—No puedo creer que en serio me estés siguiendo— dijo Remedios a varias cuadras del café. Rafael no le respondió.
Su silencio no contribuyó a que mejorara su humor, pero si era honesta, que hablara tampoco lo haría. De todas formas, ella siguió camino a la botica, con la lejana esperanza de que la dejara de seguir. No fue así, pero tampoco emitió ruido alguno. Eso se le hacía hasta más desesperante. No le daba ni unos metros de distancia, sentía su respiración en la nuca y aunque intentaba apurar el paso él tenía piernas mucho más largas. No le costaba nada alcanzarla.
—¡Por Dios! ¿No tenes nada más que hacer? — le gritó cuando llego a la botica.
—Mmm dejame pensarlo— Rafael se rascó la barbilla—. Ahora que lo decís, sí. Comer.
—Ay, ya soltalo— suspiró Remedios mientras entraba en la botica y se dirigía a la zona que conectaba con la casa.
Ese día el local estaba cerrado y su tío no estaba a la vista. Rafael, inseparable de un perímetro de tres metros de distancia lo único que cambió en él fue sacarse el poncho.
—¿Te podes ir de mi casa?— le preguntó Remedios ya algo cansada mientras trataba de ignorarlo.
—Allanamiento de morada no es lo peor en mi expediente— fue lo único que respondió Rafael.
Remedios se giró a él, enojada y vio lo que le habían hecho 4 días sin carne fresca. La primera vez que conoció a Rafael, era un muchacho alto y robusto. Si bien era delgado se veía que estaba en forma, mientras que el alto desgarbado que estaba ante ella ahora le daba más pena que miedo. Claro que aun tenía esos dientes de sierra capases de romper huesos en un solo mordisco, pero estaba tan flaco que la idea de masticar parecia una tarea muy pesada. Y a pesar de todo, se seguía moviendo con naturalidad.
—Remi— la voz de Ramona salió del patio—. Tu tío salió, dijo que fuiste a negociar ¿Cómo te fu...
Ramona, cuando entró a la casa casi se cae al suelo del susto. Ella no era maga, mucho menos sombra o vampiresa, pero llevaba suficiente tiempo en el mundo sobrenatural para saber cuándo algo era raro.
—Remi ¿Quién es el amiguito? — preguntó la criada mientras se recuperaba.
—No le hagas caso, es solo un estorbo— le pasó la mano para que ella se levantara.
—Refiriéndote así a los muchachos jamás vas a conseguir casarte, querida— imitó a la perfección la voz de la señora Martínez.
—Es un depredador sobrenatural— le explicó ella.
—¿Vampiro?
—Sombra— acotó Rafael.
—¿Cuál es la diferencia? — volvió a preguntar Ramona.
—El vampiro es europeo y chupa sangre— contestó Remedios—. El sombra es guaraní y come carne humana.
Ramona abrió los ojos de golpe—. Me gustaba más Manuel, era un chico estudioso.
—Vos solo no le hagas caso, es inofensivo— explicó Remedios—. Esperaremos a que se vaya o a que se muera de inanición.
—La desgraciada me dio una pócima que hasta que no me de el alta, no puedo ejercer violencia a fines prácticos— explicó con un suspiro—. Ni cazar, ni atacar, ni alimentarme. Así que le dije que no voy a irme hasta que me "dé el alta".
—Y como eso no va a pasar, solo esperamos que se aburra— le dijo Remedios a la criada—. No lo mires, no le hables, nada.
—Me sorprende que no le hayas puesto una bala en la frente— contestó Ramona.
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Colmillos y Sombras de la Revolución 1. La llegada del inglés.
Ficção HistóricaTodo el mundo sabe que Buenos Aires, como tantas otras metrópolis mundiales esta manejado por una élite de vampiros. Pero ¿Cómo llegamos a esto? Bueno, para saberlos veamos un poco de historia, cuando allá en un lejano 1806, naves británicas arribar...