Always

80 8 1
                                    


HanBin se miró en el espejo antes de salir de su cuarto, tomó la mochila y revisó que sus cuadernos aún seguían ahí después del largo verano. Un nuevo semestre había comenzado, uno más en la larga lista. Aquello comenzaba a parecer un dejavu, podía predecir las palabras de su padre, el abrazo de su hermana y el beso en la mejilla de su madre, quien colocaba su pelo con cariño antes de que saliera por la puerta. Él solo sonrió antes los actos de su familia.

Tomó su bicicleta y arrancó a pedalear a la estación de tren. Esperó a que este llegara, escuchando a la cigarras que marcaban el final del verano. Subió al tren y esperó a su parada, bajo como llevaba haciendo dos años. La pasión por su carrera consolaba el largo trayecto que debía hacer para llegar a esta, entró al gran edificio y recorrió sus pasillos. 

El silencio de los largos corredores perseguía a HanBin, que parecía hacerse uno con ellos. Mientras se acercaba a su aula comenzó a notar una suave melodía que se iba haciendo más intensa con cada paso que daba. El pelinegro siguió el sonido como si se tratara de las notas del mismo Hamelin, atrayéndole con sus perfectos acordes y su sonido tan elegante. Empujó la puerta y por fin lo vio. 

Un chico de cabellos morenos alborotados, enfundado en una elegante camisa negra, tocaba la melodía que le había atraído. Aunque HanBin no conocía la canción la sintió familiar, obligado a cerrar sus ojos para dejarse derrotar y llevar por la marea de notas que tocaba el joven. Sung se sintió reconfortado, sintió que algo se llenaba en él. El silencio interior había desaparecido y había sido sustituido por la canción desconocida. Cuando la música frenó, su cuerpo dio síntomas de desasosiego. 

Abrió de nuevo los ojos para encontrarse con otros, grandes y afables, que le miraban con una tierna curiosidad y algo de pánico por haber sido descubierto.

-Perdona interrumpirte yo no quería... -HanBin se disculpó.

-¿Te ha gustado? - Pregunto el misterioso violinista. Bin tragó saliva, aunque conocía la respuesta no sabía cómo debía darla, como poner en palabras lo que ese chico le había hecho sentir con sus notas.

-Ya veo...-el joven pareció decepcionado, acomodó las mangas de la camisa y guardo con cuidado su instrumento.- Siento que hayas tenido que oírme. -hizo una reverencia en forma de disculpa y emprendió camino a la salida. HanBin se sobresaltó, asombrado por su propia torpeza, tomó el brazo del chico.

-Tu música... Tiene algo. Siento no poder explicártelo pero tu canción tiene algo, más allá de lo que mis palabras puedan explicar. -El moreno abrió sus ojos sorprendido, como si de verdad no esperara esa respuesta. Sus ojos se volvieron vidriosos. Se soltó del agarre del moreno y salió rápido de la sala.

HanBin se quedó parado, intentando procesar todo lo que había ocurrido. Acercó una mano a su pecho y con la otra se tapó la cara, buscando ocultar el rojo notorio del calor de sus mejillas. Su corazón bombeaba a mil, como si hubiera corrido un maratón, pero solo le había escuchado a él; al chico misterioso que consiguió que sintiera algo, más allá que duda y que ahora se había perdido por los pasillos haciéndole sentir completamente perdido y solo.

HanBin tomó aire, intentando recuperar la respiración que había sido arrebatada por la situación y el calor infernal de la clase. Dejó su mochila en el suelo y apoyó su cabeza en el pupitre. Miró de manera torpe la ventana, vislumbrando las hojas verdes que pronto se tornarían ocres. Su cabeza daba vueltas, de la misma forma lo hacía su corazón. Se sintió mareado y perdido, incapaz de calmarse. No se preguntaba nada, más bien no pensaba en nada, solo una imagen ocupaba su cabeza, unos grandes ojos negros adornados con un lunar debajo de uno de ellos. Solo una voz bien conocida le sacó de su paradoja.

-¡Hyung! Hoy también llegas temprano. -Saludo Matthew al entrar a la clase.- Debes estar realmente cansado. -acarició su cabello con cuidado mientras se acomodaba a su lado. 

HanBin conoció a Matthew cuando tenía 17 años, el canadiense se hospedó en su casa cuando hizo un intercambió de estudios. Aunque su residencia no duró más que un curso, la amistad entre ambos perduró hasta que Matt cumplió los 18 y pudo volver de nuevo a Corea para cursar la universidad.

-Matthew-ah, siempre tan cuidadoso.-musitó de manera cariñosa el pelinegro quien intentaba ocultar el rubor de sus mejillas.

-Hyung tus orejas están realmente rojas, es asombroso. -Sung tapó sus orejas al escucharle- Hace mucho calor... -Matthew solo río, suponiendo que no era solo eso.-

-Me voy a clase, nos vemos luego.- El rubio se despidió con la mano y volvió a irse con prisa.-

HanBin resopló y se tumbó sobre la mesa de manera más cómoda. Los estudiantes comenzaron a llegar y con ellos la conversación, las risas y el ruido. Sung solo podía escuchar su cabeza, dando vueltas a la melodía del moreno misterioso que había captado de manera férrea su atención. 

Broken Melodies - HaoBinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora