CAPÍTULO 10 - ESA NOCHE (II)

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Nos dirigimos hacia la ducha desnudos y de la mano. Llegamos y abrió el agua caliente.

Me agarró la cintura y me llevó contra la pared, comenzando a besarme de nuevo el cuello suavemente.

El agua caía sobre nosotros, haciendo que estuviese aún más húmeda. Llevé mis manos a su espalda, hundiendo mis uñas, provocando un gruñido por su parte.

Tomó mis nalgas entre sus manos y me subió hasta sus caderas, las cuales rodeé con mis piernas. Se separó un poco de mí y me miró a los ojos.

—Nena, me tienes loco —dijo sonriendo y mordiendo mi labio inferior, haciendo que un pequeño jadeo se escapase de entre mis labios. —No me canso de ti.

Llevo una de sus manos hacia mis partes y comenzó a jugar ahí, acercándose a mi parte sensible, pero sin llegar a tocarla, por lo que cada vez me mojaba más a la vez que me desesperaba por volver a sentir su toque sobre mí.

—Deja que juegue un poco... —dijo sonriéndome de manera lujuriosa.
—Necesito tenerte dentro otra vez... o sentir cómo me tocas—dije con un hilo de voz, dejando entrever la desesperación que sentía.

Me bajó, dejándome de nuevo de pie en la ducha. Me besó profundamente y me dio la vuelta, colocándome de cara a la pared.

Empezó a besarme de nuevo el cuello, retirando mi pelo con una mano. Besaba de manera cariñosa y mordía mi cuello y mis hombros, haciéndome temblar por el efecto de su toque en mí.

Agarró mi cintura con una mano y uno de mis pecho con la otra mientras iba bajando sus besos y mordidas a lo largo de mi espalda, haciendo que leves gemidos volvieran a salir de mi boca.

Notaba cómo estaba cada vez más erecto a causa de los gemidos y la situación, lo que me encendía todavía más. Ahora comenzaba a tocar cada vez más cerca de mi feminidad, provocando que mis caderas se moviesen de manera involuntaria para que su mano llegase a su destino. Él lo evitó hasta que ya no aguantó y comenzó a rozar mi clítoris para estimularme más.

Estaba tan excitada que, sin darme cuenta, estaba gimiendo casi a gritos; por suerte, la ducha estaba bastante alejada del fuerte, por lo que nadie me oiría gritando. Agarró mi cuello con su mano libre sin llegar a hacerme daño, pero quitándome un poco de aire.

Tiró de mi para dejar mi espalda rozando su torso, y, mientras seguía tocándome, comenzó a besar y morder mi cuello y hombros de nuevo, haciéndome poner los ojos en blanco del placer que estaba sintiendo.

Estaba a punto de llegar al orgasmo cuando paró de tocarme y me soltó el cuello, indicándome que inclinase mi espalda y subiese las caderas para quedar a la altura de su entrepierna.

Alineó nuestras partes y comenzó a penetrarme de manera profunda, haciéndome sentir cada milímetro de su pene dentro de mí. Era la sensación más placentera del mundo.

Comenzó con un vaivén que, a la vez que profundo, también era lento. Me encontraba extasiada cuando comenzó a tocar mi clítoris de nuevo. Los dos empezamos a gemir, ya que él sentía cómo yo me apretaba por sus toques y estocadas; y yo por el placer de sentir cada centímetro de él y el roce de sus dedos en mi parte más sensible.

Después de pocos minutos así, estábamos a punto de venirnos pero salió de mí.

—¿Qué? ¿Por qué paras? —pregunté molesta.

—Todavía no acaba la noche, tranquila —comentó tranquilamente, obviando mi enfado.

Me tomó por los muslos y me subió a sus caderas de nuevo. Lo rodeé con mis piernas y, sin esperarlo, me bajó sobre su miembro, haciendo que mordiese su cuello para no gritar. Gimió y agarró mi pelo fuertemente.

Comenzó a mover sus caderas haciendo que su pene entrase y saliese un poco de mí, haciendo que lo sintiese más profundo que antes debido a la postura. Hundí mis uñas en su espalda y comencé a mover mis caderas en círculo y arqueando mi espalda involuntariamente por las sensaciones del momento.

Sin dejar de moverse, separó un poco su torso de mí y llevó la mano que tenía en mi pelo de nuevo a mi parte sensible y comenzó a tocar de nuevo rápidamente al ritmo de mis movimientos, mientras sus estocadas eran lentas y profundas.

Mis piernas comenzaron a temblar debido al inmenso placer que me estaba otorgando Wriothesley, haciendo que gimiese y cerrase los ojos, sintiendo el orgasmo en la zona baja de mi abdomen.
En poco tiempo, noté cómo mi feminidad se contraía sobre su pene, y su pene se hinchaba cada vez más dentro de mí por nuestros inminentes orgasmos, que llegaron pronto y dejándonos exhaustos.
Con mucho cuidado me dejó de pie debajo del agua caliente.

—¿Estás bien? —preguntó abrazándome.

—Mejor que bien —dije sonriendo.

—Vamos a ducharnos y a descansar, debes estar cansada —dijo dejando un tierno beso en mi frente.

Nos duchamos tranquilamente, poniéndonos jabón el uno al otro. Me sentía afortunada. No sabía por qué, pero quería pasar el resto de mis días con él.

Cuando acabamos, me secó con una toalla y me prestó una camisa y pantalón para dormir.

Me acomodó en la cama y se tumbó a mi lado, mirándome.

—Espero que hayas disfrutado la noche tanto como yo, T/N... —dijo en voz baja. —Me gustas mucho, en serio.

—He disfrutado como nunca antes, Wriothesley... —suspiré. —Y... Tú a mí también me gustas... mucho más de lo que me gustaría...

—Lo dices como si fuese algo malo... —me miró dubitativo.

—No es eso... Es que no sé qué va a pasar cuando tenga que irme de aquí... —hice una breve pausa. —Me da miedo que no podamos seguir con... lo que estemos teniendo.

—No te preocupes por eso ahora —dijo acariciando mi pelo y sonriendo de manera tierna. —Cuando llegue el momento veremos qué podemos hacer, mientras tanto disfrutemos de lo que nos queda juntos, ¿te parece bien? —preguntó, dudando de cuál sería mi respuesta.

—Me parece estupendo, ya nos preocuparemos cuando llegue el momento —sonreí y lo abracé. —Venga, vamos a dormir —dije.

Asintió y, con mi cabeza en su pecho y su mano acariciando mi pelo nos quedamos dormidos.


Continuará...

El Duque  -  Wriothesley x lectora  (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora