01

246 23 4
                                    


Entonces, como cada jueves, después de dejar a su novio dormido se fue con su amante a su departamento, incluso él lo había ido a buscar en su enorme motocicleta BMW M con esa sonrisa ladina típica de un galán como lo era Park Jimin, su casco del mismo color negro mate bajo su brazo derecho.

Se pasó la mano libre llena de anillos plateados por los cabellos rubios cenizos sin borrar su gesto coqueto y Jungkook juró que se derretía mientras se acercaba mordiéndose el labio superior en un vago intento de atenuar la boba sonrisa enamoradiza que quería asomarse en su rostro.

En cuanto estuvo cerca Jimin lo jaló suavemente del brazo.

— ¿Me extrañabas precioso? — le susurró deslizando su mano a su cintura. Tímido, Jungkook se limitó a asentir y le dió un pico en los labios.

Al cabo de veinticinco minutos ya estaban en el lujoso apartamento del rubio, quien era único hijo de los Park, dueños de una exitosa cadena de hoteles alrededor de todo el mundo. No era para menos, la mayoría de las personas que estudiaban en esa universidad eran hijos de familias prestigiosas, había muy pocas excepciones de personas que ganaban su lugar allí con becas o puntajes deslumbrantes en el examen que hacían antes de graduarse de secundaria.

Como él, que se había graduado con honores y miles de propuestas de universidades queriéndolo como estudiante. Sin embargo, había terminado en la UCA porque su novio, también hijo de personas prestigiosas, estudiaba ya allí. Él y Yoongi se conocieron un día en el que se ofreció a ayudar a su mamá en el café-librería que había inaugurado hace poco con sus ahorros y sin querer había derramado un granizado sobre la camisa de ese hermoso pelinegro.

Yoongi le gustó desde el principio, porque a diferencia de muchas otras personas, no reaccionó histérico gritándole que había echado a perder su costosa camisa LV y que no le iba a alcanzar la miserable vida que tenía para pagarla. En cambio, cuando se desmoronó en mil disculpas y maldiciones por su inminente torpeza, él le había dicho con mucha tranquilidad que los accidentes podían ocurrirle a cualquier persona, que no era nada grave y que con su número bastaba como disculpa. Esto al inicio siendo una broma para poner nervioso a Jungkook, pero que acabó uniéndolos como pareja luego de unos meses saliendo. Hoy en día siempre bromeaban sobre ello y le contaban la anécdota a sus amigos entre risas.

Sin embargo, su relación no era tan pública, sólo sabían de ella algunas personas en la universidad, porque Yoongi le había insistido mucho en que era mejor mantener las cosas privadas, para evitar cuchicheos en los pasillos y problemas con sus padres, los Min. Jungkook aceptó sin poner mucha objeción, después de todo esa era su primera relación seria.

O tal vez no, teniendo en cuenta que se encontraba devorándole la boca a Park Jimin en ese momento mientras su novio estaba acurrucado entre las sábanas, totalmente ajeno a lo que estaba sucediendo. Quería sentirse mal, como un traidor infiel. Quería querer empujar al rubio lejos de su vida y correr a los brazos de su Yoongi con lágrimas en los ojos mientras suplicaba perdón, porque una ruptura de corazón sí que no podría pagarla ni aunque tuviera todo el dinero en el mundo.

Pero no se sentía del todo mal, aunque era consciente de su traición eso no hacía que se mirase a sí mismo con repulsión, ni que quisiera dejar sus noches con Jimin a un lado. Por el contrario, cada vez estaba más hundido entre ambos hombres, deseándolos y quizá amándolos a ambos. A pesar de todo eso, sabía que su corazón siempre querría un poquito más a Yoongi, por la historia que compartían.

Así, mientras los amantes yacían en la cama, arropados y abrazándose bajo las sábanas, Jungkook todavía no podía hacer que el arrepentimiento real viniera a él.

Sólo podía preguntarse cuánto tardaría el próximo jueves en llegar.










¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
J. O. Y | JimSu/ KookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora