Green Light

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Octubre 2026 — Madrid

Chiara camina con tranquilidad, disfrutando de la mañana en un intento de calmar los nervios que siente por dentro. Porque no es simplemente un paseo, no, tiene un destino muy concreto: va a encontrarse con Violeta en el estudio. Solo la primera parte de esa frase es capaz de ponerla nerviosa, pero el lugar, el estudio, es algo que triplica sus nervios.

La última vez que intentó componer con Violeta, fue en un plató de televisión al que llamaban casa, con decenas de cámara mirando. Ahí encontró una conexión que no había encontrado antes en su vida. Violeta le había regalado palabras que ella nunca había encontrado por sí misma, había entendido lo que su música significaba, y le había añadido letras.

Su conexión había sido breve, pero intensa, empezando por la música. Pero todo eso había sido hace mucho tiempo y, mientras, Chiara había sentido cómo se enamoraba.

Esos sentimientos ya no tienen cabida en su vida, y teme en cómo afecte el estado de su reconciliación amistosa a esta sesión de estudio.

Tampoco tiene del todo claro cuáles son las expectativas de esta sesión de estudio, pues con los problemas que Violeta dice haber estado teniendo en sus últimas composiciones, quizás no quiere empezar algo nuevo, sino su visión en algo de lo que tiene a medias.

Pensar en esa última opción es algo más seguro para los nervios de Chiara ahora mismo. Si simplemente tiene que limitarse a dar su opinión y trabajar en las creaciones de Violeta, no es necesario que se exponga a sí misma tanto.

Va tan ensimismada que solo se da cuenta de que casi ha llegado al lugar cuando levanta la vista y reconoce, a lo lejos, la figura de Violeta apoyada en la fachada. Continúa acercándose, aprovechando que Violeta todavía no la ha descubierto para observarla sin reparo.

Violeta va vestida con unos pantalones negros de tela vaquera, y una chaqueta ceñida de un color azul eléctrico que resalta el pelirrojo de su cabello. Chiara no va a cansarse de maldecir a Ruslana por la terrible idea del tinte. Era más fácil ver imágenes de Violeta cuando el color de su pelo le recordaba que se habían convertido en extrañas. Ahora, la familiaridad con la que los mechones pelirrojos caen, adornando su cara, hace que el corazón de Chiara se encoja en su pecho.

Pero no deja que esto ocupe espacio en su pensamiento, reprimiéndolo, pues conforme se acerca, se da cuenta del cigarro que sostiene entre sus labios, fumando y tirando el humo por su boca. Chiara entrecierra los ojos.

—¿No habías dejado de fumar?

Violeta se sobresalta ante su repentina presencia, quitándose los cascos de las orejas y dejando que caigan rodeando su cuello. Pasado el susto inicial, sonríe al verse cara a cara con la imagen de una Chiara cruzada de brazos.

—Buenos días —Violeta se gira para coger uno de los dos cafés que reposan en una repisa a su lado—. Iba a por uno para mí, así que...

Violeta le tiende una de las tazas, y Chiara la toma con los labios fruncidos. Parece ser que no la ha oído.

—Dijiste que estabas dejando de fumar.

—¿Qué? —Violeta frunce el ceño, desconcertada.

—La otra noche —dice Chiara.

Violeta piensa unos segundos, hasta que se acuerda de sus propias palabras cuando Mónica buscaba voluntarias para salir a fumar. Suelta una risa.

—Oh, ¿eso? Qué va, era una excusa para dejarlas a solas —dice, despreocupada. O para dejarnos a nosotras a solas, piensa mordiéndose el labio.

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