Capitulo 19

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Al salir de la prisión, me dirigí hacia los soldados que estaban de guardia, mi mente aún llena de pensamientos sobre la situación en la frontera y las interrogaciones de los prisioneros. Los soldados se pusieron en alerta cuando me vieron acercarme, sus rostros serios y vigilantes mientras esperaban mis órdenes.

―Soldados, necesito que vigilen a los prisioneros de cerca y me informen de cualquier cosa fuera de lo común. Es crucial que estemos alerta ante cualquier señal de actividad sospechosa ―ordené, mi voz resonando con autoridad.

Los soldados asintieron con determinación, listos para cumplir con su deber. Sabía que podía confiar en ellos para mantener una vigilancia constante sobre los prisioneros y alertarme de cualquier amenaza potencial.

Con esa preocupación fuera de mi mente por el momento, decidí dedicar el resto de la noche a resolver algunas de las otras tareas que me esperaban. Sabía que había mucho trabajo por hacer en términos de avanzar en la construcción de las academias y reorganizar nuestras tropas en la frontera, pero decidí posponer esas tareas hasta el día siguiente. Mi mente necesitaba descansar un poco antes de abordar esos desafíos.

Decidí dar un paseo por los jardines del palacio mientras reflexionaba sobre los eventos del día. La brisa nocturna soplaba suavemente a mi alrededor, trayendo consigo el aroma fresco de las flores en flor. Me detuve por un momento para admirar la belleza tranquila de mi entorno, permitiéndome relajarme por primera vez desde que había recibido la noticia del ataque en la frontera.

Después de un rato, decidí que era hora de retirarme a mi habitación y intentar recuperar algo de sueño. Sabía que necesitaba descansar para estar en mi mejor momento para enfrentar los desafíos que me esperaban en el día siguiente.

Caminé por los pasillos del palacio, disfrutando del silencio reconfortante que reinaba en la noche. Las antorchas parpadeaban débilmente en las paredes de piedra, iluminando mi camino mientras me acercaba a mi destino.

Al llegar a mi habitación, me sentí un poco de alivio al ver la cálida luz que se filtraba por las ventanas. Entré y cerré la puerta detrás de mí, dejando atrás las preocupaciones del día fuera de mi santuario privado.

Me quité la armadura y me cambié en algo más cómodo, dejando que el peso del día se deslizara de mis hombros. Me senté en el borde de la cama y tomé un momento para respirar profundamente, permitiéndome relajarme antes de acostarme.

Me deslicé entre las suaves sábanas de mi cama y cerré los ojos, dejando que la oscuridad de la noche me envolviera. Con cada respiración, sentí mi cuerpo relajarse y mi mente alejarse de las preocupaciones del mundo exterior.

Finalmente, me dejé llevar por el sueño, sintiendo una sensación de paz y tranquilidad envolverme mientras me sumergía en un sueño profundo y reparador. Sabía que el día siguiente traería consigo nuevos desafíos, pero por ahora, estaba contento de dejar que mis preocupaciones se desvanecieran en el sueño.

Me desperté temprano, antes de que los primeros rayos del sol iluminaran el horizonte, con una sensación de urgencia en mi pecho. Sabía que tenía una reunión importante con mi padre, el rey, para discutir la situación con Aflos y nuestros próximos pasos en esta creciente crisis. Me levanté de la cama con determinación y me vestí con rapidez, asegurándome de estar presentable para la reunión que me esperaba.

Al llegar al despacho de mi padre, me encontré con él ya sentado en su escritorio, con una expresión seria en su rostro mientras hojeaba algunos informes. Levantó la vista cuando entré, y pude ver la preocupación en sus ojos mientras me recibía con un gesto de bienvenida.

―Buenos días, padre ―saludé con cortesía, tomando asiento frente a él.

―Buenos días, Liam. Me alegra verte temprano. Supongo que ya te has enterado de los acontecimientos de esta madrugada ―respondió mi padre, su voz resonando con seriedad.

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