Capitulo 11

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El sol se ponía sobre Pendragon cuando fui convocado por mi padre, el rey, a su sala de audiencias. La majestuosa sala estaba iluminada por antorchas que proyectaban sombras danzantes en las paredes adornadas. El rey estaba sentado en su trono, una figura imponente que emanaba autoridad y sabiduría acumulada a lo largo de los años.

Al entrar, me incliné en señal de respeto antes de acercarme —Padre, me has convocado. ¿En qué puedo servirte?— pregunté, esperando instrucciones o alguna tarea que necesitara mi atención.

El rey levantó la mirada y sus ojos encontraron los míos. En su expresión, percibí una mezcla de seriedad y preocupación —Liam, hijo mío, siéntate. Necesitamos discutir asuntos de suma importancia— dijo, indicando un asiento cercano.

Tomé asiento, esperando ansiosamente escuchar los detalles de la urgencia en sus palabras. Mi padre sostuvo un pergamino entre sus manos, y después de un momento de silencio, comenzó a hablarme.

—Hijo, hay un conflicto en el continente entre una de las potencias y un reino que, aunque no tiene el mismo poder militar, ha demostrado ser valiente y resistente. Lamentablemente, las cosas no están yendo bien para ese reino más pequeño— explicó, sus palabras resonando en la sala.

La dualidad entre la potencia y la valentía del reino más pequeño pintaba un cuadro desafiante. Quise comprender mejor la situación, así que pregunté: —Padre, ¿puedes proporcionarme más detalles sobre la situación y por qué esto es de tanta importancia para Pendragon?—

El rey asintió, desenrollando el pergamino para revelar un mapa que mostraba las tierras en conflicto. Señaló las ubicaciones con un gesto serio. —Este reino, aunque no es tan extenso como algunos de los poderes vecinos, ha resistido con tenacidad. Sin embargo, las fuerzas en su contra son abrumadoras, y parece que están en peligro de perder su tierra y hogar—

La dualidad entre la resistencia y la inevitable derrota pesaba en el aire —Pero, ¿por qué es tan crucial para nosotros, padre? ¿No podríamos simplemente mantenernos al margen de los asuntos de otros reinos?— pregunté, cuestionando la necesidad de involucrarnos en el conflicto.

El rey se tomó un momento antes de responder —La razón es que este reino en guerra ha buscado refugio para sus habitantes. Han enviado emisarios pidiendo asilo, y se encuentran actualmente en una situación desesperada. No puedo dar la espalda a aquellos que buscan protección y un nuevo hogar—

La dualidad entre la obligación moral y la posibilidad de conflicto se manifestaba claramente. Mi padre estaba enfrentando una decisión difícil, y era mi deber apoyarlo en lo que fuera necesario.

—Comprendo, padre. ¿Cómo planeas abordar esta situación?— pregunté, preparado para asumir cualquier papel que mi padre considerara necesario.

El rey dejó el pergamino a un lado y me miró directamente —Liam, he decidido ofrecer refugio a los habitantes de ese reino. Pendragon siempre ha sido un faro de esperanza y justicia, y no podemos ignorar el llamado de aquellos que buscan ayuda. Sin embargo, esta decisión puede tener consecuencias, y es por eso que te convoco—

La dualidad entre la generosidad de ofrecer refugio y las posibles repercusiones estratégicas era evidente. Asentí, indicándole a mi padre que estaba listo para asumir cualquier responsabilidad que se me asignara.

—Hijo mío, confío en tu juicio y habilidades. Quiero que encabeces la misión para coordinar la llegada y asentamiento de los refugiados en Pendragon. Asegúrate de que se les brinde todo el apoyo necesario— anunció el rey.

La dualidad entre la responsabilidad y la oportunidad de demostrar la benevolencia de Pendragon en tiempos difíciles me envolvía. Agradecí a mi padre por la confianza depositada en mí y me puse de pie.

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