Capítulo V

35 7 0
                                    

—¿Qué pasó después?

—Los días transcurrieron con normalidad, empezaron los preparativos para la boda, creo que nunca había visto a mi madre de tan buen humor como en esos días, parecía que el estar ocupada en algo en específico la hacía sentir bien. En cambio en mi vida no había cambiado mucho, seguía despertando cada día para hacer nada, para estar sola y vacía. Para bien o mal, nada había cambiado en mí después de aquella fiesta de compromiso.

—Aimeé ¿Me acompañas al jardín?

—Hay mucho sol.

—Entonces a la biblioteca o podemos robar algo de la cocina y comerlo a hurtadillas en el salón del reloj—ese maldito reloj—recordé con irá.

—No me siento bien Bárbara—dije abriendo la puerta de mi alcoba y cerrando la detrás mío, me tiré sobre mi cama y entonces la puerta de mi alcoba volví a abrirse.

—No me puedes ignorar para siempre Aimeé.

—Puedo intentarlo—respondí—Al menos hasta después de tu boda.

—¿Por qué?

—Me niego a vivir bajo el mismo techo que él, me niego a ver cómo te marchita, ¿quién sabe? tal vez algo bueno salga de esas nupcias y sea mi motivación para huir corriendo de aquí.

—¿Te irías? —preguntó Bárbara con decepción en su voz.

—Cuando Luis se haga cargo del Castillo, imagino que ya no será grata mi presencia.

—¿Y quién dijo que Luis tendrá voz y voto en ello?

—Por favor Bárbara, las dos sabemos que el Castillo será tuyo y por lo tanto de Luis. No me aflige, la verdad es que nunca he sentido que pertenezco aquí.

—El Castillo nos pertenece a las dos y cuando nuestros padres no puedan administrarlo más, te necesitaré a tí para hacerlo.

—¿Y Luis sabe esto?

—Nuestro acuerdo prenupcial no dirá lo contrario.

—Si no lo necesitas para administrar el Castillo y los negocios ¿Para qué te casas con él?

—Bueno los negocios son otra cosa y es una de las razones por las que nuestro matrimonio es conveniente. Además, tal vez me guste, es muy atractivo.

—Y tú la más terrible de las mentirosas. No importa cuánto trates de convencerte a ti misma, yo sé que no lo amas y que no te hará feliz.

—Por eso te necesito aquí, eres mi hermana y te amo—No respondí nada—¿Podemos administrar el Castillo juntas?

—Supongo que ya dejé de ignorarte.

Con mi madre de mejor humor ví mi oportunidad de pedir un cambio en mi vida que tenía bastante tiempo deseando. Entré a su habitación y ví que estaba haciendo una lista de invitados y sus direcciones postales, supuse que para enviar las invitaciones.

—Madre, ¿Tienes un segundo? Quiero hablar contigo.

—Claro querida, adelante, dime.

—He estado pensando, ya que Bárbara se casa...

—Sí, hablando de eso tienes que ver el diseño de tu vestido, es hermoso, yo misma lo diseñe, serás una hermosa dama de honor.

—Sí, si quieres luego vemos eso, estaba pensando en que después de la boda de Bárbara, me podía mudar con la tía Sofía, ya me lo ha ofrecido varias veces y...

Castillo Montés (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora