Keidys le explicaba a Alejandra las tácticas que debía seguir para enamorar a Tomás y obviamente rechazarlo, hacerle sentir todo lo que él le había hecho.
—Conozco a Tomás desde que era una niña —contaba Alejandra—. Fuimos juntos al kínder y nuestros padres son muy amigos, él vive cerca de mi casa, nos criamos junto con Josef, siempre fuimos los tres, bueno, también con mi primo. Desde que tengo memoria he estado enamorada de Tomás, me he imaginado toda una vida juntos, pero él nunca me ha querido; siempre le han gustado mis amigas y me he acostumbrado a verlo con otras chicas. Una vez le había dicho que estaba enamorada de él y se burló de mí, aunque eso fue cuando éramos niños. Seguramente creyó que yo lo había superado, y como una tonta creí que tal vez con todo lo que hemos pasado él se habría enamorado de mí, por eso hoy lo besé, fue el primer beso que di como adolescente y fue el más triste que seguramente recordaré.
Keidys estaba completamente concentrada en su historia, faltaba poco para salir de clases y ellas habían planeado ir de compras, el estar junto con Alejandra le agradaba a la muchacha, nunca creyó tener una amiga así de rápido.
—¿Ves por qué debes cambiar? Así nunca podrás hacerle entender que no siempre vas a estar a su lado, te trata mal porque sabe que nunca te alejarás de él.
—Tienes razón. Pero yo no soy capaz de hacerle daño. El corazón duele cuando lastimas a la persona que amas —explicó Alejandra. Eso hizo eco en la mente de Keidys, recordó a Josef en ese momento y por lo mismo sintió que su mundo tambaleó por un instante.
—¿Y él si puede lastimarte? —cuestionó Keidys y se cruzó de brazos.
—Esa es su manera de ser, desde pequeño nunca ha pensado en lo que va a salir de su boca.
—Ni me lo digas —soltó Keidys y llevó su dedo índice derecho a su entrecejo—, lo he vivido en carne propia.
—¿Qué sucedió entre tú y Tomás?
—Es algo que no me gusta contar.
—¿En serio va a ver secretos entre las dos?
—Es que, es algo sumamente íntimo.
—Vamos, yo soy una tumba, además, se trata de Tomás, todo lo que tenga que ver con respecto a él, quiero saberlo.
—Vamos, Alejandra, no soy una cajita abierta y tú mucho menos un explorador. Así que, por favor, no me obligues a sacar mis secretos.
—Está bien, no me cuentes, te entiendo, no hay mucha confianza entre las dos —Alejandra mostró una sonrisa amable para que no se formara un momento incómodo—. Oye —la chica reparó a su amiga por un momento—, ¿en dónde viviste?
—¿Por qué? —inquirió Keidys.
—Se nota que no eres de aquí —explicó Alejandra con una leve sonrisa.
—Estuve viviendo en España por muchos años, me imagino que perdí un poco mi acento colombiano —contó Keidys mientras desplegaba una sonrisa.
En aquel momento, Mateo se acercó a su prima, Keidys frunció el ceño, este tipo no le agradaba para nada, aunque, Mateo la ignoró por completo, algo que la hizo enojarse aún más, pero trató de no demostrarlo.
El problema de Keidys era que odiaba no ser el centro de atención y Mateo empezaba a fastidiarle su manera de ser, poco a poco se volvían como agua y aceite, al menos aquel joven comenzaba a darse cuenta que eran tan imposibles de encontrarse como un pescador que trata de llegar al horizonte.
—¿Nos vamos? —preguntó Mateo a Alejandra.
—No... Yo... —trataba de contestar la muchacha.
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Ella era fea - Libro 1
Roman pour AdolescentsCuando Keidys decidió confesar su amor al niño que le gustaba, nunca imaginó que sería rechazada de la forma más vergonsoza posible: frente a todo el instituto. - ¿Quién te crees que eres? -preguntó repentinamente y ella se asustó por el tono que ut...