I - Nascondino

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En 1953, Reino Unido, era un nuevo día en Blacklands Manor, un orfanato para niños sin hogar, eso quiere decir, las matronas, dueñas del orfanato, habían encontrado una caja con juguetes y objetos para los niños del orfanatos. Una caja con algunos juguetes para 25 niños, pero, para mala suerte de estas, encontraron 3 niños huérfanos más. Una de las matronas, una de las más jóvenes se acercó a estos y les preguntó.

¿?- Parece que hemos encontrado tres niños más. Eso quiere decir, serían en total veintiocho niños en el orfanato en total, ¿verdad? - Dijo una matrona de pelo castaño, quien miró a otra matrona de cabellera castaña clara.

Esta le dijo, con una voz agresiva pero desesperada.

¿?- ¡No, a Miss Beverly no le gustaría que llevemos más niños! Por favor, son veintiséis niños, si metemos más niños, serían veintinueve! Nosotras solo somos cinco o seis matronas junto a Miss Beverly, la dueña del orfanato!- Dijo la matrona de cabellera castaña clara, pero su voz duró poco, ya que la dueña del orfanato, Miss Beverly, le respondió de mala gana.

- Tienes razón, Ruth. ¡No vamos a traer tres niños nuevos para que hagan más desastres! Con veinticinco niños estaremos bien, es más, con veintinueve casi treinta, sería casi el triple del cuidado!- Dijo la más vieja (Me refiero a la edad, ya que en el juego se muestran arrugas en su piel, así que descubrí o pienso que es la más vieja del orfanato, mil disculpas si no van a aceptar que le haya dicho "Vieja" es que no encontré una palabra descriptiva positiva o negativa, perdón). La mujer volvió a ver a las niños y dijo nuevamente- Escuchen, los vamos a llevar porque tenemos a las mismos niños de siempre. A las mismos horribles niños de siempre. Los llevaremos para que los niños tengan nuevos compañeros.

Los niños, que escuchaban con atención a las matronas en discutir, obtuvieron una sonrisa en sus rostros. ¡Se veían contentos! El más pálido de los tres, un niño con una vincha de las orejas de un conejo de color gris, las miró y dijo.

¿?- ¡Oh, Dios mío! Gracias por dejarnos ir. ¡Seguro es un lugar grande e interesante! ¿Pueden llevarnos?- Dijo el pequeño, parecía ser el más grande de los tres, pero el más amable, quien insistía en ir.

Las matronas, cansadas de su súplica, agarraron a las tres niños por los brazos y los arrastraron por todo el camino. Los niños estaban contentos, pero sus sonrisas... Estaban cargadas de maldad. Unas horas más (Especificente, 3 horas) llegaron al orfanato. Los tres niños observaban el lugar con una mirada de fascinación, era un lugar bastante agradable... Pero lo que más les llamó la atención eran tres niños en general: Una niña rubia de pijama rosada, un niño pelinegro de pijama celeste claro y una niña de cabellera castaña oscura de un pijama color San Marino. El niño pálido observó detenidamente a la niña de cabellera castaña oscura y dijo.

¿?- ¡Wow, que bonita niña! ¡Se ve muy tierna! ¡Hola, pequeña niña!- Dijo hacia la niña quien lo estaba mirando detenidamente pero dubitativa, esta tenía un rostro lindo, eso sí, pero ella no sabía que le vio ese niño en ella, por eso, Esther, la niña, habló.

- ¿Hola? ¿Eres nuevo?- Dijo Esther preocupada, tenía piel de gallina, no le gustó para nada que este chico la viera tanto, la asustaba bastante- Disculpa, pero... No me mires así por favor, me asustas. Además, estaba por ir a jugar con mis amigos...- Volvió a decir con la voz llena de preocupación, mientras el pálido, desesperado, la agarró con fuerza el brazo de Esther, haciendo que esta se paralizara de la preocupación.

- Oye, ¿te llamas Esther verdad? ¡Yo me llamo Arthur, Arthur Hopp, un gusto en conocerte, Esther!

La pequeña Esther logró soltarse del agarre de Arthur y corrió fuera de la habitación en busca de sus amigos. Mientras corría a través de los pasillos, escuchó a sus amigo Isaac llamarla desde el primer piso.

