Think about me

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Octubre 2026 — Menorca

Cuando Violeta despierta por primera vez, sus sentidos están totalmente desorientados. No debe terminar de volver a la realidad, pues ni siquiera procesa el lugar en el que se encuentra, tan solo la rigidez de su cuerpo por la incómoda postura de un colchón que no reconoce como el suyo propio. Así, lo único que busca es un poco de tregua para su machacada espalda, revolviéndose con un bostezo de cansancio, y abrazando una almohada que le recuerda más a un cojín que otra cosa.

Sin embargo, la segunda vez que despierta, sin saber cuánto tiempo ha pasado desde la primera, es con un sobre salto. Y es que abre los ojos y se encuentra cara a cara con el rostro de un niño, recibiendo tal latigazo de realidad que apenas consigue ahogar un grito de sorpresa.

El niño la observa vergonzoso mientras Violeta termina de despertar. Pestañea varias veces, e incluso está a punto de pellizcarse así misma, temiendo seguir dormida, hasta que ubica la presencia de Jordi, y recuerda su invitación nocturna al sótano de la familia Oliver Williams.

—Hola —saluda a Jordi, que continúa inmóvil al pie de la escalera.

—Lo siento, no quería despertarte —Jordi avanza por el sótano, caminando en direcciones aleatorias mientras recorre el lugar con la mirada, con los ojos bien abiertos—. Es que estoy buscando mis regalos, ¿los has visto?

—¿Regalos?

Jordi se vuelve hacia ella y se planta con los pies juntos, la espalda recta, sacando un poco de pecho como si quisiera estirar su cuerpo.

—Hoy es mi cumpleaños —anuncia con una sonrisa—. Cumplo ocho... ¡No! ¡Cumplo nueve!

Violeta se incorpora en el sofá. De repente, se siente casi avergonzada, recordando la pregunta que Chiara evitó tras su llegada a la casa. Durante un momento de pánico, se pregunta si debería recoger todas sus cosas lo más rápido posible y marcharse, preguntándose a sí misma si quizás ha interrumpido un momento importante en la celebración de la familia. Sin embargo, Jordi la continúa observando expectante, con una sonrisa de oreja a oreja, y Violeta termina dejándose contagiar por ella.

—Feliz cumpleaños.

—¡Gracias! ¿Has visto mis regalos? No sé cómo son porque son sorpresa. Pero seguro que están envueltos con papel de regalo.

—No, no he visto nada, lo siento.

Jordi deja escapar un suspiro tan grande que sus hombros caen, en señal de derrota.

—Jaz dice que este año no voy a tener ningún regalo porque ya soy demasiado mayor —dice, preocupado.

—Nadie es nunca demasiado mayor para regalos.

—¡Eso es lo que dice Kiki! —asiente Jordi con entusiasmo.

Violeta clava la mirada en el suelo con una sonrisa triste. Pero se recompone con rapidez, recordando que el niño todavía la observa, y no tiene por qué enterarse de los problemas que tenga con su hermana mayor.

—Estoy segura de que vas a tener un montón.

Jordi sonríe. —Esta tarde hago una fiesta con todos mis amigos del cole y también otros que no son del cole. ¿Te vas a quedar?

La invitación pilla a Violeta desprevenida, que tiene que morderse la lengua cuando se descubre a sí misma al borde de aceptar sin mayor discusión.

—La verdad es que no sé si puedo quedarme —le explica al niño—. He venido a ver a tu hermana, a Chiara, porque tenemos que hablar de unas cosas. Además, no he traído ningún regalo.

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