CAPÍTULO 3 - INESPERADO

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Al día siguiente me desperté temprano, me puse la ropa y me dirigí al ascensor para bajar hasta el área de producción.
Al estar esperando a que el elevador subiese, noté una presencia detrás de mí: era Tartaglia, el objetivo de mi misión. Intenté no ponerme muy nerviosa, ya que me intimidaba: era un joven alto y bastante guapo, de ojos azules y pelo rojizo. Me ruboricé al sentirlo tan cerca de mí.

—Buenos días, ¿eres nueva? —preguntó curioso. Me giré para responder mirándolo.
—Buenos días —dije con una sonrisa. —Sí, soy nueva, llegué ayer. Me llamo T/N, ¿y tú?
Al trabajar de encubierto siempre, nadie sabía mi nombre, por lo que no tenía que preocuparme mucho por eso. En ese momento llegó el ascensor y subimos juntos.

—Bonito nombre, yo me llamo Childe —me respondió con otra sonrisa. —Oye, espero que no incomodarte, pero, ¿te gustaría comer hoy conmigo?

La pregunta me pilló de sorpresa, creí que este chico sería más reservado.
El ascensor llegó a nuestro destino.

—Claro, no veo por qué no —me encogí de hombros y sonreí.

—Genial, te veo después del trabajo entonces —se despidió con la mano sonriéndome, y yo hice lo mismo. Me dirigí hacia el vigilante del área de producción para preguntarle cuál sería mi puesto y qué tenía que hacer.

Después de una breve explicación y varias horas de trabajo, por fin llegó la hora de comer. Al llegar al ascensor para subir, me encontré otra vez con el joven pelirrojo.

—Hola de nuevo, preciosa. ¿Qué te apetece comer hoy? —preguntó en tono burlón.

—Hmm... Pues creo que un buen bistec no estaría mal, o igual una pizza... No sé, estoy indecisa... —respondí con el mismo tono burlón, sacándole unas risas.

—Tienes buen sentido del humor, me gusta... Me estás sorprendiendo mucho.

—¿Creías que no reía nunca y no tenía sentido del humor? —pregunté.

—¿Cómo lo has sabido? —contestó divertido.

—Me lo dicen muy a menudo —reí, siguiéndole la broma.

Entre risas y chistes pasamos la hora del almuerzo y parte de la tarde.

—Bueno, creo que va siendo hora de despedirse —comentó el pelirrojo haciendo un puchero. —Ha sido un placer pasar este rato contigo —sonrió.

—Sí, lo mismo digo —correspondí a su sonrisa.

Cada uno se fue a su respectiva celda, me duché y me tiré en la cama; estaba realmente cansada. Estuve pensando en por qué Neuvillette querría que lo vigilase, se veía un buen chico; aunque, claro, era uno de los Once, tampoco podía terminar de fiarme...

Los días en el Fuerte fueron pasando, Tartaglia y yo seguíamos yendo juntos a comer y pasar la tarde. Entre bromas, ese chico alto y pelirrojo comenzó a gustarme cada vez más. También comencé a notar que alguien me espiaba, pero ¿quién? No le di demasiada importancia, hasta que un día, poco antes de terminar el trabajo, se me acercó el vigilante del área y me dijo que me pasase por el despacho del Duque al terminar.

¿Qué querría el duque de mí? ¿Le habrá contado Neuvillette algo? ¿Se habrá dado cuenta de que soy una espía? Imposible... El juez no le diría nada y yo no estaba levantando sospechas, todo estaba yendo realmente bien...

Llamé a la puerta y enseguida se abrió, mostrando un espacio enorme con algunas cajas y unas escaleras de caracol a la izquierda.

—Sube, por favor —escuché la voz de Wriothesley y me dio un vuelco al corazón. Después del primer día, no lo volví a ver, por lo que no me acordaba de lo sexy e imponente que era.

Subí la escalera y allí estaba él, con su camisa negra y su chaleco gris. Llevaba la corbata casi desatada, el pelo un poco alborotado.

—Pasa y siéntate —dijo señalando la silla que tenía al otro lado de su escritorio.

El despacho era amplio, al igual que la sala de abajo. Su mesa era larga y con forma de medialuna, encima de su cabeza había esculpida en la pared una cabeza de lobo. Su sillón parecía un trono. A la derecha había una mesa más pequeña para tomar el té con un sofá.

—¿Te gustaría tomar un té? —preguntó con un tono bastante neutro.

—No, gracias —respondí con una sonrisa débil. Estar a solas con este hombre me hacía activar todas mis defensas.

—Bueno, si algún día quieres tomar uno, ya sabes dónde estoy. Y no es una invitación por cortesía —dijo examinándome detenidamente.

—Está bien, lo tendré en cuenta y vendré a tomar el té contigo —respondía, sin saber bien qué decir. —Por cierto, ¿puedo saber el motivo por el que querías que viniese?

—¿Recuerdas lo que te dije cuando llegaste aquí? —inquirió. Sus palabras resonando en mi mente hicieron que me diera un escalofrío. «El Fuerte Merópide es mi casa, por lo que me entero de todo lo que pasa». Por fuera me mostraba impasible, con un rostro bastante neutro, pero por dentro estaba muriéndome de miedo.

—Claro, ¿acaso he hecho algo malo? ­—pregunté de manera que no se notó cómo mi voz quería temblar y romperse.

—Bueno, por lo visto has hecho amistades nuevas... Y, sinceramente, no me gusta ­—dijo con un tono que dejaba entrever... ¿enfado?

—Sí, es cierto que hay alguien con quien tengo una buena relación, ¿hay algo de malo en eso? Creo que no he infringido ninguna norma —dije sin entender a dónde quería llegar con aquello.

­—Mira, quiero que sepas que confío en ti, creo que eres una persona en la que se puede confiar —dijo recalcando esto último. —No me fío de ese Tartaglia, creo que trama algo y no es bueno. Y me atrevería a decir que tiene algo que ver con Furina.

—¿Cómo? ¿Con la Arconte? ¿Cómo puedes estar tan seguro?

—A decir verdad, llevo vigilándolo desde que llegó. Me gustaría pedirte algo —dijo levantándose se su asiento y caminando hacia mí.

Una vez en el otro lado de la mesa, se apoyó sobre esta y, mirándome de cerca me dijo:

—Ya que estás tan unida a él, me gustaría que me informases si te enteras de algo. Algo que tenga que ver con la Arconte o con la profecía.

—¿Te refieres a...? —no terminé la pregunta.

—Sí, a la del mar primigenio.


Continuará...

El Duque  -  Wriothesley x lectora  (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora