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Toc toc

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Toc toc

Tan sólo aquello le hizo irritar, ni siquiera se tomó las molestias de darse la vuelta para saber de quién se trataba. Su cerebro trabajaba en base a cafeína, cuatro días del ciclo escolar habían tomado todo de sí, el estrés le estaba sacando más canas de las que los últimos diez años pudieron.

—Si es algo de clase, se verá en clase. —Alzó la voz, con ese tono amargo mientras que ordenaba esos papeles en su escritorio.—.

Oscar escuchó la puerta cerrarse, dejando que un suspiro ahogado escaparse. Quería tan sólo poder tener un instante donde no tuviera que seguir siendo responsable de ser el designado para esa semana de inducción para los nuevos alumnos. Él sabía que era estresante, pero no supo cuánto hasta que lo vivió en carne propia.

—Sólo hasta que acabe la semana. —Se recordó a sí mismo, pasándose una mano por los rizos canosos, ya desordenados.—. Tres días más.

—¿Tres días más?

Oscar se sobresaltó, poniéndose una mano en el pecho. Giró la mirada esperando ver a un alumno, como había estado recibiendo todos estos días, pero en lugar de eso, sólo vio a su mujer de lado, investigando en el pequeño librero como si no conociera cada título que estaba allí.

—¿Hace cuánto estás ahí?

—Desde tu gruñón "si es algo de la clase, se verá en clase". —la menor aclaró, girando su mirada hacia él.—. Mi plan original era no sé, diferente, pero tu luces realmente mal.

El canoso rió, negando mientras que se sentaba en su escritorio con esa carpeta mal acomodada en sus manos. Los papeles sobresalían a todas las direcciones posibles, y aunque él sabía que debía ordenarlo, sólo lo dejó en el escritorio, estirándose ligeramente en la silla.

—He estado estresado, la semana de inducción y que básicamente me hayan puesto de consejero sin aviso no es algo que haya podido manejar de la manera que yo deseaba.

Kyrie se sentó sobre el escritorio, dejando que sus piernas se cruzaran. No hizo falta más que una mirada para que ella ya hubiera criticado ese desastre inusual en el escritorio de Oscar. Pero por supuesto, no lo diría en voz alta.

—Lo sé. He intentado venir a verte durante éstos días más de siete veces, y siempre hay alguien en tu oficina, o apunto de entrar.

—Lo siento.

—Extraño estar en tu clase. Ya ni siquiera me dan la opción de que sea curso extra.

Oscar rió, mirándola.—Quizá porque ya te has acabado todo el temario habido y por haber, te graduarás incluso con un minor en filosofía sólo por tu capricho de estar en mi clase.

—Tenía un profesor que me ponía, ¿qué culpa tengo yo?

—Kyrie.

—Que me pone, pero ahora más.

𝐁𝐄𝐅𝐎𝐑𝐄 𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐀𝐒𝐓 𝐃𝐀𝐘  ━  𝗢𝗦𝗖𝗔𝗥 𝗜𝗦𝗔𝗔𝗖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora