Shyness

15 5 0
                                    

La cabeza de Hao martilleaba su sien, se sentía mareado desde el primer momento en el que abrió los ojos. Miró aquel techo conocido que solo daba vueltas, de nuevo se había pasado bebiendo.
Intentaba acomodarse lentamente cuando lo vio, HanBin estaba dormido, recostado en los pies de su cama. Medio cuerpo en el suelo, medio cuerpo apoyado. Cerca de él había una pequeña cubeta, que supuso trajo por si vomitaba.
Su cara se veía sonriente a pesar de la posición, su pelo negro brillaba con el sol del medio día que se colaba por las cortinas. Hao notó como se sonrojaba, como su corazón comenzaba a golpear con más frecuencia. Acercó su mano y acarició su cabello, HanBin se removió asustado. Abrió los ojos solo para encontrarse con una imagen mejor que la de un sueño. La cara del moreno estaba hinchada de tanto dormir, sin embargo seguía viéndose etérea a ojos de Bin, sus mejillas se colorearon con facilidad.

-Buenos días -respondió con voz ronca.-
-Buenos días -respondió Hao tímido por la situación-
-Ayer no estabas muy bien así que me quede... No quería que te murieras ahogado en tu pobre vómito -bromeó mientras se estiraba. Zhang Hao golpeó su hombro molesto por el chiste.
- Ni siquiera me diste un pijama o una manta, tuve que robárselas a Matthew, que también debió morir en casa de Jiwoong. -siguió burlándose de sus amigos los borrachos. Levantarse con él a su lado hacía que estuviera de mejor humor que nunca, incluso si su espalda le estaba matando por la posición incómoda.
-¡Yaa! -Hao levantó su puño risueño y lo notó. Corrió al baño y eliminó todo lo bebido la noche anterior. HanBin le siguió asustado y apartó el flequillo de su cara para que no se manchara. Buscó una toalla y la mojó con agua, remojó su espalda con cuidado esperando a que acabara de echarlo todo.
-Ya está, ya está... -dijo cariñosamente-
-Qué vergüenza... -musitó Hao tirando de la cadena-
-No contaré nada -gesticuló cerrando su boca y Zhang sonrío.-
-Iré a por algo para la resaca y de desayuno, túmbate no vuelvas a marearte. El moreno siguió sus órdenes a la perfección. Se tumbó y agradeció que le dejara solo, porque ahora tenía problemas para controlar su respiración. Le estaba volviendo loco, cada vez que le tocaba, que era tan servicial, Zhang Hao se sentía confundido, desorientado y nervioso. Pensó entonces en su novio, en lo que le había contado a HanBin la noche anterior, como le había dicho que el amor no debía doler, pero ojala fuera tan fácil como eso. Decir "no" cuando sientes que empieza a doler, pero luego te acostumbras, convives con ello hasta que ya no puedes vivir sin él y sin ese dolor. Lloró entonces, solo en ese cuarto, después de mucho tiempo quería llorar, era un desastre. Se sentía como tal, y HanBin había contribuido a ello.
Se envolvió en su manta y esperó a que el pelinegro llegara, intentando calmarse antes de que le viera así. No tardó en hacerlo, colocó la bolsa con lo que había comprado encima de la mesa y se acercó a él, pensando en que se habría vuelto a dormir. Acercó su cara para comprobarlo, encontrándose con dos grandes ojos cristalinos por el llanto, que le miraban. HanBin se ruborizó por la escasa distancia entre ambos, esta le permitía apreciarlo mejor que nunca, notar los lunares que adornaban su frente y ojos. Zhang Hao se ruborizó debajo de la manta, de verdad estaba acabando con él, con su poca cordura. No podía pensar, no más allá de aquellos labios entreabiertos que no decían nada aunque la situación lo requería. Bajó sus ojos intentando mantenerse cuerdo, lo encontró y tocó con sus dedos que había sacado estratégicamente de la cobija.
-Tenías un tatuaje... -lo perfiló con cuidado, siguiendo las líneas del sol dibujado en el pecho de Sung. HanBin cogió  su muñeca manteniendo aún la mano en su sitio. Hao le miró, quizás no era el único que estaba perdiendo la cabeza. Las orejas y mejillas de Bin estaban muy ruborizadas, sus ojos eran incapaces de mantener la mirada y su boca de decir cualquier cosa. Se sintió extrañamente bien, de verle tan frágil solo por su tacto, de pensar que no era el único que lo notaba.
Hubo un momento de silencio, seguido de un arrepentimiento por parte de Hao que acabó por taparse entero con la manta. Bin río tratando de alejar el calor generado por la situación.
-Desayuna anda... -Hao se levantó, aún envuelto en su manta, se estaba asando ahí dentro, al menos sería una excusa para explicar sus parchetas.
-¿No desayunas? -acabó por decir-
-HanBin negó- Tengo prisa, llego tarde a la cafetería. -Hao abrió su pequeño congelador y sacó un yogurt, similar al que le había dado el otro día.- Entonces llévate este, prometeme que te lo comerás. -El pelinegro sonrió al verlo, pareciendo tan pequeño cubierto por la enorme manta, sujetando el recipiente. Lo tomó.
-Prometo que me lo comeré mientras voy. -Sonrío y se fue, volviendo a dejarlo solo, pero esta vez ya no había ganas de llorar. Solo quería verle una vez más...

Broken Melodies - HaoBinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora