Parte 8: Si te vi, no me acuerdo

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Todos quedaron viendo fijamente a Alejandra: tenía el cabello largo de un castaño claro; estaba maquillada y se veía muy bien, había algo en ella que la hacía ver muy hermosa. Estaba al lado de Keidys y las dos caminaban ignorando a las personas a su alrededor. Tomás estaba junto con Josef y Mateo, se les notaba su impresión al ver a Marcela tan cambiada físicamente.

—¿Esa es Alejandra? —preguntaba Tomás anonado.

—Yo tampoco la reconocí cuando llegó a la casa —expresó Mateo bastante sonriente.

—¡Está hermosa! —gritó Tomás y llevó sus manos a su boca— tengo que hablar con ella, debo felicitarla por aquel cambio. —Salió de prisa con rumbo hacia las chicas. Todos los hombres les echaban piropos y le pedían el número de celular a Alejandra, pero ella solo los ignoraba: bueno, ese fue el consejo que le dio Keidys, quien era una gran experta en ese ámbito.

—¿Será que se convirtió en modelo? —preguntó Josef.

—No lo sé, —dijo Mateo— pero espero que no cambie mucho ahora que su mejor amiga es la chica más popular del colegio.

—¿No te gusta el cambio que está tomando Alejandra? —preguntó Josef.

—No, para nada, y peor si es Keidys quien la está aconsejando.

—¿Por qué de repente te desagrada Keidys? Antes la amabas a morir.

—Ella no es quien demuestra ser, siempre está sintiéndose mejor que los demás y es tan superficial, solo mira lo que le hizo a mi prima para que fuera su amiga, como supuestamente siempre tiene que estar rodeada de personas que sepan vestirse bien y entiendan de moda. De lo contrario, ni los determina.

—Creo que estás malentendiendo las cosas, Mateo, Keidys no es así, eso demuestra cuando apenas la estás conociendo, después solo es una chica como cualquiera. —A Josef le desagradaba que hablaran mal de Keidys, no lo soportaba, por más que Mateo fuera su amigo, no debía referirse a ella de esa manera y mucho menos si decía sentir algo por Keidys, era algo muy contradictorio.

—Eso era lo que yo también creía, pero después me di cuenta que no es así —dijo Mateo bastante seguro de sus palabras.

Josef dejó salir un suspiro.

Por otro lado, estaba Tomás, quien se escurría por el tumulto de personas que también querían acercarse a las chicas.

—¡Alejandra! —Gritó y se posó frente a ella— ¿cómo estás? Oye, qué cambio te has hecho, increíble —desplegó una gran sonrisa.

—¿Podrías quitarte del camino? —preguntó Keidys con un tono seco y engreído. Tomás borró su sonrisa y se apartó, Alejandra tampoco lo determinó y se comportó de la misma manera.

—¿Qué le sucede? —inquirió Tomás mientras veía cómo las chicas se adentraban al colegio.

Así pasó la primera hora, todo muy normal, los estudiantes y profesores se acercaban a Alejandra y le decían cuan bella estaba, la joven les agradecía los elogios con su actitud natural de siempre; hablaba con Josef y Mateo como todos los días. Pero el problema radicaba en Tomás, hacía como si no existiera y él se sentía muy humillado con la forma en la que se comportaba con él.

En el descanso, Alejandra invitó a Keidys a comer con ella y su grupo, Mateo, Tomás y Josef. Al principio Keidys se negó rotundamente, pero, después aceptó y al rato estaban todos comiendo en una mesa debajo de un gran árbol, allí siempre se sentaban.

—¿Me vas a seguir ignorando? —preguntó Tomás a Alejandra.

—¿Por qué te comportas así con él? —inquirió Mateo a Alejandra.

Ella era fea  - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora