, mi oferta expiró.

— No te conozco y ya te detesto. No puedo seguir caminando. 

— Exagerada. Era broma. Ya estamos cerca, mira.

Levanté la vista. Efectivamente, frente a nosotros se abría paso un estadio de grandes dimensiones. Afuera, un gran tumulto de gente.

— ¿Cómo me harás colarme entre ellos, genio?

— De eso yo me encargo, tu actúa normal.

— ¿Cómo se supone que actúo normal?

No me respondió, solo seguimos avanzando hasta llegar a la puerta de aquel gran estadio que albergaba un montón de vidas desesperadas por sobrevivir.

— Espero que te descubran, maldita— Ganas no me faltan de arrancarle la cabeza a ese sujeto. Realmente es un dolor en el culo.

Quizás mi deseo se cumpla antes de lo que esperaba.

Chan-Young me separó del resto y me llevó con él, ocultándonos durante unos segundos tras un auto estacionado cerca de ahí.

— ¿Lista?

— No, no entiendo nada.

— Tú solo no digas nada, solo actúa como una persona normal.

— No, si, claro. Que fácil es decirlo, que difícil es hacerlo.

— Solo necesito que me sigas la corriente. O al menos, dame unos datos. 

— ¿Qué clase de datos?

— ¿Cuánto tardas en curarte cuando te hacen una herida?— ¿What? No tengo ni idea. 

— Ni que me pusiera a contar como pendeja cuantos minutos tarda, Park. 

— No fue para ofenderte, cálmate. Dame tu mano— Sabía lo que haría, así que se la di sin problema. Después de todo, era en la única persona en la que confiaba ahora. 

En cuanto su mano tomó la mano, una sensación de calor acogedor me envolvió. Agradable. Luego sentí como el filo de aquel cuchillo se hundía en mi piel, abriéndola y dejando que la sangre fluya por mi mano, de paso también en la de Chan-Young. 

— Te estoy manchando con mi sangre— Esa frase, no era tan simple como parecía. Se la estaba diciendo en doble sentido, un trasfondo que esperaba comprendiese. Había salvado su vida, pero él se sentía con la responsabilidad de ayudarme debido a eso. Y en parte, al estar en mi defensa, su honor estaba siendo manchado por mis actos. 

— Todos nos manchamos en algún momento— Y lo entendió. Pero a pesar de entenderlo, simplemente me dio una respuesta que no esperaba. E iba a cuestionar su fe en mi persona, pero él se adelantó— Nadie nace manchado, T/n. En algún momento, otros te manchan y ocasionan que poco a poco, vayas esparciendo esa misma mancha a los demás. 

— No tiene porqué. Tiene que cortar el ciclo.

— ¿Pero no es complicado cortarlo? A veces, te manchan tanto que ni te reconoces a ti misma. Si tú me manchas, no me molesta. Imagino te cuestionas el porqué. No pareces ser una mala persona, al menos lo poco que conozco de ti. Arriesgaste tu vida para salvarme, aún cuando no me conocías. Por lo que escucho que repites y nadie te contradice, la forma en la que estás reaccionando fue causada por ellos. Te mancharon, y tú estás reflejando eso. No me importa si lo haces conmigo, la mancha que dejas en mí no es mala. 

Sweet Home 2 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora