VIII - Tre Maledizioni (1)

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Esther caminaba hacia la habitación, mientras decía.

- Gracias a Dios... Tal vez pueda ir a la cama y despertar de todo esto...- Dijo en un tono preocupado, mientras tenía cara de angustia, mientras lágrimas caían de sus ojos y sollozaba por el miedo que tenía hacia Arthur. Esther, mientras caminaba, logró sentir a Arthur detrás suyo, agarrándole el estómago, y con una voz oscura pero seductiva, le reclamaba.

- ¡Oh, Esther! ¡Mi pequeña conejita! Cuéntame... ¿No quieres que nos divirtieramos un poco?- dijo Arthur con picardía. Esther podía sentir al muchacho intentar desabotonar su camisa, ella sabía que él quería una noche salvaje con Esther, pero no lo va a permitir. Por eso, decidió seguir su juego, luego engañarlo y huir. Esther se dio la vuelta y vio a su supuestos acosador. Envolviendo el cuello de este, Esther entrelazó sus brazos, mirando a Arthur, pensó en algo coqueto y se lo dijo.

- Uhm... Bueno... Este... Quiero decir... Que tú pareces un conejo salvaje y yo una simple conejita tratando de huir de su acosador. Pero digo, tú también eres guapo, pero...- A Esther se le acabaron las palabras, a parte de que Arthur la acorraló contra la pared (Típico de macho alfa o del "rey" del lugar. No me refiero a los conejos, si no, a la humanidad.). Arthur se acercó a su oído y logró ver en el costado de su cuello, vio que seguía la marca de la mordida que le dio. Con una sonrisa de triunfo, le dijo.

- ¿Qué pasa, conejita? ¿Se te acabaron las palabras? Parece que tienes miedo, ¿verdad? Quiero decir, tienes tu cuello marcado y de seguro te acostarías por más... Créeme- Dijo Arthur, tratando de intimidar a Esther para que cediera. Esther, desesperada, dijo.

- ¡Yo nunca me acostaría con un hormonal! Un hormonal que planea reproducirse seis veces al año.- Dijo Esther nerviosa, se le acabaron las ideas y no sabía que más hacer, mientras su depredador se acercó cada vez más y más a ella. Sus intenciones no eran buenas y Esther lo sabía, de hecho que una adolescente joven tenga relaciones con un adolescente casi adulto, estaría prohibido, ya que ambos son menores de edad. Esther intentó zafarse, pero él era fuerte. Sentía como los ojos amarillos penetrantes y acosadores de Arthur acechaba su alma y ella no quería estar con alguien que la obligara a ser su novia.

- Digo- Dijo él de repente- ¿No querrías acostarte con un demonio de cinco mil años?- Decía tratando de ser coqueto y atractivo hacia ella. Lo único que logró es causarle pánico.

"Cinco mil años?!" gritó ella, pero fue silenciada, mientras Arthur repetía.

- Dije dieciséis, no cinco mil, dieciséis. Perdón, ¡me habré confundido!- Dijo temblando de que Esther lo rechazara. Esther sólo se alejó de él y fue corriendo hacia la habitación, alcanzó a escuchar como Arthur gritaba, tratando de llamar su atención. Pero Esther era perseguida por Arthur, mientras trataba de seguirla más de cerca, para terminar de quitarle lo que le quedaba de pantalones o empezar por la camisa.

Esther huyó hacia la habitación, pero no sabía que era un cordero huyendo a la boca del lobo. Cuando entró, su rostro quedó en blanco, en la habitación no había nadie y eso, la preocupó demasiado.

- No hay nadie aquí... Esto me preocupa...- Dijo Esther con una mirada de preocupación y angustia. Al fondo del pasillo, podía oir los gritos de Arthur. Ese chico no parecía un apuesto y adorable conejito macho, parece un demonio que quería atraparla y satisfacer sus deseos. Mientras Esther caminaba hacia su cama pena dormir, pero Arthur gritó desde el otro lado de la puerta abierta.

- ¡Cuidado, Esther!- Le advirtió Arthur a Esther sobre una gran mano que salió del suelo. Arthur, con aire de salvador, comenzó a hacerle señas a Esther para que se fuera moviendo de lugar para evitar las manos del suelo, quienes querían agarrarla. Arthur apartó la mirada y con miedo, se dijo a sí mismo.- Cielos... Padre está enojado y quiere seguir convenciendo a Esther a que se entregue a él, al igual que lo hizo con esa chica Isabelle... Tengo miedo de que Padre esté furioso conmigo también...- Arthur estaba preocupado de que El Ente estuviera furioso con él y sus amigos. Por eso, sólo esperó a que sobreviviera.- Oh, Esther... Ten cuidado, o si te agarran, estarás en problemas.- Como lo decían sus ojos, estaba apasionadamente enamorado de ella. Sus hormonas estaban a flor de pie, su hambre era voraz, Esther no podie describir esto como una persona o un monstruo. Mientras Arthur rugía, Esther escuchaba como él le gritaba y le pedía cosas.

- Esther, juega conmigo... Por favor, Esther... ¡Entrégate a nosotros!- Gritaba Arthur como un enfermo que solamente quería una cosa en el mundo y es cosa era Esther. No pararía hasta que ella cediera, pero no fue así... Cuando el sufrimiento de Esther en la habitación de las niños terminó, Arthur no estaba allí tampoco. Esto preocupaba a Esther, ya que Arthur siempre estaba con ella, pero esta vez no y esto la angustiaba más y más.

Esther salió de la habitación con una mirada de preocupación y angustia. Mientras se tocaba la parte del cuello donde fue mordida, logró ver una marca negra en esta. Esther ya tenía miedo, ella no quería convertirse en un monstruo como ellos. Su rostro mostraba pánico y terror, caminó un poco por el lugar para esconderse y curar su herida. A lo lejos, en la biblioteca, encontró su salvación, era Dee, quería que se reunieran con ella para deshacerse de estas tres maldiciones, como dijo Arthur.

- ¡Esther!- Gritó Dee- ¡Reúnete conmigo en la biblioteca! ¡Rápido!- Gritaba Dee, el miedo se veía en su expresión mientras la preocupación recorría entre sus venas.

Esther escuchó lo que dijo Dee, y decidió correr hacia ella. Gracias a las palabras de Dee, la calmaron de la preocupación y la tensión. Al ir hacia la biblioteca, Esther tenía la misma mirada de terror y pánico como siempre.

- ¡Dee! ¡¿Qué está pasando?!- Gritó Esther con desesperación, su rostro tenía capas de lágrimas, sus mejillas estaban completamente rojas por el esfuerzo de llorar. Estaba llorando demasiado por la preocupación y soledad, nunca se había sentido tan sola como ahora.

Dee, quien estaba consolando a Esther, para que se tranquilizara y no se alterara demasiado porque le podría pasar algo. Esther escuchó las tranquilizantes palabras de Dee, y se calmó de su desesperación por la soledad.

- ¡Te lo dije Esther! ¡El mal anda entre nosotros! ¡Pero puedo detenerlo! Y hacer que todos vuelvan- Dijo Dee desesperada. Esther, intrigada, miró a su compañera y le preguntó.

- Pero... ¿Cómo? ¿Cómo lo harás?- Preguntó Esther mientras miraba a Dee. Quien estaba ingeniando su plan.

- Mira, Esther. Hay que hacer un ritual para que el mal se vaya. Necesito nueve velas, sal, cilantro y la baratija del cuarto del segundo piso... ¡Rápido!- Dijo Dee desesperada, sus intenciones para traer a todos nuevamente eran bastantes fuertes y la desesperación y la angustia se veía en sus ojos.

Esther sólo aceptó el reto y decidió ir a buscar los objetos para acabar con esta maldición, pero su suerte no duró mucho. Ya que nunca se imaginó que el chico que estaba enamorado de ella, iba a ser en realidad un demonio que quería comerla o incluso intentar abusar de ella (Me refiero a cuando le arrancó el pantalón desde la parte de las rodillas para abajo y cuando intentó desabotonarle la camisa) Su mirada estaba en blanco, pero las lágrimas caían de sus ojos y bajaban por sus rojas mejillas. Creyó que sus vida estaría acabada si él lograba su objetivo con ella.

PARTE 1/4

# 1  E s t h e rDonde viven las historias. Descúbrelo ahora