Capítulo 26

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Los últimos tres días han sido una tortura absoluta. Detuvieron el medicamento que mantenía a Jin en coma inducido y dijeron que se despertaría cuando estuviera listo.
Ya han pasado ocho horas.

Lo único bueno es que el tío Jungkook consiguió que trasladaran a Jin a una suite privada donde una enfermera lo vigila las 24 horas. No me he apartado de su lado desde que lo trajeron a esta habitación, mi mirada constantemente está buscando cualquier signo de movimiento.

Si existe el infierno, así debe ser.

Despierta, amore mio.

Beso el dorso de su mano izquierda, luego vuelvo a mirarla a la cara. Jiyoon entra en la habitación.

―Hablemos afuera. Encontré algo.

Justo cuando me pongo de pie, los dedos de Jin se contraen en los míos. Mis ojos vuelven a su cara, y el alivio de ver sus pestañas revoloteando es tan jodidamente intenso que me hundo en la silla.

―¿Cariño? ―Él tío Tae arrulla. Me inclino más cerca de Jin. ―¿Puedes oírnos?

Lentamente, él parpadea. Sus labios se separan, luego sus facciones se contraen por el dolor.

Me levanto y me inclino sobre él.

― Jinnie.

Él jadea y las lágrimas comienzan a brotar de sus ojos.

Su vista parece enfocarse en mi rostro, luego gime:―Duele.

Mi cabeza se vuelve hacia la enfermera, que se ha acercado para revisar los signos vitales en las máquinas.

―Dale algo.

―No se preocupe, señor Kim. Sentirá alivio pronto ―le asegura la enfermera a Jin.

Mi atención vuelve al rostro de mi esposo y observo cómo se adormece. Sus ojos se encuentran con los míos justo antes de que se cierren. Mierda. Los analgésicos lo dejaron inconsciente.

―Dormir es lo mejor para él―nos recuerda la enfermera.

Sabiendo que no hay nada que pueda hacer, sigo a Jiyoon al pasillo.

―Por favor, dame buenas noticias.

―Estamos tratando con dos sindicatos diferentes.

Le frunzo el ceño a mi amigo.

―¿Qué demonios?

―Es la razón por la que hemos estado por todos lados. Se dice que quien te derribe se queda con el asiento del poder de Europa.

Le doy a Jiyoon una mirada incrédula.

―¿Me estás tomando el pelo?

Él niega con la cabeza.

―Todo esto es por un maldito juego entre dos pandillas.

Un jodido juego para ver quién puede matarme primero. ¿Qué demonios?

―Esto es una locura ―murmuro.

―Al menos ahora sabemos a lo que nos enfrentamos. ―El teléfono de Jiyoon comienza a sonar, y cuando lo revisa, me lo entrega―. Por el amor de Dios, habla con Minho. El hombre está preocupado por ti.

Tomo el dispositivo y respondo: ―Habla Namjoon.

―¿Cómo lo llevas? ―Deja escapar un suspiro―. Pregunta estúpida. ―Entonces el jefe de la mafia japonesa se me echa encima―. ¿Por qué no llamaste a una reunión? Se supone que el Sacerdocio debe permanecer unido durante los ataques. ¿Y por qué diablos no me dijiste que te casaste?

Ante en velo de la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora