—¿Qué? —inquirió Josef mirando fijamente a Keidys.
—Olvídalo. Me tengo que ir a mi casa —dijo Keidys. Caminó un poco y después Josef le siguió el paso.
— No sé qué quisiste decir con eso, pero... —Josef rodó la mirada a la joven mientras apretaba con un poco de fuerza los cachos de su bicicleta— las cosas hubieran sido diferente si no fueras novia de Mateo.
Keidys no supo a qué vino el comentario de Josef, la hizo sentir muy confundida, pero, su mente le enviaba pequeñas ideas de lo que quería decir el joven, aunque, decidió dejar esa conversación morir ahí. No deseaba complicar las cosas, ya estaban muy estropeadas.
.
Alejandra estaba tirada en su cama llorando, Mateo se acostó a su lado y la acurrucó.
—Lo dañé todo... —decía una y otra vez la joven.
—No digas eso, las cosas no se dieron, eso fue lo que sucedió —dijo Mateo en un susurro.
Alejandra estaba destrozada, le tenía mucho cariño a Josef, no quería lastimarlo, nunca quiso hacerlo y se había concentrado tanto en no hacerlo que terminó haciéndolo.
Aquella noche esas dos personitas pensaron mucho en lo que sería de sus vidas desde aquel momento, si podrían hacer nuevos planes que los ayudara a superar aquella separación, para así seguir siendo amigos sin tener algún remordimiento.
Por otro lado estaba Keidys que no sabía qué hacer con su situación, la cabeza la tenía echa un torbellino. Tenía a un amigo que no vivía en el país, pero sabía que dentro de poco se mudaría ya que su familia se trasladaría a la ciudad por su trabajo. Era bueno dando consejos y seguramente podría ayudarla, o al menos dejar que se desahogara.
—¿Gabriel? —preguntó Keidys mientras hablaba por celular—, hola, oye... necesito uno de tus consejos, me ayudarías muchísimo si me escucharas por un momento, ¿qué?, ¿cuándo llegaste al país? Claro, claro, entonces te espero —Keidys desplegó una sonrisa bastante tranquila.
Gabriel era su gran amigo, más que eso, también hacía el papel de consejero. Ahora estaba en la ciudad y eso la aliviaba mucho porque lo tendría cerca. Después de media hora, el chico llegó a la casa de la joven quien lo esperaba en el patio, había una noche estrellada y bastante tranquila.
Era un joven casi de su misma edad, aunque no lo aparentaba, se comportaba muy maduro, alto, blanco, cabello castaño claro y ojos de un color verdoso azulado.
—¡Gabriel! —Keidys corrió a abrazarlo—, te extrañé mucho.
—Hola Keidys. Oye, me abrazas muy fuerte —dijo Gabriel.
—Ay, lo siento, sabes que eso me pasa cuando me animo mucho —soltó Keidys separándose de su amigo bastante sonriente.
—Bueno, ya estoy aquí, sabes que no tengo mucho tiempo, dejé a mi hermana Gera sola en la casa —explicó el joven.
—Ah... sí —tomaron asiento debajo del kiosco— ¿cómo está ella?
—Bien, metiéndose en problemas como siempre —respondió el joven.
—Ella tan loca como siempre —se burló Keidys.
—¿Qué está sucediendo, Keidys?
—Bueno, ¿recuerdas que te hablé de Josef?
—Claro.
—Es que, bueno, después que me pasó eso en el colegio donde vomité y me llevaron a la enfermería, que también Josef me dio la carta... —Keidys desplegó una sonrisa forzada— yo me hice novia de un compañero que se llama Mateo.
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Ella era fea - Libro 1
Novela JuvenilCuando Keidys decidió confesar su amor al niño que le gustaba, nunca imaginó que sería rechazada de la forma más vergonsoza posible: frente a todo el instituto. - ¿Quién te crees que eres? -preguntó repentinamente y ella se asustó por el tono que ut...