Capítulo 35: ¿Por qué?

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  Mateo iba caminando por el pasillo bastante enfadado, tenía tanta impotencia que no sabía controlarse, quería matar a Josef. ¿Cómo era posible que hiciera llorar a Keidys? Alguien tenía que decirle sus verdades en su cara. Recordó que se iba a ir de viaje ¿acaso era hoy? Si estaba empacando era porque sería hoy.

—Hola Mateo —saludó Claudia al joven, vio que él estaba muy extrañado— ¿qué sucede?

Mateo dio media vuelta y caminaba muy rápido:

—¡Mateo ¿qué sucede?! —la chica lo empezó a seguir.

El joven salió a la entrada del colegio, Keidys y Alejandra ya no estaban allí. Mateo cruzó la carretera, después empezó a correr:

—¡Mateo! —gritó Claudia.

—¿Mateo? —preguntó Keidys acercándose a Claudia.

—Se veía muy enojado, ¿qué sucede con él? —dijo Claudia muy preocupada.

¿Qué hace una persona por amor? ¿Puede llegar a perder sus cabales por esa chica que tanto ama?

—¡Mateo! —gritó Tomás al verlo corriendo— ¿está loco ese tipo? —Tomás quedó quieto y siguió con su mirada al muchacho. Se notaba que estaba furioso— ¡¿Mateo que vas a hacer?! —lo siguió.

Recordó lo que había dicho Josef anoche "me voy a ir de la ciudad por unas semanas con mi abuelo, me va a enseñar a dirigir las acciones de la empresa, no puedo seguir mi relación con Keidys, mi abuelo no me lo permite y si yo le llevo la contraria no nos ayudará económicamente y si eso pasa mi madre no tendrá dinero para pagar sus tratamientos y podría morir. Por favor, no le digas nada a nadie, es mejor que Keidys se aparte de mi lado, por su bien, ella quiere quedarse en el país y dejar su carrera, no se lo puedo permitir, debe seguir sus sueños. De todos modos esta relación nunca tuvo que haberse dado".

—¡Mateo espera! ¡No hagas una locura! —gritó Tomás.

Siguió a Mateo, lo bueno era que el hacer ejercicio le dio buen físico y pudo alcanzarlo:

—¡¿Qué te pasa?! —le dio un puñetazo en la cara— ¡Cálmate! —los dos chicos cayeron a la carretera y rodaron dando varias vueltas:

—¡Déjame Tomás! ¡No lo cubras solo por ser tu mejor amigo! —gritó Mateo.

—¡Estás muy alterado! ¡Cálmate! ¡Esa es su vida, no te entrometas en sus asuntos! —Tomás lo sujetó del cuello de su uniforme.

—¡Yo dejé que fueran novios porque creí que él la merecía, no pensé que fuera a hacerle tanto daño! ¡No le permitiré que la haga llorar! —gritó con fuerza Mateo.

—¿Sigues enamorado de Keidys? —inquirió Tomás bastante pasmado por aquella confesión. Entendió en aquel momento el enojo del chico, era compresible, había visto a la mujer que tanto amaba muy triste y eso lo enojó.

Keidys, Alejandra y Claudia quedaron paralizadas al escuchar aquellas palabras. Los chicos todavía no las habían visto:

—Pero no importa lo que sientas por Keidys, debes dejar que ellos resuelvan sus problemas, no te entrometas en su relación, si Josef está haciendo todo esto es porque tiene sus razones. Él nunca le haría daño a Keidys, debe tener una gran razón para apartarse de ella ¿no lo entiendes?, debes saberlo muy bien, se conocen desde que son niños ¿no? Él nunca lastimaría a una mujer solo porque sí, él no es como yo... Nunca le haría daño a Keidys.

En aquel momento un auto negro se detuvo frente a ellos, Josef se bajó y quedó viendo aquella escena:

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—¡¿Qué está pasando aquí?! —se acercó a Tomás y Mateo— ¿por qué estás golpeando a Mateo? —hizo que se apartaran. Vio el rostro de Mateo, botaba un poco de sangre por su nariz— ¿por qué se peleaban? ¡¿Son tontos o qué?! Van a perder el día de clase, ya es muy tarde.

—Josef... —Mateo se levantó del suelo y le dio un puñetazo— eso es por hacer llorar a Keidys. Habla con ella. Como la vuelvas a hacer llorar te voy a matar ¿entendiste?

Mateo volteó y vio que Keidys había visto todo, ella no podía creer lo que acababa de ver:

—Perdóname Keidys —soltó Mateo y después se marchó a su casa.

—¡Mateo espera! —gritó Alejandra y corrió detrás de él.

Tomás volteó a ver como se marchaba Alejandra, quiso ir detrás de ella, pero recordó las palabras de Josef.

—Es mejor que hables con ella Josef, Mateo estuvo a punto de darte la paliza del año. Pude hacerlo entrar en razón, pero por un momento pensé que merecías esa paliza; no hagas que vuelva a llorar, las mujeres no deberían llorar ¿no me dijiste eso una vez? —Tomás se levantó del piso, Josef también se levantó y llevó su mirada a donde estaba Keidys pasmada por todo lo que estaba viendo.

Tomás se marchó al colegio, iba tarde. Claudia lo siguió, por primera vez sintió que había estado demás en un lugar, había seguido a Mateo preocupada por lo que iba a hacer, pero nunca se imaginó escuchar aquellas palabras salidas de la boca de Mateo. Estaba totalmente loco por Keidys, él sería capaz de hacer cualquier cosa por ella, había perdido sus cabales porque supo que ella estaba sufriendo por culpa de su novio; y ella creyendo que tenía alguna oportunidad con él. Qué ingenua.

—¿Cómo te dignas a venir tarde al colegio si vives a dos cuadras de aquí? —preguntó el director dándole con un periódico en la cabeza de Tomás. Observó la herida que tenía en su mejilla derecha— ¡¿te metiste en problemas?!

—Señor, él estaba tratando de calmar a un amigo que iba a cometer una locura, hizo una buena obra por el bien de sus amigos —explicó Claudia al director.

—¿Quién? —preguntó el director Moreño haciendo que su hijo alzara la cabeza.

—No te puedo decir papá, serían problemas para ellos, tienen suficientes con sus problemas como para que yo les arme más —explicó Tomás.

—¿Y por qué no puedo saber? —el señor se cruzó de brazos.

—Porque le irás a contar a sus padres, siempre haces lo mismo —replicó Tomás.

—Bueno, ve a la enfermería, esa mejilla la tienes horrible —el señor volvió a darle un golpe con el periódico en la cabeza del muchacho.

—¡Papá deja de pegarme! —se quejó Tomás.

—¡Cállate! Soy tu padre.

.

.

Josef y Keidys se miraron fijamente:

—¡Josef vuelve al auto! —gritó su abuelo.

Keidys se acercó a Josef, observó su mejilla maltratada por el golpe que había dado Mateo, llevó una de sus manos hasta ella:

—Josef... —esbozó la joven. 

Ella era fea  - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora