Me arrepentía.
Me sentía tan débil el dejarme abrumar por las pesadillas y rompiendo a llorar como una niña pequeña en sus brazos.
Patética y débil. Así es como me siento.
—Princesa no debería hacer esto. —La voz de Kyler llegó a mis oídos.
En medio del campo de entrenamiento golpeaba un muñeco de madera con una espada. Las astillas saltaban y el frío aire me hacía estremecer, era uno de esos días donde creías que haría calor pero el aire te enfriaba. Típico de la primavera.
La fiebre aún no había cesado del todo y mi cuerpo se sentía débil. Pero eso no me detenía a estar blandiendo una espada.
—Princesa. —Volvió a hablar pero lo seguí ignorando—, princesa debería volver a su habitación.
—Retírate soldado, yo me encargo —Una voz familiar sonó a mis espaldas. Mi corazón se aceleró.
Antes de escuchar sus pasos alejarse sentí un peso en mis hombros. Una capa. El calor reconfortante me hizo soltar un suspiro.
Sin apartar la vista del muñeco todo destruido hablé.
—Ha pasado un tiempo desde que hablamos —lentamente voltee para verlo ocupar el lugar de Kyler—, Alexander.
—Es difícil ser un general y cuidarte —me dedicó una sonrisa, instantáneamente me lancé a sus brazos dejando caer la espada a un lado. Su cuerpo me envolvió en un cálido abrazo—. Intenté ir a verte seguido pero asuntos del reino me lo impidieron.
No podía culparlo. Tener un alto mando, ayudar al Rey, entrenamientos y cuidar de los reclutas hacia su vida muy ocupada, casi sin tiempo para él.
Pero el simple hecho de tenerlo frente a mí después de varios días me llenaba de alegría.
—Lo he extrañado mucho —susurré—. Todo ha sido un caos.
—Tranquila, ya estoy aquí. —Su cuerpo se sentía duro contra el mío. Su calor corporal era muy reconfortante.
Sabía sobre los rumores que corrían por la cocina de sirvienta en sirvienta. Alexander era el tipo ideal de toda chica, pero no el mio. Yo lo veía más como una figura paterna o eso me forzaba a creer la última semana. Además estaba segura que yo tampoco sería su tipo de chica, me crió y solo me ve como una niña caprichosa. Aun así muchas de las sirvientas aprovechaban para poder inventar algún rumor y de alguna forma hacer más entretenido su patética vida.
Alcanzar un rango tan alto siendo tan joven le perjudicó mucho en su vida personal y sobre todo amorosa. Pero por lo que me comentó la última vez había alguien. Ese pensamiento hizo que mi corazón doliera, pero lo asocié a celos paternales.
—¿Qué tal tu guardia personal? —No esperaba esa pregunta—. ¿Te trata bien? Si lo deseas puedo poner a alguien más capacitado para esto.
—Él ...bueno... —No lograba hallar las respuestas correctas— está bien.
Hizo una expresión confundida, como si esperaba mas de mi parte pero solo diría eso. Antes de que pueda seguir con sus preguntas lo hice más rápido.
—¿Qué tal va el acuerdo de mi padre con el Rey Froilan?
—Hasta ahora todo bien, el príncipe está encantado contigo —Hablaba mientras caminábamos dentro del castillo—, El Rey quiere dar el anuncio de tratado de paz en tu cumpleaños.
Mi cumpleaños. Eso es dentro de 20 días.
—Arty, esto es algo importante. Cambiará la forma en que se relacionan nuestros reinos. Necesitamos que estés a la altura.
ESTÁS LEYENDO
Derrocando la corona
FantasyArtemisa lo único que quería era poder sentirse libre. Libertad que por culpa de su padre le fue arrebatada. El rey en un acto de controlar la rebeldía de su hija asciende a Kyler a guardia personal de la princesa. Mientras Artemisa está ocupada t...