Mi corazón se detuvo por un momento y mi respiración fue contenida sin siquiera darme cuenta.
El hombre que se presentó primero lo reconocí de inmediato, era el hombre del lado, el hombre misterioso semidesnudo. El príncipe aún sostenía mi mano. Se sentía cálida y suave bajo mi tacto. Aparté mi mano de un tirón forzando una sonrisa. Haciendo una reverencia me presenté.
—Mucho gusto majestades. Soy la princesa Artemisa —Enderecé mi espalda y con un suave tono seguí—. Es un placer tenerlos aquí.
—El placer es todo nuestro al recibir tal invitación. —El Rey habló con una gran sonrisa. Su cabello era canoso opacando lo rojizo que queda y su barba creciente también blanquecina demostrando la larga vida que ha tenido.
—Espero que estén cómodos en esta ciudad y puedan disfrutar su estancia. —Sonreí amable mirando al Rey Froilan.
Una de las sirvientas me ofreció una copa con un líquido rojizo, el olor a alcohol inundó mis fosas nasales y supe de inmediato que era vino. La tomé solo por cortesía. No tenía buen aguante al alcohol y no quería hacer el ridículo frente a los monarcas vecinos.
No sabía muchos de ellos o la razón que tuvo mi padre por invitarlos pero lo mejor era no provocarlo frente a gente importante.
—Hagamos un brindis —El rey Corvin celebró—. Por esta nueva amistad y el futuro de los reinos.
Todos levantamos las copas y brindamos.
Las siguientes horas las pasamos celebrando. Pronto cayó la noche y llegó la hora de la cena. Los sirvientes sirvieron la comida en una gran mesa llenándola por completo, era una cantidad absurda para cuatro personas.
Pronto tomamos asiento. Mi padre de cabecera de mesa, a su derecha el Rey Froilan, al lado de su padre le seguía el Principe Caspian. Por mi parte me senté a la izquierda de mi padre, frente a Froilan.
Ambos reyes charlaban y reían de una manera escandalosa, tanta que llegaba a ser incómodo para mí. Solo me limitaba a comer en silencio y observar la habitación, estaba llena de guardias tanto del reino de Kaan como de Baslan. A metros detrás del rey Corvin pude divisar a Alexander con su expresión seria. Nuestras miradas se encontraron, mis labios se curvaron hacia arriba en una sonrisa, me dio una leve sonrisa y volvió a tomar su expresión seria.
Junto a Alexander se encontraba Kyler con la misma expresión que le caracterizaba. Nuestras miradas se encontraron y mi mente recordó nuestro último encuentro en el campo de entrenamiento, la forma en que me agarraba y su cercanía. El recuerdo me hizo que el calor subiera a mis mejillas y aparté la mirada volviéndola a mi plato de comida.
—Dígame princesa ¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre? —La voz del príncipe Caspian me hizo levantar la mirada hacia él. Sus ojos azules se volvieron hipnotizantes.
Ante la pregunta del Príncipe ambos monarcas guardaron silencio y su atención fue exclusivamente a nosotros.
—Pues —pensé bien mi respuesta—, me gusta mucho dar paseos y pasar las tardes leyendo. —Mentí. Odiaba leer pero no podía decir que pasaba gran parte de mi tiempo en el campo de entrenamiento o escaparme para cazar.
—Espléndido —su sonrisa se ensanchó dejando a la vista un hoyuelo en su mejilla izquierda—. Con todo respeto princesa, además de ser hermosa es inteligente.
Su comentario me sorprendió. No supe qué decir, así que opté por solo asentir con la cabeza.
—Eres la viva imagen de tu madre —esta vez la voz del monarca de Baslan es quien se llevó toda mi atención—, eres igual a Elena.
ESTÁS LEYENDO
Derrocando la corona
FantasíaArtemisa lo único que quería era poder sentirse libre. Libertad que por culpa de su padre le fue arrebatada. El rey en un acto de controlar la rebeldía de su hija asciende a Kyler a guardia personal de la princesa. Mientras Artemisa está ocupada t...