Era de noche, Alejandra estaba acostada en su cama, en el cuarto sonaba una canción triste y melancólica, de la nada, su celular sonó, con algo de pereza hizo un movimiento con su mano y lo alcanzó debajo de su almohada, era Tomás quien la llamaba.
—¿Estás en tu casa? —preguntó el muchacho.
Alejandra estuvo en silencio por un momento.
—Sí, estaba a punto de dormir ¿necesitas algo?
—¿Podrías venir un momento al apartamento?
—¿A esta hora? ¿Para qué? —Alejandra se sentó en la cama cruzada de piernas.
—Quiero verte —respondió Tomás.
El corazón de Alejandra empezó a latir con fuerza ¿él quería verla? ¿Para qué?
—Mis tíos están en la casa, no me dejarán ir y Mateo se enojará mucho, son las diez y media de la noche, Tomás —explicó Alejandra.
Por un momento hubo silencio por medio de los dos. Pero, después, Alejandra se vio arreglándose para ver a Tomás, no le importó lo que dijeran sus tíos o lo que pensara su primo, tenía la oportunidad de ver a Tomás y eso era lo que importaba en el momento.
Tomó las llaves de la casa y salió tan sigilosamente como un gato. Aunque, al salir de la vivienda observó que Josef estaba viendo por la ventana de su cuarto y los dos cruzaron miradas. Cuando Josef entró a su cuarto, la joven supo que bajaría para darle un gran regaño. Tenía dos opciones, salir corriendo y huir de Josef sin importar las consecuencias o la mejor y más conveniente, esperar a que llegara y explicar la situación.
—¿A dónde vas? —preguntó Josef frente a ella.
—Voy a la casa de Tomás, me dijo que fuera —explicó Alejandra.
La luz de la luna llena los alumbraba mientras Josef analizaba la situación. Por un momento se le vio confundido y reparó de arriba a abajo la vestimenta de la joven.
—O sea que él te llama tan tarde en días de clases y tú sales corriendo a su encuentro, ¿eres tonta o te haces? ¿No se te viene nada a la mente si él te llama tan tarde?
—Tal vez necesite ayuda, no lo sé, sabes que yo lo quiero ayudar Josef. Antes eras su amigo, debes entender mi preocupación.
—Claro que te entiendo Alejandra, y como soy su mejor amigo sé muy bien que no debes ir, solo quiere tener sexo contigo, nada más. Él ya no es el mismo chico del cual te enamoraste, ahora consiguió nuevos amigos que para nosotros es mejor tener apartados —Josef observó con detención el rostro triste de la joven—, sé que es muy duro para ti asimilar esto. Pero él no quiere ayuda por ahora, debemos dejar que se estrelle para que asimile la realidad y sus consecuencias. Por ahora es mejor que entres a la casa y descanses, mañana hablaremos mejor las cosas.
Alejandra sintió aquellas palabras hirientes clavadas en su pecho, podía ver que todo su castillo de fantasía se venía abajo mientras entraba a su cuarto con las lágrimas a punto de salir.
A veces la vida no nos ofrece lo que queremos, tal vez es por una buena causa o porque nos tiene algo mejor.
.
—Y entonces ya que dejaré por un tiempo el mundo de la moda quiero disfrutar de estas vacaciones con ustedes, la cabaña en la playa sería un buen lugar para pasarla bien en este verano ¿qué les parece? —decía Keidys a sus amigos, todos estaban sentados en una mesa redonda en el patio de su casa.
Alejandra estaba con los ánimos abajo, veía a Josef y Keidys tan felices por su noviazgo y en cierta parte le daba envidia.
—¿A dónde vas Alejandra? —preguntó Keidys al verla levantarse de la mesa.
Mateo terminó de tragar el pedazo de pastel y llevó la mirada a su prima. Cuando Alejandra se dio cuenta, ya tenía la atención del grupo.
—Es que... no me siento de muchos ánimos hoy y prefiero no incomodarlos —trató de explicar.
—Pero no estás incomodando a nadie ¿de dónde sacas eso? —Keidys en aquel momento supo que eran problemas sentimentales.
—¿Vas para la casa? —preguntó Mateo.
—Sí... Am... Te espero en la casa.
Cuando Alejandra se fue, todos se miraron las caras, la pobre se veía muy triste, debían hacer algo para ayudarla.
Alejandra iba pensando en su fortuna en el amor, aquella que tanto le había hecho mucho daño. Caminaba por la larga acera y veía a las personas pasar.
Aquel cielo despejado era despiadado con sus sentimientos, en un momento así debería tener un tono gris para que la acompañara en su dolor, pero estaban en verano, el calor era insoportable y el cielo bastante azul sonriente.
Estaba pasando por un parque cerca de la playa, allí había un mirador donde se detuvo a contemplar el paisaje, la tarde era hermosa, las olas azules y brillaban dejando que la nariz se saciara con aquel olor salado.
Ese era el lugar favorito de Gabriel, en ese momento estaba tomando fotos al mirador y a las personas que observaban el paisaje desde allí, le llamó la atención Alejandra, se le hizo conocida de algún lado, ella era hermosa, tenía buen perfil, pero su mirada se veía muy triste. Le tomó una foto y después quiso acercarse, pero sabía que no era bueno interferir en la vida de los demás. Él no era el tipo de chico que se lanzaba a las mujeres, era más del que tenía imán para que las chicas llegaran a él. Pero aun así de un impulso se acercó a ella.
Alejandra derramó una lágrima que cayó en una mano que no era suya, lo supo porque las de ella estaban agarradas de la baranda del mirador y esta estaba suspendida en el aire. Alzó su vista y observó a un chico que escudriñaba en su mirada triste en busca de una explicación a aquel dolor que atosigaba a Alejandra.
A veces el destino nos tiene guardadas pequeñas sorpresas que nos cambiarán la vida para siempre.
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Ella era fea - Libro 1
Genç KurguCuando Keidys decidió confesar su amor al niño que le gustaba, nunca imaginó que sería rechazada de la forma más vergonsoza posible: frente a todo el instituto. - ¿Quién te crees que eres? -preguntó repentinamente y ella se asustó por el tono que ut...