21 |Aprender juntos.
Jazz.
—¿Puedes quedarte quieto?—le pido por segunda vez a Jackson, intentando arreglar el nudo que hizo en su corbata—. Como vuelvas a moverte te ahorcaré.
Ahoga un chillido.
—Estoy nervioso.
Suspiro, terminando mi tarea con su corbata. Intentó hacerlo por sí mismo pero hizo un desastre; siempre se lo hacía la joven de servicio.
—Cuando desees irte, me lo haces saber.
—De eso nada—sacude la cabeza en negación—. Puedes quedarte con tu novia y su familia.
Termino de aplicarme perfume y camino hacia la puerta de mi habitación, abriéndola para que sea Jackson el primero que salga.
—Llegaré contigo y me iré contigo. Fin—ruedo los ojos cuando emite un gruñido—. Además, aún no conoces tantos lugares de Londres y te puedes perder...otra vez.
Me envía una mirada asesina que me hace reprimir una risa. Dijo que saldría en la misma zona de su departamento y una tarde recibí una llamada de un número desconocido que resultó ser Jackson para decirme que no sabía cómo regresar, puesto que tampoco llevó consigo su móvil. Por suerte, me encontraba en la librería junto a Edmon y pudimos llegar en un corto tiempo al lugar donde difícilmente nos indicó.
Salimos de casa y trazamos el camino hacia el auto. Ya en él, le recuerdo que debemos pasar a recoger a Edmon para finalmente ir a nuestro destino: La casa de Heather para pasar Nochevieja. Finalmente, ella y su madre me convencieron de disfrutar el último día del año junto a ellos, y de ese modo también les presentaría a Jackson.
Veinte minutos después, Edmon se aproxima hacia el auto y Jackson baja la ventanilla para exclamar:
—¡Mueve tu arrugado y francés trasero, Ed!
La respuesta del mayor es sacarle el dedo del medio. Sonrío con diversión. Para mi sorpresa, los dos se han llevado bien desde que los presenté, pese a los insultos iniciales que le obsequió Edmon a Jackson por ser un cabronazo conmigo en el pasado—palabras dichas por el francés—, pese a ello, han empezado a construir una amistad a base de insultos que se toman a bromas junto a charlas profundas.
—Jazz, a tu hermano hay que enviarlo a Rusia con un cohete en el culo.—es su saludo mientras cierra la puerta de la parte de atrás.
—Pero tú te vienes conmigo.—contraataca el aludido antes de arrancar el auto.
Minutos después, bajamos del auto para caminar hacia la casa de Heather. Los dos guardaespaldas de la entrada se hacen a un lado cuando me reconocen. Asiento con la cabeza a modo de saludo.
—¿Guardaespaldas?—masculla Jackson a mi lado con voz baja—. No me digas que estamos entrando a la boca del lobo...
—No, idiota—respondo al mismo volumen—. Sólo son necesarios porque el padre de Heather posee un puesto de trabajo importante.
Irónicamente, Brandon no da la impresión de poseer un importante puesto de trabajo, es todo lo contrario, cualquiera creería que su cargo en la sociedad es bastante tranquilo.
Jackson me dice algo más, incluso noto que el salón se encuentra conformado por la familia de Heather y otros rostros que no ví en Nochebuena, quizá amigos de Helen y Brandon, sin embargo, todo queda en un segundo plano cuando la veo.
La sonrisa que tironea de mis labios es instantánea cuando nuestras miradas se cruzan. Ella me devuelve el gesto y se dirige hacia donde estoy. Mientras tanto, no retiro mi mirada sobre ella y sólo pienso que me encuentro en alguna clase de hechizo. Eso explicaría el sentimiento inmarcesible cada vez que la veo.
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El poder de una sonrisa
Ficção AdolescenteAños de su vida fueron arruinados por el simple hecho de tener vitíligo. Él ya no tiene fe en las personas. Dice que la sociedad es nauseabunda, debido a lo podrida que está. Una sonrisa. Para algunos, quizás es lo más insignificante del mundo. Pa...