Capítulo XVIII

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—Recorrí todos los pasillos, abrí cada puerta de cada alcoba sin encontrarla, el humo comenzaba a nublar el escenario y la tos me hacía avanzar más lento, una voz en mi cabeza me decía, me ordenaba que saliera en ese mismo instante, pero yo no quería hacerle caso, debía asegurarme que no hubiera más víctimas en la obra que Lily escribió. Llegué a la escalinata de piedra que usaba la servidumbre y descendí por ella hasta llegar al área de servicio, cocina y habitaciones que estaban vacías afortunadamente, salí de ellas llegando al salón principal del Castillo.

—Lily—grité—Lily ¿Dónde estás? —Detrás mío y tras la puerta del despacho de mi padre, un hermoso vals comenzó a sonar. Con la convicción que pocas veces me acompañó en mi vida entré al despacho. Con la vista recorrí el despacho, estaba vacío, la ventana cerrada y el disco sobre el tocadiscos giraba, cuando me acerqué a retirar la aguja la puerta detrás mío se cerró con ímpetu.

—¿Me buscabas? —dí media vuelta con rapidez, y solo entonces sentí miedo, pues ví en Lily una cara que jamás había visto, por primera vez en mi vida la conocí sin su máscara. Sostenía en su mano un tridente de velas y me miraba fijamente.

—Sé lo que hiciste, ya lo sé todo.

—Eso lo dudo.

—¿Cómo pudiste hacerme esto? yo confiaba en ti, te quería como a una segunda madre.

—La gente como tu no ama Aimeé. Tu "cariño" era agradecimiento por servirte, por solapar tus caprichos y tus... travesuras.

—¿Gente como yo? Lo dices por mi padre —la expresión de Lily cambió, del odio al dolor.

—Por todos los de tu ralea, pero sí, en especial por él.

—¿Y tú? buena forma de amar tienes, incendias el Castillo que tanto deseabas, asesinas a tu...a mi...padre.

—Yo nací en este Castillo y jugué con tu padre en estos jardines. Faustos y yo éramos uno mucho antes de que tu madre apareciera y me lo arrebatará todo. Si tan solo él hubiera sido más valiente para enfrentar a su padre y desposarme, si me hubiera dado el lugar que merecía como su esposa y señora del Castillo. Pero no, me desplazo, le dió a ella mi lugar y todavía tuvo el descaro de tenerme en la habitación de al lado a su merced, esperando que tuviera tiempo para amarme. Me reemplazó y usó, porque a pesar de mi dolor, tenía la esperanza que cambiara de opinión, que se arrepintiera—Parecía que Lily ya no hablaba conmigo, tenía la vista perdida en sus recuerdos y los ojos inundados de lágrimas, pero yo era incapaz de sentir pena por ella.

—Debiste haberte marchado—escupí, y sus ojos volvieron a enfocarme con odio y desesperación.

—¿Yo por qué? ella era la intrusa, en el Castillo y en su vida. Sea como sea, yo siempre fui el amor de su vida, eso lo sé. —dijo a escasos centímetros de mi cara y luego se alejó a su lugar inicial. —Yo no quería, yo no quería matarlo, pero no me dejó opción—dijo llorando y el tridente de velas en su mano tembló, pero las velas no se apagaron, ardían con su odio—Cuando te ví con Alessandro en el último baile, bailando, ví lo que Faustos y yo pudimos haber tenido, ví mi sueño en otras personas, Faustos y yo abriendo el baile principal en el gran Castillo Montés y a Alessandro, la luz de mis ojos, habría tenido todos los privilegios que yo no, sin ser un bastardo.

—¿Entonces es cierto? él es... él es mi...—no podía pronunciar la palabra, se atascaba en mis labios, mientras las lágrimas amenazaban con salir libres.

—¡Por Dios Aimeé! ¿de verdad no lo sabías o preferiste ignorar lo mucho que se parecen? Él y tú son los vivos retratos de Faustos.

—¿Cómo pudiste hacernos esto a los dos?

—Yo nunca le oculté nada a Alessandro. Él siempre supo la verdad, te manipulo y jugó contigo. Debían casarse para luego matarte y quedarnos con T-O-D-O. Te enamoró a ti como pudo enamorar a Bárbara, pero tú eras más fácil, tan necesitada de amor y atención, que das pena.

—Eres un monstruo—dije entre lágrimas— una maldita pu...

—Cuidado con tus palabras—gritó—No olvides verte en un espejo primero ¿cuánto te tomó entregarte a tu hermano?

—¡Callate! —ordené corriendo para golpearla o matarla, no sé. Pero fue más rápida y más fuerte, me aventó al suelo, golpeándome en la cabeza con el escritorio de roble de mi padre.

—Cómo te gusta el dolor Aimeé, siempre he pensado eso. ¿Para qué complicar las cosas? has podido escapar del Castillo tantas veces, pero siempre decides quedarte. Tu madre estaría orgullosa.

—Solo te entretengo, Carlos viene en camino y pasaras el resto de tu miserable vida pudriéndote en una celda como la rata que eres—dije desde el suelo.

—Maldita escuincla—dijo alarmada—saludame a tu madre—se despidió arrojando el tridente de velas al suelo.

—No—grité sujetandole la bastilla del vestido, pero pateó mi cara para zafarse y cerró la puerta tras ella, escapando. El fuego comenzó a expandirse por la alfombra, llegando cada vez más cerca de donde yacía en el suelo, cada vez sentía más su calor, y el fuego crecía y crecía, hasta llegar al cuadro de mi familia y los ví arder, mientras mis ojos perdían fuerza para mantenerse abiertos solo podía pensar "¿qué se sentirá morir quemada?"

—¿Qué pasó después? ¿Cómo detuvieron a Lily? ¿Cómo sobreviviste?

—Tal cual Carlos lo prometió, regresó por mí. Regresó por Bárbara. Regresó por mi familia. Lily no contó con que el incendio que ella misma había provocado le impediría escapar, pues las entradas estaban bloqueadas por muebles incendiándose, y pedazos del Castillo que en llamas se desplomaban. Para no morir calcinada, se arrojó por una ventana, pero Carlos, y soldados ya la esperaban, la interceptaron en seguida. Cuando Carlos no me vió supo que yo seguía adentro, era muy peligroso entrar, para ese punto el Castillo estaba casi en su totalidad en llamas, me sorprende que su padre le permitiera entrar por mi.

—¡Aimeé! ¡Aimeé! ¡Aimeé! —gritaban a lo lejos—¡Aimeé! ¡Aimeé!—más cerca —¡Aimeé! —golpes a la puerta, más golpes violentos—Aimeé—y luego el calor de sus manos sobre mi piel—resiste por favor, te sacaré de aquí—me sujetó en brazos—quedate conmigo, Aimeé, por favor.




NOTA DE LA AUTORA

Estoy sin palabras. Pero como siempre quiero agradecerte el que estés aquí compartiendo esta historia. Espera el capítulo final.

Ximena Toran

Castillo Montés (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora