Capítulo 5

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Mi corazón estuvo acelerado el resto del día y el calor en mis mejillas iban y venían al recordar sus palabras. Era algo estúpido pero para mí significaban mucho.

Al día siguiente Miriam me despertó y de mala gana me levanté.

—¿Me recuerdas por qué me despertaste? —Pregunté aún adormilada.

—El guardia de afuera me ordenó despertarla, dice que es una orden del rey.

—¿Un guardia? —Miriam ajustaba el corsé de mi vestido. Lo ajustó tanto que por un momento tuve miedo de quedarme sin oxígeno— Tal vez es Kyler —la chica me miró confundida. No le había contado—. Después del incidente mi padre dijo que lo mejor para mí era ponerme un guardia personal que me vigile para que no haga nada estúpido.

Tuve mucha suerte de que no tomaran represalias contra Miriam. Era mi única amiga y la única en la que podía confiar. Si la apartaban de mi lado había hecho una tremenda rabieta.

—Debe ser muy romántico que un hombre te siga a todos lados para protegerte —soltó una risita nerviosa—. Si el general en algún momento me salvara la vida mi corazón sería completamente de él.

La sola mención de Alexander en la conversación me hizo recrear el momento de ayer. Miriam estaba enamorada de él, eso lo sabía y se suponía que debía ayudarla a emparejarlos ¿Entonces porqué me sentia tan mal imaginarlos juntos?

—No es nada romántico si lo hace por obligación —respondí.

Ya estaba totalmente arreglada. Apenas salí de mi habitación vi a Kyler a un lado de la puerta haciendo guardia. Se veía agotado ¿Cuánto tiempo llevaba ahí?

—¿Se puede saber para qué mandaste a Miriam a despertarme? —pregunté amargada. Mis horas de sueño eran valiosas.

—Buenos días princesa —habló seco, sin asomo de sonrisa—. El rey me dio la orden de escoltarla a sus clases. Las mismas que se ha saltado por días, según me informaron.

Apreté mi mandíbula intentando contener mi enojo. Obviamente mi padre le daría un historial detallado de mi vida y mis malas decisiones.

A medio camino hacia la torre donde implantarán mis clases me detuve en medio de las escaleras.

—Sigo insistiendo. Ahora que estás a mi cargo deberás seguir mis órdenes —voltee a verlo—. Por lo que ordeno que te retires, puedo seguir sola.

Las escaleras tipo caracol eran de piedra y de una caída libre muy alta al igual que peligrosa.

Kyler no me respondió. Se limitaba a estar de pie en las escaleras y mirarme con ojos neutros.

—¿Hola? ¿Si me escuchas? —moví mi mano frente a sus ojos. No recibí reacción alguna—. Bien, si no te vas tú lo haré yo.

Intenté volver por el mismo lugar por el que veníamos, pero el cuerpo de Kyler tapaba gran parte de las escaleras impidiendo el paso. Pasé por el pequeño lugar que dejaba libre, pero un pequeño resbalón me hizo perder el equilibrio. Unos brazos rodearon mi cintura pegándome al cuerpo del soldado. Pude sentir su pecho firme en mi espalda y su respiración en mi cuello, su corazón estaba acelerado al igual que el mío.

—Eso estuvo cerca —su voz ronca me hizo estremecer—. Fue peligroso, princesa.

—Eso fue tu culpa —tartamudeé sonrojada—. Debiste moverte para poder pasar.

—No debió intentar escapar de sus responsabilidades.

—No intentaba escapar —sí, definitivamente lo intentaba hacer.

Derrocando la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora