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—Mierda.

La pila de papeles cayó, un desastre ahora en la alfombra de su oficina. Demasiados trabajos sin calificar, proyectos parciales que tenían más de diez hojas de texto en cada carpeta.

Se arrodilló, intentando no revolver cada trabajo en esa pila desastrosa, su mano pasó por su canosa cabellera, tirando por la frustración. Luego de un par de segundos empezó a hacer una torre, aún sin poder ordenarlos correctamente, y entonces su puerta se abrió haciéndolo mirar.

—Hola.

Fue un saludo muy suave, pero ella no pudo evitar fruncir el ceño al verlo allí, haciéndola arrodillarse frente a él, buscando ayudarle.

—Veo que estás teniendo problemas.

—Un poco.

—No parece un poco.—susurró la joven terminando de recoger lo que quedaba del desastre, colocando los papeles en la pila que él había creado en la alfombra.

—Estoy muy estresado éstos días.

—Puedo darme cuenta.—Se tiró totalmente a su costado, tirando la pequeña mochila en su regazo.—.

Ese suspiro frustrado escapó de los labios del mayor, mirando como la mayoría de los proyectos ahora estaban mezclados entre sí, y por lo parecido que era el formato de la mayoría, sería imposible que pudiese distinguir a cuál le pertenecía cada hoja. Se quedó pensante durante un instante, hasta que lo distrajo esos ruidos metálicos a su lado, pero sólo era Val jugueteando un llavero de cadenas, probablemente sólo haciéndole compañía.

Él llevó su mirada a su reloj, dándose cuenta que ella usualmente no estaba en los pasillos y que probablemente tenía clases, entonces, ¿por qué estaba ahora allí con él? Durante la última semana y media sus conversaciones habían sido mínimas durante los pasillos ante las apretadas agendas de ambos pero ahora ella estaba aquí, y ni siquiera eran las 4 pm.

—¿No tienes alguna clase?

—Estoy excenta en todas las clases, básicamente mis demás profesores me dijeron que era libre.—anunció, levantando la mirada.—. Pensé que tú desearías alguna compañía, y también deseaba venir a verte.

—Quizá se vea extraño estar en esta situación.

Val rodó los ojos, apartando el llavero de sus manos y sosteniéndose del suelo.—Yo sólo veo como estás batallando con esos papeles revueltos, además que venía a devolverte el libro, si prefieres puedo irme.

—No quiero que te vayas.—escapó de sus labios, ni siquiera tuvo tiempo de analizarlo.—. Quizá puedas ayudarme a ordenar esto.

—Por supuesto.

El silencio se apoderó en un par de minutos, ambos con la vista en cada papel para analizar el pie de página y los formatos diferentes para cada documento, logrando un par luego de quince minutos, pero ese sólo era el comienzo. Oscar notó como aún estaba ese collar adornando el cuello de la joven, casi acostumbrado desde la primera vez que vió ese viejo anillo en su fino cuello.

—Al menos hoy inicia el fin de semana, si acabas esto, podrás ser libre, como yo.—bromeó la fémina, sus ojos y sus manos trabajando para ordenar los archivos.—.

—Tampoco tengo nada que hacer fuera del trabajo.

—¿No tienes algún viejo amigo de confianza? Sinceramente no sé qué se hace cuando eres tan adulto, aveces todavía me siento una niña y me emociono al pasar por el área de dulces del supermercado.

La media luna se formó en sus labios, adornada por su barba que parecía no parar de crecer.—Quizá pueda invitar a algún amigo a beber, dependiendo de sus agendas. La mayoría tienen familia, matrimonio, simplemente vidas formadas, incluso yo hace poco era así.

𝐁𝐄𝐅𝐎𝐑𝐄 𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐀𝐒𝐓 𝐃𝐀𝐘  ━  𝗢𝗦𝗖𝗔𝗥 𝗜𝗦𝗔𝗔𝗖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora