3. ¡Estás demente!

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Adrien Bouffart

29 de agosto

Trabajo en las últimas cosas que tengo que atender en la oficina son casi las ocho de la noche, ya casi todos se están yendo. Yo no tengo mucha prisa en irme no es como se alguien me esperara en mi departamento, que por cierto ya tengo uno.

Por fin pude salirme de la casa de mi padre.

Hace unos días atrás Drystan se fue de París hacia Los Ángeles, California. Fue todo un reto convencer a Bastien que lo dejara ir con los King. Un internado no sonaba nada bien y se que con ellos estaría mejor, además que tiene una amiga así no se sentirá solo.

Busco una carpeta en los cajones para acomodar unos documentos para que no se revuelvan con los demás. Al abrir uno y al azar unas cuantas cosas me encuentro con lo que se supone había olvidado.

Ahí está la dichosa tarjeta que guarde tratando de olvidar.

Ay Dominique.

La tomo, la mantengo en mi mano durante segundos.

Creo estar loco por hacer esto.

Vuelvo a escanear el código. Claro está que no tengo mucho que hacer. Veo la fecha, mañana es treinta y es la subasta.

Marca las ocho de la noche. ¿Cómo será el lugar?

A ver, si me da un poco de curiosidad y Dom no ayuda mucho al decirme esto.

Abro una pestaña más en mi laptop, busco vuelos que vayan directo a Florida.

No se que carajos estoy haciendo. No estoy pensando correctamente. Ya. Solo lo hago.
Voy, veo un poco, mato mi curiosidad y regreso. Sin nada y nadie. Fácil.

Doy click en reservar un boleto de avión, sale dentro de una hora. Sin pensarlo tomo mis cosas para ir a mi departamento, solo llevaré una maleta chica para algún prenda de ropa.

Mi lado racional no es encuentra seguro se fue de paseo a la villa de los sueños.

En el transcurso todavía lo pienso bien, no hay respuestas a la lógica que busco. Al llegar al departamento y salir rápido tomo un taxi que me lleva directo al aeropuerto.

Llegó a la sala de espera no tardo mucho esperando ya que llegó a tiempo. Ingreso al avión sin dudar un segundo.

Lo más loco que estoy experimentando en mi vida, no hay duda.

Son casi diez horas de vuelo, si no se retrasa todo llegaré a tiempo a la subasta o probablemente llegaré a la mitad o no alcance a llegar.

Cualquier cosa significará algo.

Me pongo cómodo para el viaje.

Saco un libro para entretenerme un poco, dormir en el avión solo me causa dolor en la espalda para mí no es nada cómodo y más sin son horas de viaje.

Conforme avanzo con la lectura el sueño me va ganando, mis párpados empiezan a pesar. Bostezo tratando de seguir el curso de las letras pero me es imposible al no poder más.

La hora marca la media noche, bueno tengo que hacerlo o llevaré un horrible sueño dentro de horas y no tendré ni tiempo de descansar tan siquiera un rato al saber que no tengo tiempo.

Solo los cierro y me dejó llevar.

El altavoz del avión me despierta anunciando que dentro de poco va aterrizar. Tallo mis ojos para reincorporarme en el asiento. Al estirar mi cuerpo siento los huesos adoloridos de lo mal que dormí aquí.

El heredero Bouffart Donde viven las historias. Descúbrelo ahora