CAPÍTULO 2 - NUEVO HOGAR

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Neuvillette me recibió detrás de la Ópera.

—Bueno, llegó el momento. Recuerda que vas a bajar por robarle un pastelillo a la Arconte, por lo que en un mes o dos estarás fuera. Hazlo como sueles hacerlo durante los juicios y todo saldrá bien, confío plenamente en ti, T/N.

—De acuerdo, muchas gracias, Neuvillette.

Las puertas comenzaron a abrirse en el suelo, dejando ver una enorme y larga escalera hasta las profundidades del mar. Sentí miedo por segunda vez en mi vida, después de la muerte de mis padres. En mi cabeza solo había escenarios donde todo salía mal y no volvía a ver nunca la luz del sol, pero ya no había vuelta atrás.
Una chica me acompañó escaleras abajo, sin mediar palabra; era una profesional acostumbrada a tratar con criminales reales, lo que ella no sabía es que yo no era ninguna delincuente.
Tardamos cinco minutos en llegar abajo, donde esperaba otra chica tras un mostrador.

—Buenas tardes, eres... —dijo mientras hojeaba unos papeles que tenía sobre el escritorio —T/N T/A, ¿verdad?
—Correcto —asentí.

—Estás aquí por robar un pastelillo a la Arconte Furina, ¿no es así? —continuó la joven.

—Sí, así es.

—Está bien, por suerte para ti no estarás mucho tiempo por aquí. Iré a llamar a uno de los guardias del Fuerte para que te enseñe el lugar y te acompañe hasta tu celda —dijo levantándose de su silla y caminando hacia el interior de la construcción.

Me quedé observando el grandioso edificio submarino, siempre creí que sería más frío, pero en realidad era bonito a su manera. Una voz detrás de mí me sacó de mis pensamientos.

—Hola, debes ser la nueva reclusa, ¿no?

—Sí, soy la nueva —dije girándome para ver a un hombre bastante alto y corpulento.
Llevaba una camisa negra con un chaleco sin mangas gris y un pantalón del mismo color; para contratar, tenía puesta una corbata roja. Portaba sobre los hombros una chaqueta negra y roja, sin llegar a ponérsela. No creí que los guardias de aquí fueran tan jóvenes, y mucho menos pensé que vistiesen así.

—¿Cómo te llamas, chica? —preguntó con tono severo.

—Me llamo T/N, —respondí con tranquilidad.

El hombre, de unos treinta años me miró con impasibilidad.

—Está bien, tengo entendido que tienes 25 años, ¿es correcto? Y también me han contado que estás aquí por robar pasteles —dijo queriendo ponerme a prueba.

—Veo que lo informan bien, señor —contesté sin darle mucha importancia, ya que ahí abajo se extendía la información como la pólvora, ¿no?

—Podría decirse que sí. Soy Wriothesley, el alcaide del Fuerte, bienvenida a tu nuevo hogar —contestó con una sonrisa burlona.

—Entonces, ¿eres el señor Duque? —dije al mismo tiempo que la recepcionista entraba seguida de un guardia.

—Oh, buenas tardes, señor, ¿deseaba algo? —preguntó la recepcionista al muchacho de gris.

—No, solo vine a darle la bienvenida al Fuerte Merópide a la nueva reclusa, quería conocerla por mí mismo —se giró hacia el guardia. —Si me permites, seré yo quien le de el tour por el edificio —sin esperar respuesta, me miró y se dio la vuelta esperando que lo siguiese.

El Duque  -  Wriothesley x lectora  (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora