VIII - Tre Maledizioni (2)

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La pequeña Esther salió de la librería y los vio. Los tres amigos separados en los tres piso, ellos estaban buscando a Esther por todo el lugar. Pero el único que estaba preocupado era Zach, él estaba con Arthur y lo estaba mirando de una forma muy.. Preocupante.

Resulta que Arthur estaba ¿Bailando? Nadie estaba bailando allí. Por eso, Zach lo agarró de los brazos y le preguntó.

- ¡Arthur! ¡¿Qué carajos haces?! ¡¿Por qué bailas?!- Gritó Zach, su mirada se llenó de angustia y terror ante las acciones de Arthur. Arthur dejó de bailar y lo miró antes de responder.

- Es un baile. Un baile de apareamiento.- ¿Un baile de apareamiento? Eso es imposible. Zach, quien se estaba riendo a carcajadas libres, le agarró el hombro y le dijo.

- ¡Amigo, eres un enfermo, un loco! ¿Acaso estás bailando para pescarte a una conejita y llenarla de crías? Por Dios, ¡Arthur, somos peluches! Aunque ahora seamos humanos, te contaré. En este orfanato no hay conejitos ni conejitas, hay humanos y humanas. Y yo no veo ninguna conejita para ti.- Dijo Zach con rabia en los ojos, mientras apretaba con fuerza el hombro de Arthur.- ¿Te das cuenta que tu cuerpo parece de una niño de dieciséis años, pero en realidad tienes cinco mil años? Por Dios Arthur. Si abusas de esa niña, ¡Padre estará muy enojado contigo!- Gritó de forma enojada antes de irse. Mientras se iba, Arthur agarró su caja y comenzó a morderla un poco (Está mordiendo metal) Su hambre se volvía voraz con el tiempo y sus rostro, con sus dientes afilados y sus ojos amarillos buscaban por todo el pasillo algo para morder y calmar su ansiedad por el hambre que tiene.

- Dios mío... ¿Dónde encontraré algo para morder y calmar mi ansiedad...? Espera.. ¿Esther...? ¡Claro!- Sus planes eran malvados, siempre quiso estar al lado de Esther y a la vez, devorarla. Mientras Arthur paseaba por el tercer piso (El piso de arriba de todo), Esther estaba caminando por el primer piso, donde se encontraba Cheng. Pero mientras Esther buscaba los objetos, su cabeza pensaba en otra cosa, una pequeña canción que se inventó para tratar de calmar su ansiedad.

"Una muñeca caminaba por un pequeño y colorido bosque, el bosque tenía flores, arbustos repletos de frutas, mariposas, mariquitas y más. A la muñeca le gustaba mucho este lugar, por eso, la muñeca corría de un lado a otro mientras saltaba de alegría. Pero mientras saltaba, vio un conejo blanco, ella se acercó al conejo blanco, quien representaba el color de la pureza y la inocencia y el conejo la agarró por los hombros. Para tocar su vestido y decirle "Es de seda fina. Muy suave y lindo.". La muñeca, quien miraba su vestido rosado, miró al conejo nuevamente, pero este le decía "Sígueme.". La muñeca, sin decir nada y con una sonrisa inocente, siguió al conejo blanco. Pero se detuvo, cuando este se volvió un monstruo grande y de color negro, representando lo impuro. La muñeca corrió y corrió, pero el conejo la atrapó y le dijo "Tranquila, muñequita. Te llevaré a tu aldea de muñecas. Allí estaras a salvo de los monstruos". El conejo negro cargó a la niña y la llevo a La Aldea de las Muñecas. Mamá muñeca se enojó con la pequeña muñeca, pero ella sólo quería ir al bosque. Pero mamá muñeca le dijo "¡Hija, no puedes ir al bosque otra vez, los demonios están allí! Si vas, te harán cosas que no querrás jamás descubrir.". La pequeña muñeca, triste por el castigo, sólo largó pequeñas lágrimas. El conejo negro, que ahora era blanco, resulta que era su mascota, la miró a los ojos y le dijo "No llores. Mamá muñeca te ama y quiere lo mejor para ti... ¿No es así, Esther?"

Cuando Esther dejó de cantar, no se había dado cuenta de la noción del tiempo y corrió por las nueve velas.

- ¡Dios mío, los objetos! Me quedé pensando en esa maldita canción y me olvidé de las velas.- Mientras Esther se preguntó que quería decir la canción, una por una fue recogiendo las velas. Encontró tres velas en el primer piso y tres más en el segundo, le quedaba buscar en el tercer piso, buscarla sal y el cilantro y la baratija del segundo piso nuevamente. Pero tuvo mala suerte, porque la subir las escaleras, se encontró a Arthur, quien seguía bailando su baile. Al ver a Esther, Arthur chilló de la alegría, estaba viendo a la chica que le gustaba una vez más, corrió hacia ella, pero Esther no era estúpida. Mientras Arthur se acercaba, logró escuchar la caja de música y se escondió en un mueble, porque sabía que sería la cena para un demonio disfrazado de un niño de dieciséis años.

# 1  E s t h e rDonde viven las historias. Descúbrelo ahora