Prólogo

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Septiembre 2026 - Chiara

Los acordes finales de una canción la dejan ir, hasta que el sonido melódico se desvanece por completo. Unos segundos de silencio. Chiara frunce el ceño, tumbada en una alfombra, en el suelo del desván de la casa de sus padres en Menorca, su estudio improvisado. Todavía no hay ninguna respuesta. Chiara se incorpora sobre su codo lo suficiente como para observar a la chica tumbada cabeza con cabeza con ella, Ruslana, y hace una mueca de ternura cuando se da cuenta de que por los ojos cerrados con fuerza de su amiga se escapan un par de lágrimas.

-¿Rus?

Ruslana reacciona, se lleva las manos a la cara y se seca bruscamente las lágrimas.

-Joder, Chiara -la voz de Ruslana suena ronca, a medio sollozo-. ¿Por qué no me la habías enseñado antes?

Chiara vuelve a tumbarse en el suelo, dándole un suave toque con su cabeza a Ruslana, busca su mano y entrelaza los dedos, dándole un apretón.

-No sé... necesitaba tiempo, ya lo sabes. Llevo tantos meses escribiendo y componiendo, y ni siquiera podía escuchar algunas cosas yo misma. -La mirada de Chiara divaga por el techo, perdida. Tras un momento, niega para sí misma y vuelve su atención a Ruslana. - Entonces, ¿te gusta?

-¿Que si me gusta? -Ruslana pregunta incrédula- ¿Cuándo me has visto llorar a mí por una canción? Creo que eso es respuesta suficiente.

Chiara ríe. Ruslana la observa.

-No, ahora en serio. Es increíble. Me alegro mucho porque por fin me la hayas enseñado.

-Perdóname por haber tardado tanto.

Ruslana hace una mueca. No importa el tiempo que pase, Chiara seguirá pidiendo perdón en cada conversación.

-No hay nada que perdonar. Aunque espero que la próxima vez que quieras enseñarme una canción no incluya un vuelo exprés a Menorca a las cinco de la mañana. -Las dos chicas ríen durante unos segundos, pero Ruslana se vuelve seria-. Yo solo quiero que tú estés feliz. ¿Estás segura de esto?

Chiara suspira, luego asiente decidida.

-Es el momento de volver. No quiero esconderme más. Por fin tengo ganas de que la gente escuche lo que he estado haciendo.

-Les va a encantar -Ruslana le asegura-. Pero espero ser la primera en escuchar todo.

-Terminaré de grabar en un par de semanas, por ahora, -dice Chiara, sonriente- Podemos hacer una fiesta de pijamas con Martin cuando estemos en Barcelona.

Ruslana alza una mano, ofreciendo su meñique a Chiara.

-Marruski para siempre.

-Marruski para siempre -responde Chiara, entrelazando su meñique con el de Ruslana.

-Ponla otra vez -dice Ruslana.

Chiara y Ruslana escuchan la canción algunas veces más. Pasada la emoción inicial, Chiara empieza a hacer preguntas sobre las sensaciones de Ruslana en algunas decisiones de la canción, recordándole que es solo una demo, y que quiere mejorarla lo máximo posible. Ruslana, conociendo el perfeccionismo de su amiga, la entretiene durante un rato, hasta zanjar la conversación asegurándole de que la canción está lista para su versión definitiva.

Ha sido un día largo para Ruslana, pues recibir un mensaje de su mejor amiga a las dos de la mañana anunciándole que tenía algo que enseñarle por fin, significaba que Ruslana iba a coger el primer vuelo a Menorca, sin importarle sus compromisos del día siguiente.

Su representante, Frani, la iba a matar. Pero a Ruslana le daba igual. Dos años en la escena musical habían bastado para enseñarle lo que era importante en la vida, y Chiara siempre iba a ser más importante que cualquier compromiso aplazable.

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