Capítulo VIII

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—Después de la terrible noticia me encerré en mi alcoba, los sirvientes me llevaban comida que se quedaba en la mesa hasta que venían a traerme la siguiente, no quería ver ni hablar con nadie. Lloré todo un día y toda una noche hasta quedarme dormida y cuando desperté al día siguiente, por un segundo pensé que todo había sido una terrible pesadilla, una mala jugada de mi mente, pronto me dí cuenta que había despertado un día más a mi horrible realidad, desperté para seguir llorando.

Lily por fin entró a verme, parecía cansada, como si ella tampoco hubiera dormido, incluso como si hubiera llorado un poco,vestía un vestido negro, largo hasta el suelo, de manga larga y cuello alto, cubierto de encaje.

—¿Cómo estás, mi niña? —preguntó tras dejar la bandeja del desayuno y sentarse a lado mío en mi cama. No respondí nada, ella acarició mi espalda en movimientos circulares—No puedes estar encerrada aquí para siempre Aimeé y menos sin comer.

—No tengo nada a qué salir, Lily.

—La tristeza es más dura si se enfrenta sola.

—Ya estoy acostumbrada, además ya no tengo nada, ni a nadie.

—Eso no es verdad, no estás sola, me tienes a mi, que te quiero como a una hija y a Alessandro, ha estado muy preocupado por ti, quería entrar a verte, pero no sé lo permití.

—Es mi culpa Lily—dije incorporándome— si hubiera ido con ellos, si no hubiera escapado, estaría con ellos.

—No digas eso, siempre será una bendición que estés aquí a salvo, lo de tus padres fue un accidente, una desgracia, nadie tiene la culpa.

—¿Crees que sufrieron mucho?

—No te atormentes con preguntas.

—¿Y si no han muerto, Lily? No encontraron sus cuerpos, podrían estar vivos, estar bien.

—¿Encontrar sus cuerpos en el mar, Aimeé? Incluso si hubieran sobrevivido al incendio, no creo que pudieran hacerlo en la inmensidad del mar.

—Pero...

—Aimeé, por tu bien, debes aceptar lo que pasó, tras la muerte solo queda resignación, sé que no es fácil, pero pídele a Dios fuerza. De lo contrario vivirás en agonía toda tu existencia.

—Lily salió de mi habitación después de asegurarse de que había desayunado, mientras me hacía caricias en mi cabello y espalda. En la tarde regresó con una sugerencia, haríamos un funeral para que pudiera despedirme de mi familia ya que no había tenido oportunidad, la verdad es que no quería hacerlo ¿a quién le gustaría organizar un funeral para su familia? Pero entendí el punto de Lily y aprecié su esfuerzo por hacerme sentir mejor, así que acepté más por compromiso que por gusto.

—¿Cómo fue el funeral de tu familia?

—No recuerdo mucho del funeral de mis padres. Lily se había encargado de todo, de los ataúdes, las flores, la ceremonia, el sacerdote y los asistentes, mi único trabajo fue vestirme de negro. De ese día solo recuerdo algunas escenas, cortas y en desorden.

—¿Cómo cuáles?

—Recuerdo que fuimos a la iglesia del pueblo, fuimos a misa, recuerdo estar sentada en la parte trasera del carro con Lily y Alessandro a mi lado. No recuerdo la misa, no presté atención. Recuerdo ver a todo el pueblo afuera del atrio de la Iglesia, esperándome para entregarme flores y sus condolencias, así como los reporteros del periódico local y nacional, esperando tomar fotos y entrevistas. Me asfixiaba, todos ellos y como me impedían subir al carro negro. Luego recuerdo estar parada en el cementerio del Castillo, frente al agujero en el césped en donde se enterraron 3 ataúdes vacíos. Lily me aseguró que el funeral me ayudaría a aceptar que mis padres no regresarían jamás, pero no fue así ¿Cómo podría serlo si aquellos ataúdes estaban vacíos? Ahí no estaban mis padres, ni mi hermana.

Castillo Montés (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora