Why?

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Zhang Hao había venido a Corea a cursar su último año de universidad, aunque realmente no lo había hecho por esa razón. Venía siguiendo a alguien que había supuesto su mundo entero desde que su adolescencia comenzó. De cierto modo, no había hecho nada sin él y se sentía dependiente, por ese motivo cuando Huang-fu le dijo que se mudaba, Zhang Hao no supo qué hacer y solamente siguió los consejos de su adorado novio. Pero ahora que se encontraba en la realidad de la situación, se sentía decepcionado, Huang casi no estaba con él, su coreano no era tan bueno como para seguir las clases y su timidez le dificultaba hacer amigos. Sumado a esta pesadumbre, sentía que se distanciaba de sus sueños, el violín y la música.

-Soñó y volvió a su infancia, cuando aún era muy feliz. A su primer recuerdo, teniendo un violín en sus manos, jugar con sus cuerdas sin saber cómo tocarlo, mirar las caras de sus padres y abuelos que le felicitaban por su infantil torpeza. El violín era su vida, todo lo que realmente amaba y que sabía nunca le fallaría, con todo, nunca se había reconocido su talento, nunca más allá de una boda o una clase. Deseaba ser reconocido, deseaba que le escucharan, que sus canciones estuvieran a disposición de todos, pero no tenía el talento, al menos eso creía o le habían hecho creer hasta ese día.

Cuando se levantó angustiado en una habitación oscura, en una cama demasiado grande para no ser compartida. Una mañana gris tras los monzones de verano, que parecían darle la razón para sentirse abrumado. Cogió su violín y se vistió elegante, se paró en el espejo mirándose y pensando en lo estupido que se veía. Paseó hasta el campus, esquivando las miradas de los más madrugadores que le observaban como si fuera un animal raro. Se escondió en una clase, en la del edificio más cercano, no había estado allí nunca, pero eso facilitaba la situación. Se sentó en una de aquellas mesas, mirando con pena su violín y una pequeña hoja de pentagrama que había encontrado escondida entre sus cosas en China. Hacía tanto que no la veía, que ni siquiera se acordaba de ella, a pesar de ello, algo le llamó, necesitado de tocarla.

Colocó sus dedos torpemente sobre las cuerdas, su rostro sobre el instrumento y comenzó a tocar, siguiendo la composición que alguna vez comenzó. Con el tiempo cerró sus ojos, dejándose llevar por aquella pasión desbordante que sentía por la música. No escuchó siquiera el sonido de la puerta abriéndose, deleitado por su propia melodía.

Cuando las notas escritas se acabaron abrió de nuevo sus ojos, encontrándose con aquellos cabellos negros y unos ojos que parecían guardar el cielo nocturno. Le miraban a él, solo a él. Se sintió acobardado. Con todo, la curiosidad por saber lo que pensaba acabó ganándole.

El encuentro con el pelinegro despertó algo en él que llevaba mucho tiempo dormido, esas palabras tan honestas y torpes, pronunciadas con una clara verdad le conmovieron. Era la primera persona que sin estar obligado le habían reconocido, y eso le hacía feliz. Tanto que deseó compartirlo con la persona que amaba, corrió de aquella clase, esperando que el día se pasara rápido para contarle.

Huang llegó por la noche, deseoso de poder sentir a su novio. Hao estaba acostumbrado a ello, desde hace varios meses parecía lo único que buscaba de él, sin embargo, se mentía diciendo que estaba cansado por todo el trabajo.

-Gēge ¿Creés que tengo talento para el violín? -preguntó tímido mientras Huang besaba su cuello.-

-Eres bueno tocando... Pero a qué viene esto ahora. -sonó un tanto molesto pero continuó dejando marcas en el cuello del menor.-

-Hoy me han dicho algo que me ha hecho creer que lo tengo... Creo que he conseguido conmover a alguien. -Dijo suspirando como reacción por los besos.

-¿Quién es esa persona? -Su novio paró y se alejó, mirándolo con esos ojos que a Hao no le gustaban. La pregunta le dejó pensativo, no había preguntado el nombre del chico, estaba tan nervioso y avergonzado en ese momento que salió huyendo.

-N-No lo sé... Estaba en la clase donde estaba practicando una partitura... -Contestó honestamente, con voz temblorosa temiendo la respuesta de Huang.

-Ya veo...-su novio le bajó de sus piernas y cogió su camiseta.- Me alegro, pero sabes que el mundo de la música profesional es competitivo y...

-Lo sé cariño, aún así tengo que ayudar a mis padres...No es que tenga otra opción. -sonrió tristemente y cogió también su camisa, sabiendo que la velada se había acabado y que sería acompañado hasta casa. Hao era hijo único, y aunque deseaba dedicarse a la música, el temor de decepcionar a su familia le había hecho tomar otro camino. No obstante, eso no impidió que su sueño dejará de existir, quedándose como una espina en su corazón.

Cuando llegó a su apartamento se despidió de su novio y entró, saludó al sonriente canadiense intentando ocultar su tristeza. Matthew había intentado acercarse a él, pero Zhang tenía miedo de que sus problemas pudieran arruinar la hermosa felicidad del chico, por eso prefirió intentar no corresponder su amistad, aunque sabía que con el tiempo fracasaría.

Entró al baño y se miró el cuello pensativo, quizás su novio tenía razón, no tenía el talento o quizás las posibilidades. Fue a la pequeña cocina buscando algo que reconfortara su pesadumbre pero antes de abrir la nevera sonó la puerta, se acercó y abrió.

¿Era una broma del destino? ¿O simplemente casualidad? Hao se quedó sorprendido de volver a verle, él chico que le había devuelto sus esperanzas por un tiempo estaba de nuevo ante sus ojos cuando menos lo esperaba. Aquella mirada estelar volvía a mirarle, revolviendo su estómago, sintiendo que quizás era una señal, que el destino le estaba dando señales. Su mente le decía de olvidarlo. Comenzando una lucha constante, mantener aquella mirada le suponía un gran conflicto en su interior.

-Tú...-le escuchó musitar. Acto seguido Matthew gritó detrás suyo, ahí estaba su casualidad. Hao se recompuso, autoconvenciéndose de su estupidez.

-Soy Zhang Hao -Dijo convencido.

-Sung HanBin -respondió el pelinegro con un tono gracioso que hizo sonreír inconscientemente a Hao. Se sintió mareado cuando vio al contrario sonreír, quizás sería una casualidad, pero esa sonrisa echaba fuego a la pelea interior y a las mariposas en el estómago. El moreno quería irse, sabía que si se quedaba acabaría por dejarse convencer por el azar. Inventó una excusa y salió de la habitación. Corrió escaleras abajo, cuando paró de correr se encontró a sí mismo con un nombre en repetición en su cabeza.

-Sung HanBin...-replicó el tono del pelinegro. Y volvió a sonreír, ese era su nombre. Aunque no lo buscaba, apareció y Hao volvió a recuperar su curiosidad.

Quizás el realmente era una dirección del cielo, un indicio de que quizás, el violín si era su camino. Hao se dio la vuelta y regresó al apartamento esperando que la persona que buscaba aún siguiera ahí, para su decepción el joven ya se había ido pero por suerte, convivía con alguien que estaba en continuo contacto con él.

Broken Melodies - HaoBinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora