Manuel, abstraído de la conversación por haber activado su invisibilidad, se congeló, al igual que la primera vez que le había pasado. Aun no entendía muy bien como funcionaba aquel extraño poder, pero le costó unos segundos lograr moverse.
Bajó la vista a sus manos, no era invisible, solo que el resto lo ignoraba. Provo mover los brazos, saltar en el lugar e incluso pararse delante de la gente en medio de charlas privadas. Simplemente obviaban su existencia. Empezó a probar cosas más osadas.
Una pareja que desayunaba junta seguía charlando a pesar de que él había puesto la cabeza entre los dos. Entonces aprovechó que el joven tenia las manos sobre su café y le quitó el plato donde la taza se apoyaba. El chico lo puso en la mesa y cuando se dio cuenta que este faltaba, solo le pidió al mozo que le llevara uno, pues no se lo habían dado. El plato, al estar en su poder, había desaparecido, y solo notaban su presencia cuando activamente lo buscaban.
Solo Cornelio sabía que él estaría en ese café, así que a lo que los demás les respectaba, era invisible. Quiso probar más este nuevo poder así que volvió a la mesa de villar, la cual ahora la ocupaban cuatro hombres quienes estaban jugando una partida.
Esperó a que uno rompiera y en el manojo de bolas en movimiento, metió la 8 en un agujero. Los hombres no sabían como esta había entrado, pero al parecer le echaban la culpa al azar. Manuel no podía contenerse de la risa. Aunque esta se desvaneció cuando, al querer ir a contarle a Cornelio, vio que este estaba charlando afablemente con Remedios y con el otro monstruo.
¿Por qué hablará con ella? Se preguntaba Manuel. ¿Y que hace al lado de ese salvaje? Las imágenes de su pelea en la pulpería le causaban escalofríos y no quería volver a cruzarse con los monstruos de aquel lugar. Pero ahora uno de ellos estaba allí, justo junto a Remedios. Este bastardo...
Rafael se trató de acercar a la mesa a escuchar, pero notó una pequeña desventaja de su nuevo poder. A su alrededor, el sonido se distorsionaba. Podía saber que dos personas estaban hablando, pero las voces eran lejanas y muy difuminadas. Cuando llegó a la mesa de Saavedra, fuera lo que fuera de lo que hablaban, le era un completo misterio.
De golpe, sintió el peso en el interior del saco. La pistola que tenía escondida golpeó suavemente su costado en algún movimiento, recordándole que ella estaba allí. Manuel estaba casi apoyado en la mesa, pero ni Remedios ni nadie más parecia notarlo. Su acción, seria impune.
A paso lento fue rodeando la mesa hasta llegar tras el joven de ropa desalineada. Era alto, como lo recordaba, pero su cuerpo estaba más chupado. Una vez tras él sacó la pistola y un cartucho de papel. Puso pólvora en el oído del arma y luego colocó el resto del papel y la bala en el cañón. Con la varilla apretó toda la carga y preparó el martillo.
Mientras los tres hablaban, Manuel puso la noca del cañón en la base de la cabeza del hombre sombra. No puedo permitir que la lastime, se decía a si mismo para no pensar que estaba apuntándole a un hombre desarmado. Quería tirar del gatillo, pero simplemente no podía.
Cornelio, en medio de la discusión giró los ojos a él. Manuel no sabía si lo había visto o el vástago solo estaba mirando a la nada, pero la mirada acusadora del viejo militar fue suficiente para hacer que dudara un segundo de más. Segundo suficiente para que Remedios se pusiera de pie y saliera de la cafetería, al borde del llanto. Y el maldito monstruo la seguía como si fuera su perro.
Manuel guardó el arma y apareció a la vista de todos. Cornelio no le dijo si lo había estado viendo o no, en realidad actuaba exactamente igual que las demás personas del café: como si siempre hubiera estado ahí, pero lo lógico era no prestarle atención.
—Bueno, dudo que la negociación haya salido bien— dijo Manuel—. Aunque tengo mis dudas sobre qué estábamos negociando. Generalmente cuando hay un tema de contrabando no suelen reunirse en lugares tan lujosos.
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Colmillos y Sombras de la Revolución 1. La llegada del inglés.
Historical FictionTodo el mundo sabe que Buenos Aires, como tantas otras metrópolis mundiales esta manejado por una élite de vampiros. Pero ¿Cómo llegamos a esto? Bueno, para saberlos veamos un poco de historia, cuando allá en un lejano 1806, naves británicas arribar...