- ¡Hey! ¡Esther, aquí abajo!- Gritó Isaac tratando de llamar la atención de Esther ¡Y vaya que lo consiguió! Una vez que llegó Esther, le propuso un juego- Esther, ¿quieres jugar a las escondidas con nosotros?

Molly, amiga de Esther e Isaac, dijo algo, intentando hacerlos reir

- Eso sería imposible, gracias a la gran cabeza de Esther, ¡se puede ver donde está!- Dijo riéndose de su propio chiste, mientras Esther la miraba enojada.

- Eres muy chistosa, Molly...

- ¡Y no te olvides de lo hermosa e inteligente que soy!

Isaac, que vio la discusión, le ofreció a Esther contar.

- ¡Esther, tu ve a contar junto al ascensor, mientras Molly y yo nos escondemos en la biblioteca!- ¡Dijo Isaac emocionado del juego!

Mientras Esther contaba junto al ascensor, Molly e Isaac se escondieron en la biblioteca. Una vez que terminó de contar, corrió hacia la biblioteca y encontrar a sus amigos... Primero buscó por la parte baja. Luego, pensó que estarían escondiéndose arriba, por eso subió y buscó, primero del lado de la derecha y no encontró a nadie. Entonces, decidió ir al lado de la izquierda y ¡Sí que encontró a alguien, Encontró a Isaac! Isaac, decepcionado de su escondite, le exclamó.

- ¡Agh, no es justo!

Mientras Isaac murmuraba enojado, Esther pensó en buscar abajo nuevamente y esta vez de buena manera. Por eso, bajó las escaleras de la segunda planta de la biblioteca y comenzó a buscar nuevamente... ¡Y encontró a Molly!. Una vez que los encontró, se reunieron para hablar entre los tres.

- Uhm, Molly... No creo que esté permitido cambiar de escondite...- Dijo Isaac preocupado por la rubia...

- No es bueno jugar con una tramposa.- Dijo Esther de forma seria hacia la rubia.

- ¡¿Qué?! ¡¿Tramposa?! ¡No soy una tramposa! ¡Tienen suerte de que sea su amiga y esté jugando con ustedes!

Los gritos se Molly se callaron cuando Miss Beverly, la dueña del orfanato, se acercó a ellos y no se veía muy contenta. Con una mirada llena de ira y la voz llena de furia, los gritó a las tres niños.

- ¡¿Pueden callarse?! ¡Están en una biblioteca! ¡No se puede gritar aquí!

Los tres niños, preocupados, dijeron los tres a coro de forma preocupada y con miradas tristes.

- Sí, Miss Beverly...

Mientras se disculpaban, la matrona se iba, pero alcanzaron a escuchar las siguientes palabras.

- Niños horribles...

Una vez que Miss Beverly se fue de la biblioteca, Arthur entró y se acercó hacia Esther por detrás. Le agarró el estómago para asustarla, lo consiguió y la observó atentamente.

- ¡Hola de nuevo, Esther! ¿Están haciendo algo en la biblioteca? ¿Leyendo? ¿Jugando?

- Estamos jugando.- Dijo Molly con frustración.

- Y... ¿A qué juegan?- Preguntó Arthur con una sonrisa inocente.

- Estamos jugando a las escondidas.- Dijo Esther con total tranquilidad, quien estaba escuchando a Arthur con tranquilidad y calma.

- ¡Oh, que divertido! ¿Puedo jugar con ustedes?- Interrogó Arthur a Esther, quien parecía la más calmada.

- No... Lo siento, nos retaron por jugar en la biblioteca...- Dijo Isaac preocupado, además le daba mala espina ese tal Arthur, sus ojos amarillos, casi dorados, le daba terror.

- Oh... ¡Que mal! Pero también, la culpa es de ustedes. ¿Para qué se esconden en la biblioteca si es un lugar donde hay que hacer silencio?.- Preguntó Arthur con una mirada triste... Se nota que él quería jugar a las escondidas con nuevos amigos para ir llevándose bien con las personas del orfanato...

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Hola, lectores, soy la escritora, este capítulo es el primero que escribo y termino de editar hoy, no lo continué desde la última vez que lo escribí. En fin, espero que disfruten.

Atte.:
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# 1  E s t h e rDonde viven las historias. Descúbrelo ahora